Antes de iniciar con este delicado tema tengo que dejar sentada mi posición: soy “próvida”, mas estoy de acuerdo en que se conozca a profundidad las “tres causales” y en que, ante la imposibilidad de que los legisladores puedan tomar una decisión definitiva redactando un proyecto de ley tan controversial, me sumo al criterio expresado por el presidente Luis Abinader de que esto debe decidirlo el pueblo, a través de la figura constitucional del referendo.

No solo son razones religiosas y morales las que me llaman a auspiciar la protección del feto desde la concepción misma: es que creo que todos tenemos “el derecho de nacer”, de manera que, si éste es conculcado por los que ya nacieron, sería la peor negación del derecho a la vida, que lo tenemos todos.

El derecho del no nacido tiene que ser reconocido por todo los que tenemos vida, pues a nosotros se nos permitió nacer. Quien no ha nacido tiene derecho a la vida, es el primero y el más fundamental de los derechos humanos, sin el cual los restantes no tendrían razón de ser. Esto nos obliga a respetar la vida desde sus inicios hasta la muerte.

Las y los bebés, incluso desde el seno materno y durante el embarazo, ya son depositarios de derechos como el de la salud. Al nacer adquieren la titularidad de otros derechos, tales como al libre desarrollo de su personalidad, a la supervivencia, etcétera. Esta perspectiva de derechos de los niños y las niñas no contradice el derecho que también tienen los padres.

Es que existen y están reconocidos los derechos fundamentales del embrión humano. Es que el feto sí tiene el derecho a ser considerado como ser humano desde la fecundación, siendo inalienable su derecho a ser reconocido como una persona humana y, por ende, a que se le reconozca como sujeto de derechos humanos.

Primero tenemos que establecer claramente qué es el aborto. Una definición generalmente aceptada del aborto es la siguiente: “Se trata de la muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez”. La tipificación del aborto como delito busca de cierta forma proteger el embrión humano. Es el derecho a la vida y la Ley protege taxativamente la vida del que está por nacer.

Cómo el aborto está prohibido en el Código Penal, un proyecto de reforma sometido por el ex Presidente Danilo Medina presentó como propuesta alternativa las llamadas “3 cáusales”, que permitirían el aborto solo en estas situaciones: 1- Para proteger la vida de la mujer, 2- Porque el feto tenga una malformación inviable o, 3- Si el embarazo es producto de una violación, abuso o incesto. Algunos consideran que, en realidad, se trata de reconocer las últimas dos causales, porque, al parecer, en la Constitución actual se permite únicamente la primera causal (proteger la vida de la mujer).

El enfrentamiento entre los grupos feministas, que abogan por el derecho de la mujer a decidir, choca de frente con los criterios de pastores evangélicos y católicos que establecen que el derecho a la vida no se cuestiona y que no puede ser suspendida una vida a criterio particular de la mujer, por ese derecho del no nacido que hemos mencionado más arriba en este mismo artículo.

Los abortistas quieren presentar “las tres cáusales” como una panacea. De hecho, quien las ve de manera inocente puede que esté de acuerdo con ellas, pero en el fondo lo que se quiere es legalizar el aborto  a nivel general, porque independientemente del contexto en el que ocurra, siempre se aducirá una de las mismas para intentar justificarlo y realizarlo. Visto así podríamos analizar que otorgar el derecho a la mujer a determinar sobre el derecho a nacer de su bebé, es un acto de suprema irresponsabilidad, porque todas las causas sociales, médicas y hasta económicas las conocemos, pero hay decenas de otras causas y situaciones fácilmente observables en el día a día, que no tienen nada que ver con las tres cáusales.

Legal o ilegalmente en el país se realizan decenas y probablemente centenares de miles de abortos cada año. Mi experiencia en el trato diario con la gente de trabajo en todos los extractos sociales, durante los años que tengo de vinculación directa con los ciudadanos y compañeros (as) de mi partido y de otros, me permiten conocer de primera mano muchas de las varias razones y justificaciones que son, precisamente, las más comúnmente alegadas para realizar abortos cada día en nuestro país.

Para mencionar estas formas que llamaré el “decálogo del crimen al no nacido”, confieso que nunca se me ha ocurrido ni siquiera pensar promover o mandar a hacer un aborto, Dios me permitió tener solo tres hijos, dos de ellos con vida, y ojalá hubiese tenido 10, la alegría mía fuera inmensa al tener una familia grande, algo que no lo compararía con nada en este mundo. De hecho, pienso casi todos los días, con todo y mis años, en adoptar otro hijo para que le pongan un poco de alegría a lo que me quede de existencia. Expongo aquí pues casos que a diario veo:

1-        El más común, jóvenes que no se cuidan y que por muchas razones se dejan embarazar, y con el miedo a no contar con el apoyo de la persona con quien lo concibió, se llena de temor ante la responsabilidad de madre que va a adquirir, decidiendo interrumpir el embarazo sin ningún motivo de los expuestos en las 3 causales.

2-        La otra razón del aborto se da cuando la joven no encuentra apoyo en el núcleo familiar,  particularmente cuando éste cuestiona la relación con quien estableció una relación sexual que básicamente no fue admitida por sus padres. El temor que produce enfrentarse a sus progenitores auspicia que se realicen los abortos de manera sigilosa. En muchos casos quienes recurren a esta práctica son jovencitas, menores de edad, por eso es que resulta importante que los padres construyan una relación de confianza con sus hijas, para que no tomen ese tipo de decisiones que pueden resultar fatales para ellas.

