Todo es una celebración: celebramos a las secretarias, los abogados, los santos, las muertes, los muertos, los tubercolosos, los no-videntes, los árboles, el agua, las mujeres, los niños, los minusválidos. Una palabra que me agobia: "Felicitamos a…", "Recordamos a…" Me agobian estos "feliciteros" porque esas felicitaciones no se corresponden por lo general con un gesto que sale del corazón, cotidiano, no hay un principio de bondad, de humildad, de respeto, de diálogo. ¿Ustedes quieren ver a trujillistas más evidentes que los que han sido los grandes rostros de nuestras izquierdas en los últimos 30 años? Son gente que te tritura con su mirada de Super Héroe de la Revolución, de Super Sufrido Bajo Las Ergástulas de la Tiranía y la Represión. Lo digo porque desde mis 15 años -en 1976-, he militado en diferentes izquierdas, desde las soft hasta las hard, hasta 1990, cuando me di cuenta, aquí en Berlín, que el Socialismo no había sido más que una grandísima estafa, a pesar de gente tan pura com Ho Chi Ming, para sólo citar al único a quien nunca he dejado de admirar.