"Cuando la mar suena, es porque algo trae "… (Dicho popular).
1/Memoria para un barrio de provincia marítima: Miramar
El principio del siglo XX fue para San Pedro de Macorís esencial en su desarrollo e importancia, proyectando la provincia salobre hacia su trascendencia en el territorio nacional.
Al margen de todo lo que significó el negocio del azúcar y sus consecuencias económicas en la expansión urbana interna de la provincia, San Pedro de Macorís tiene en su corazón histórico la gran Odisea de la fundación del barrio Miramar, asiento prioritario de inmigrantes de Martinica, como la familia Berry o los grandes núcleos de inmigrantes de las isla Británicas del Caribe menor. Esos inmigrantes que llevaron los aguinaldos ingleses cuya antífona salmódica rezaba en tiempos de navidad: "Good morning, Good morning, Good morning guaguaberry"… Un chorro de voces callejeras rompían vocalmente las nieblas de las madrugadas miramaleñas, eran los Carol Christmas acaribeñados.
Ya refería Sidney W. Mintz, antropólogo norteamericano en su primera versión en inglés, que data de 1985, del libro Dulzura y Poder (el lugar del azúcar en la historia moderna) cómo fueron adquiridas las tierras para fundar el Barrio Miramar, en 1918, lo que quiere decir que cumple 100 años de fundado en el 2018, ya próximo.
Un siglo de humanidad diversa para un espacio de magia y convivencia, de folclor y altos espíritus.
Unos sonidos dulces de triángulos como campanadas, estremecían de murmullo alegre las calles aún polvorientas del aquel barrio universo rico en cultura y en humanos surrealismos, con personajes inolvidables: Delon, Regalao, Yan el pintor sordo, Miss Daky o la señora Brown, que siempre quería alquilar unos catalejos defectuosos.
Empalizadas largas, entre vecinos, entre la Zayas Bazán, la Presidente Jimenes y la José Bernardino. Un dardo lúdico asalta y el recuerdo esparce imágenes a millones por minutos, y desfilan los vecinos, la Familia Santana (Guillermo, Mito Santana, Gustavo-Tavito-Santana, hermanos de la sonriente Nelly de inolvidables ojos color miel).. Ahí estaban los Dunker, empalizada con empalizada, Rafael, Leonel, Nando y Chichí, cuyos ojos saltones recordaban las bellas actrices negras del viejo Harlem Story.
Norberto James se movía hacia la calle Ignacio Arias, en el paralelismo de las calles, la última de turno, allí vivía su abuela casi al lado de lo que fuera la logia Black Star Line (conocida con la corruptela linguística spanglish de Blacktalain). En aquella paredes de madera quizás tendríamos mudos testigos de los orígenes de su libro Sobre La Marcha de 1969.
En Miramar había un hermoso fantasma lúdico, una cultura revuelta de olores y sabores, a lo largo de todas las calles. Manolo, Luisa, aquellos Barbosas de origen portugués, hijos de don Fernando, vecinos de Doña Haydee y la historia eterna del Ciclón de San Zenón.
Cuando uno estudia a fondo el neorrealismo italiano, como ha sido mi caso, es imposible no extrapolar el carácter de esos personajes populares dignos del mejor de los recuerdos.
Porque la fuerza social de una pertenencia, su confirmación cotidiana, genera un universo propio
indiscutible. He sido testigo feliz de aquella novela, porque era una novela de carne y huesos, la historia de Doña Teodocia y Kiko el perro, en el alegato de su doble de navidad.
La historia de Mister Blanco, cazador de noticias en la vieja BBC, el sazón de Maruca en la casa de los Richardson, Nieves, Doña Frida, Jobote, Doña Fefita y los Zapata,
miles de bellas historias barriales, que ya el neorrealismo anticipó: porque existen el corazón popular
de las historias de seres generosos en cuya simpleza aparente, escoden grandes dignidades humanas a recordar. No puedo olvidarme de los Leal, Cinthya, Melania, Carlos, César, la vieja calle Enrique Rijo, con sus José Antonio, Josefo Morey, el inolvidable Carlos Granda, Yoyo Hazim y sus cruces.
Miramar ha sido un acopio de culturas extraordinario, Danilo, Tony y Julio Vásquez; los Caminos, Ramón, Felipe y Roberto. En fin, en aquella mezcla societal aprendí a mirar el mundo de otra forma y he llegado a pensar, muchas veces , que los prejuicios se pueden vencer, porque todo aquello lo viví, nadie me lo ha dictado (Gustavo Silva y sus hermanas mellizas).
Dadas las circunstancias sociales de entonces, Miramar se miraba así mismo, se reconcentraba en su propio espacio, en toda su extensión urbana, aquella juventud crecía lejos de toda participación real de lo que acontecía fuera de allí, Miramar se miraba orgulloso su propio ombligo cultural, Norberto James se movía hacia la calle Ignacio Arias, en el paralelismo de las calles, la última de turno, allí vivía su abuela casi al lado de lo que fuera la logia Black Star Line (conocida con la corruptela linguística spanglish de Blacktalain). En aquella paredes de madera quizás tendríamos mudos testigos de los orígenes de su libro Sobre La Marcha de 1969.