3-        La causal que más está ocurriendo es que quienes realizan el aborto son mujeres inducidas a ello porque sus parejas son hombres casados, con sus familias, que muchas veces les advierten previamente que no desean tener hijos y que, por cualquier situación o error, si quedan embarazadas, terminarían la relación. En este caso es el hombre y no la mujer quien resulta culpable de presionar, de obligar a la mujer a abortar, incluso financiando el procedimiento de aborto si pueden hacerlo.

4-        He visto varios casos de mujeres comprometidas con hombres de edad que, por sus años o por pre condiciones de salud no podrían embarazar a sus parejas, de manera que éstas, para ocultar cualquier desliz de infidelidad, al quedar embarazadas se ven obligada bajo cualquier circunstancia a abortar, para “no dejar prueba” de su adulterio ni enfrentar las consecuencias que de ello se deriven.

5-        Todos sabemos que es muy común el embarazo de mujeres cuyas parejas viven o trabajan en el extranjero, que en muchos casos tienen, sin embargo, alguna aventura local, a resultas de la cual quedan “en estado”. ¿Qué harán? De igual forma, abortarlo, porque además de que esto prueba su infidelidad casi siempre ese hombre, con sus remesas y envíos de tanques de comida y otros artículos, mantiene en gran parte esa casa. En muchos de estos casos hay complicidad y silencio familiar.

6-        Las que se dedican al trabajo sexual se cuidan, pero como en todas las cosas no todo es 100% (puede que se rompa un preservativo, o que “se salga”, eetcétera) y al quedar preñadas de un cliente las más de las veces ocasional, ¿qué ustedes creen que la mayoría de estas mujeres hacen? Abortar.

7-        Hay mujeres que comprometen su moral pero quieren mantenerse con una imagen límpida en la sociedad. Son las moralistas, personas que en muchos casos y por presión social, no pueden “salir en estado”. Tal es el caso de las religiosas de todas las denominaciones, de viudas o de figuras públicas que quieren ocultar sus relaciones y que, para ello, se realizan secretamente estos procedimientos.

8-        Una de las razones más frecuentes se da simplemente en mujeres que no quieren ser madres. En un estudio hecho en Madrid, elaborado por la Asociación de Clínicas Acreditadas (ACAI) para la interrupción del embarazo, en el que participaron más de 30 clínicas en toda España y más de 5 mil mujeres fueron encuestadas, resultó un asombroso 62% que abortaron no porque tuvieran razones sociales ni económicas para ello, sino solamente porque decidieron no ser madres y punto.

9-        Los culpables, tanto o más que las mujeres, son los hombres que presionan y financian los abortos. Es común ver en este país a hombres que a lo largo de su “vida productiva”, han auspiciado 5 y 6 abortos. En tertulias masculinas he escuchados hombres reconocer, sin culpa alguna, que han pagado para que realizaran hasta 20 abortos. Son cementerios de ángeles que tienen en su haber. La irresponsabilidad masculina es la mayor causante del aborto en nuestra patria, porque los hombres se niegan a apoyar a la embarazada y está, al verse desprotegida, termina por sucumbir ante los pedidos del varón para la interrupción del mismo.

10-      No hay nada que despierte más miedo a una adolescente que estudia todavía que quedar en estado: automáticamente llega a su mente el bulling de que será objeto por parte de sus compañeros de estudio, sufriendo las miradas cuestionadoras de sus maestros o profesores, que ante el embarazo tienen que considerar si esa joven puede continuar en el mismo grupo educacional o si deberían excluirla, por lo que las jóvenes tratan de abortar por cualquier medio, porque no soportarían que su entorno se burle de su situación, la tachen de “mujer fácil” o sea excluida de la escuela.

Como verán amigos lectores, las 3 cáusales tendrían sentido, y mucho, si solamente fueran esas las auténticas motivaciones, pero la verdad es que abrir la ventana a la despenalización del aborto para que se siga realizando todos los años la inmensa cantidad de ellos que se reportan de diversas maneras y en todo el país. En las 10 razones que arriba describo no hay causal alguna de las mencionadas en la ley propuesta, y que no tiene que ver en modo alguno con la propuesta en cuestión. Pero en este diálogo de sordos nadie escucha a nadie, ni las feministas liberales que dicen tener el derecho a decidir qué hacer con su cuerpo, ni los “próvida”, que no aceptarán que se cometan ese crimen contra el embrión o feto, que de por si tiene también el mismo derecho a la vida que tuvieron sus madres cuando nacieron.

Sería insensato no reconocer las profundas inequidades sociales que se revelan en muchos de los abortos que aquí se realizan. Creo que hay que penalizar con toda rigurosidad a los hombres que auspician, promueven, presionan y financian los abortos, porque éstos son tan o más culpables que las mujeres que los realizan, porque no exponen su vida al realizarlo mientras las mujeres sí. Los hombres que hagan ejecutar abortos deben sentir todo el peso de la ley por su inconducta, de manera que tenemos que comenzar con una campaña educativa para orientarlos.

Asimismo, se debe identificar a quienes han convertido los abortos en un gran negocio. En un millonario negocio, por los precios que se cobran por los procedimientos para hacer las interrupciones, como aquellos que sacan provecho de variadas maneras. Con los fetos, deben ser monitoreados por una unidad especial del Ministerio de Salud y que se le aplique todo el peso de la ley a estos indolentes.

Sé que la sociedad dominicana está profundamente dividida en cuanto a este tema, de manera que lo único que resta es que hable el soberano a través de un referendo. Sé que a los abortistas no les haremos cambiar de opinión, pero hago mía esta frase del Papa Francisco: “Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia. Todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado ¡siempre!”.