1. Poemas publicados el día de la proclama del postumismo

Los fundadores del Movimiento como señalamos el sábado pasado, celebraban el día de mañana, 18 de marzo, el aniversario de la proclama, de modo que es día de fiesta cultural este primer centenario del movimiento más completo de todos los que hubo en Hispanoámerica, gracias principalmente a Andrés Avelino, que se preocupó de llenar todos los requisitos, hasta inventarse el nombre, gestionar la edición, escribir el Manifiesto y publicar la Pequeña antología postumista, ya que sin él, Domingo Moreno Jimenes hubiera seguido en su tarea renovadora y Rafael Augusto Zorrilla hubiera seguido estudiando y leyendo filosofía, pero no habría postumismo.

Reproducimos los poemas que aparecieron el día de la proclama, tal y como aparecen en nuestro libro Postumismo y Vedrinismo primeras vanguardias dominicanas, Editora Nacional, 2011, en la víspera de ese acontecimiento cultural para los lectores de este periódico con un mínimo de detalles.

La tríada fundadora del postumismo: D. Moreno Jimenes (1894-1986), Andrés Avelino (1899-1974) y Rafael Augusto Zorrilla (1892-1967) https://storage.googleapis.com/mmc-elcaribe-bucket/uploads/2019/06/b78240e7-domingo-moreno.jpg

He aquí los poemas de los tres fundadores del movimiento postumista

Postumismo

  1. Moreno Jimenes

   Una palma real

Esbelta y armoniosa como son las palmas

Inicia su balanceo rítmico

Frente a mi ensimismamiento estético.

El aroma del café

Pilonado en la cercanía

Me presta su esbozo viril,

Que enmascarado de un vigor de salud

Es solo ansia indescriptible

De una forma instintiva

Y perfecta.

Salgo a tomar el fresco,

Pero a poco ya estoy de codos sobre el alféizar

Atraído por la magia

De aprisionar en tres parcos renglones

El instante vivido.

Veo los niños construir hornos de tierra

Y enseguida me punza la locura

De amasar con arte sus juegos

O eternizarlos en una imagen atrevida y audaz

que es casi lo mismo.

(Con todo

El tiempo apenas reparó que yo irrealizaba)

El campesino de Salcedo Cayo Báez torturado por la soldadesca yanqui en la invasión del 1916 que inspiró a Andrés Avelino. http://2.bp.blogspot.com/-7fcgJBF3YR4/U85BiafufPI/AAAAAAABnw0/EA7yxzKYd5M/s1600/ImageProxy.jpg

Irrupción

   Andrés Avelino

   La hueste devastadora se aproxima.

Cae sobre la paz impoluta de la aldea

el bochorno de la barbarie.

 

El suelo se sonroja con el esputo

de una lengua extraña.

El sol esquiva su faz tras de la loma.

El paisaje enmudece.

Las madres lloran.

Los chicuelos huyen medrosos.

El bosque

abre su seno a la castidad de las vírgenes,

los soldados las persiguen: La luz

niega su voto a la ignominia.

En el centro de un círculo de bayonetas

un hombre atado y una hoguera: El hierro

candente provoca el chisporroteo

de la carne humana.

El mártir sonríe y calla: Ni siquiera

la protesta de un nervio en contracción!

 

   Viernes

   Rafael Augusto Zorrilla

La modorra

oprime con sus brazos el miraje,

la frágil arboleda

sufre

la hipocondría de la niebla:

los cocoteros,

erectos y angustiados

vuelven hacia abajo sus penachos

fingiendo

un pelotón de legionarios

fatigados y vencidos:

el inculto monorritmo

de satánicos insectos

mancha el silencio de la selva,

y un hálito de eternidad

va diluyéndose por toda la campiña.

 

El otro poeta importante en la proclama, curiosamente, después de Moreno en la edición de la revista La Cuna de América de la Segunda quincena de Marzo de 1921 fue:

Otilio Vigil Díaz (1880-1961)

Tímpanos de la montaña.

    Vigil Díaz

La campiña está limpia y alegre, con esa alegría inocente y limpia de las zagalas que se lavan la cara en una petaca coronada de rocío: La lluvia de ayer, casi torrencial, le ha dado una blancura grata a los caminos, que ya parecían de bronce. Las cabras, nerviosas y pulidas, buscan por las cercas, tejidas de topetope y festonadas de campánulas, espigas tiernas; un bandado de guineas vuela y revuela buscando una mancha de arroz.

En el paso del arroyo, un toro arisco y mal humorado, pita, llamando las novillas que se rezagan retozonas y satisfechas de amor y de pasto.

De este modo hemos recordado a un mártir, cuya efigie torturada es un oprobio eterno a la Gran Democracia del Norte, al mismo tiempo que dejamos un testimonio de una efeméride tan importante, de manera impactante, con imágenes y con poemas demostradores que el arte no muere.