He aquí introducidas las dos grandes categorías que en la historia han generado el origen de las ciudades: el convivir y el comerciar. Todos los asentamientos humanos articulados en la historia de la humanidad, antes de todo fueron excelentes territorios para convivir  pues tenían un cómodo acceso al agua y a la siembra fácil de productos para la alimentación y la sobrevivencia;  productos que preservados podían luego comercializarse. Convivir y comerciar son nuestro segundo de tres grandes dilemas para armonizar la calidad del vivir juntos con las diversas maneras de hacer negocios en el Centro Histórico de Santiago. Somos de opinión que debemos asegurar entre todas y todos, que el casco fundacional de Santiago sea de nuevo, el mejor territorio para residir y por igual, uno de los más efectivos, higiénicos y saludables espacios para hacer compras.

Las edificaciones de este territorio no importa del material que sean, de madera, mampostería, ladrillos o argamasa; son viviendas y construcciones que preservan la historia de Santiago.  Incluso en los espacios vacíos donde una inversión inmobiliaria indetenible ha derribado algún bien histórico, ahí se retiene la vida y las historias de muchas familias, instituciones y negocios que han transformado a Santiago en la metrópoli caribeña que es hoy.  Ahí se recogen pasajes esenciales de la vida Santiago y la República. Espacios donde podemos describir cómo se combatió,  dónde se escribieron las mejores poesías y narraciones, en qué énfasis y versículos  se pronunció  el Primer Sermón de la Restauración. Zonas dónde se pueden describir las rutas de entrada de las fuerzas armadas haitianas de Jean Louis Pierrot, las tropas españolas del odiado general  Manuel Buceta o en que plaza se ubicaba el ejército intervencionista de los Estados Unidos de América en 1916.

En Zaragoza hice un recorrido por su centro histórico,  el mejor guía de la ciudad designado por el Alcalde, nos explicaba que en un espacio donde admirábamos una modernísima edificación aragonesa había existido el “teatro romano” de la ciudad que en su momento fue llamada “Cesar Augusta” ubicada en las riberas de los ríos Ebro, Huerva y del canal imperial Aragón. Ahí nos detuvimos en explicaciones por un rato, al entrar al novísimo edificio lo hicimos por un restaurante donde debajo de su piso construido de un irrompible y resistente cristal, se valoraba una excavación en la que luego de muchas explicaciones, podíamos comenzar a imaginar dónde se ubicaban los asientos de roca y el escenario para los artistas romanos.

Las 1,716 edificaciones, las 97 manzanas, 72 internas y 25 periféricas. Sus más de 350 esquinas. Los 85 mil metros cuadrados de calles interiores, los más de 15 parques y plazas y las 16 edificaciones  patrimoniales de la Plaza Santiago Apóstol. La Catedral, la Fortaleza San Luis, el Palacio Consistorial, la Gobernación, el edificio donde se fundó la Biblioteca Amantes de la Luz, la Tabacalera, el Centro de Recreo y el Club Santiago,  todos ubicadas en el Centro Histórico, demolidos o preservados guardarán siempre la historia del origen, desarrollo y consolidación del corazón de la provincia más provincia de la República Dominicana. La ciudad con los ciudadanos y ciudadanas de mayor identidad y sentido de pertenencia de la isla completa, incluyendo Haití. El territorio que es una verdadera síntesis de la Patria.

En consecuencia, la armonización del cómo vivir confortable y el cómo hacer buenas ventas y compras en el centro histórico es una de las mejores ecuaciones para detener la sustitución y la pérdida de bienes patrimoniales que sostienen la identidad santiaguera.  Convivir bien y negociar saludable es una de las fórmulas para superar el “vacío arquitectónico” generado anárquicamente por la falsa identidad que impone el capital inmobiliario al demoler edificaciones patrimoniales para sustituirlas por usos comerciales y parqueos.

Para contener el pretendido pero imposible reemplazo anárquico de la historia y la cultura por una supuesta nueva arquitectura que ni siquiera refleja los valores de la sociedad actual;  el primer paso es lograr que los santiagueros se sientan seguros y tengan facilidades para volver a convivir en su centro histórico. Entre todas y todos, gobierno, empresarios y sociedad civil  debemos contribuir al aporte de soluciones habitacionales seguras y confortables. Que Santiago regrese a su centro, porque Santiago se siente seguro de convivir, pero también de negociar  en su casco histórico.  Casas y apartamentos confortables, dotados de todos los servicios, con un entorno saludable, accesible y habitable, y con los mejores negocios para vender y comprar.