Allí vivía su abuela y el poeta cumplía con el ritual amoroso de ir a visitarla cada semana.
En aquel universo pequeño, donde la miseria era derribada a veces con batazos de alegría y pelota o el alborozo del sexo prematuro, había nacido una meca de gente de variados talentos que han marcado el presente de un territorio llamado República Dominicana.
2/ San Pedro De Macorís: Cultura y municipalidad o Miramar y sus acervos
La provincia tiene una historia intelectual reconocida por historiadores, antropólogos, etnólogos, sociólogos, investigadores sociales y literatos, no sólo en el ámbito nacional, sino en muchos espacios académicos extranjeros de estudios superiores, cuyos alumnos de postgrado se han ocupado de estudiar ese microcosmos de San Pedro de Macorís y dentro de ella el Barrio de Miramar.
A lo largo de muchos años, me he preguntado si ese potencial de renombre en el cual Miramar ha hecho aportes de lujo, ha sido tomado en cuenta para revitalizar la historia de un barrio que más que tal, es un ícono de la historia provincial de San Pedro de Macorís.
La República Dominicana, leídos y comparados los aportes de cultura y municipalidad de otros países de América Latina, está lejos de ser tomada en cuenta en el tema que nos atañe.
¿Qué es cultura y municipalidad?… Es la vía o posibilidad que tiene una patria chica y provinciana de adquirir conciencia plena y neta del valor de sus haberes culturales y su historia a lo largo del tiempo. Es una forma de cohesionar comunidades en base a los aportes y el valor de lo construido, como patrimonio cultural local. De eso se trata.
Para entender eso a conciencia, era necesario contar con una clase política municipal con visión de trascendencia sobre el valor intrínseco de la cultura.
Para cumplir con seriedad lo que implica el concepto de cultura & municipalidad, sería importante una clase política sensible al tema, la clase política dominicana, en general, tiene sobre la cultura, su expansión y uso popular ideas muy distorsionadas, que no se alejan de la maldita bulla (¡¡guay, guay!! ) y el famoso pan y circus romanus.
Tres países en América Latina siguen siendo paradigma del mejor uso de aquel concepto: Argentina, Chile y Brasil, pero se ha debido a que el sector cultural ha hecho el trabajo para conquistar "conversos de la cultura" y transformar las ideas, de ciertos políticos municipales.
En San Pedro de Macorís, tienen todo Miramar para un excelente proyecto histórico de cultura & municipalidad… A quien le sirva el traje, que se lo ponga…
3/Centro Cultural Ofelia Rodríguez: Miramar se vuelve cultura
Inaugurado el pasado 26 de noviembre en la calle Presidente Jimenes 33, el Centro Cultural Ofelia Rodríguez promete convertirse en un espacio de vanguardia cultural en San Pedro de Macorís, atesorando parte de un pasado que ya hizo historia en la provincia.
Hacia los años 70 del siglo XX, se recordará el surgimiento en Miramar de una organización cultural llamada Grupo Francisco Domínguez Charro, dedicada a la poesía coreada. Esta propuesta era dirigida por Julio César Mota, Ángel Guzmán y Frank Martínez. Aquel grupo fue perseguido con saña por los esbirros del balaguerismo, quienes acusaban al grupo de subversivo. Era lo usual entonces: la cultura siempre era subversiva, se amparaban en Goebbels, el teórico del Nacional Socialismo Hitleriano. Luego surgió el Grupo los Cocheros, donde estaban Félix Casas Darío Auden y Luis Leonor, conocido por sus cercanos como Moneró.
Luis Leonor, antiguo y actual residente de la calle Jimenes 33 del barrio Miramar, acaba fundar un Centro Cultural en la antigua casa paterno-materna, en pleno corazón del barrio, allí donde en las noches las canciones nocturnales de las olas mar eran un arrullo de ocasión.
Fotógrafo, pintor y gestor cultural Luis Leonor viene de retirada desde los Estados Unidos de América. El Centro se ha inaugurado con una vistosa exposición de sus cuadros…
Con la fundación Centro Cultural Ofelia Rodríguez, su obra rinde homenaje en vida a la Dra Ofelia Rodríguez, que nació en San Pedro de Macorís y emigró a los Estados Unidos de América en 1965. Estudió en Francia, España y en los propios Estados Unidos, ha dirigido en el CUNY, programa de intercambios culturales. Es un referente solidario en la comunidad hispana de New York. Con profundidad maneja los temas identitarios y fue un factor importante en la elección de Guillermo Linares, primer dominicano electo para un cargo público en New York.
Perteneciente a la segunda generación de una familia de emigrantes procedentes de Martinica, Guadalupe y Sant Martin, Ofelia Rodríguez mantiene un liderazgo activo en la Comunidad Hispana en Nueva York.
Inaugurado el Centro Cultural que lleva su nombre, la Dra Ofelia Rodríguez recibió el título de hija meritoria de San Pedro de Macorís, entregado por el Honorable Alcalde Tony Echavarría.
Con la creación del Centro Cultural Ofelia Rodríguez, el barrio de Miramar habrá que recordarlo una vez más, se vuelve cultura, el Centro será el asiento de altas figuras de la intelectualidad dominicana. Que así sea. (CFE)