Habíamos expresado por motivos de los hechos acaecidos semanas atrás, la urgente necesidad de realizar una mesa multidisciplinaria de expertos en las ciencias sociales, que abordaran en diferentes tópicos la descomposición del tejido y social. También las causantes y las consecuencias derivadas de la misma y las soluciones a mediano y a largo plazo, de un flagelo que agobia a nuestras mujeres, sobre todo aquellas que viven en estado de desigualdad. Para ello; es necesaria la ejecución de una profilaxis profunda en el seno de la familia, donde el abuso, está aparentemente enraizado en la mentalidad del hombre dominicano.
La sociedad no puede estar sometida constantemente a la amputación descontrolada de uno de sus miembros, entes caso la mujer, producto de la violencia de género in crescendo, a todas luces ignorada por nuestras autoridades; que por lo visto, pretenden mantenerse enfocadas en el envilecimiento de un pueblo desnudo de esperanzas y vestido de miserias. Al que brindan mediante el establecimiento de las relaciones publicas de los medios de comunicación aliados al poder, un entretenimiento burdo que envenena el alma y estanca la evolución del pensamiento. Para lo demás, el gobierno de Danilo Medina no ha sido capaz de enviar señales claras a la población, tendentes a buscar las vías oportunas para resolver de una vez y por toda tan embarazosa situación.
El tiempo es el espejo perfecto de las decepciones y siento que al igual que a mí, los años les han quitado a la gente, el manto que les mantenía los ojos cubiertos, ocultando la triste la realidad por la que atravesamos los dominicanos. Muchos de los cuales, depositaron su confianza en un hombre que pone más atención e interés a la apreciación ficticia de su mandato, que a la salud mental de la gente. Valorada por la ley 12-06 como: “un bien público a ser promovido y protegido por el Estado a través de políticas públicas, planes de salud mental y medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial, educativo y de otra índole…”. Asimismo, la ley General de Salud establece que la salud es: “un medio para el logro del bienestar común, y un fin como elemento sustantivo del desarrollo humano”.
Justamente. Es el escaso desarrollo y la incapacidad del Estado de brindar por las vías más apropiadas el bienestar común, por lo que muchas de nuestras mujeres, se ven en la imperiosa necesidad de hacer de su cuerpo un instrumento al servicio de sus deseos de superación. Y optan por relaciones afectivas desproporcionales en años y recursos, como forma más fácil de equilibrar las debilidades de un sistema que crea normas, pero que absolutamente nadie, vela por el fiel cumplimiento de las mismas.
Solo nos queda preguntarnos con la angustia que embarga a muchos. ¿Hasta qué punto la ceguera selectiva, promovida desde el Estado por el gobierno de Medina, es capaz de obviar la peligrosidad latente por la que atraviesan miles de mujeres dominicanas, obligadas por la situación de miseria, a vivir en hogares de alto riesgo para su salud física y mental, y la probabilidad altísima de perder la vida de los suyos. ¿Cuantas más deberán morir para que se tomen los correctivos de lugar y se apliquen políticas reales? ¿Qué hacer, para que se elaboren programas sociales que auxilien de forma concreta las víctimas de la violencia y el abuso intrafamiliar y se ponga un alto a tanto dolor y desesperanza?
Podremos hacernos miles preguntas, todas sin posibles respuestas, pues en un Estado Biscuit como es el dominicano, con normas y procedimientos de apariencias, que solo se detiene a ver de manera selectiva los daños que se comenten en contra de los acaudalados. Jamás será posible el establecimiento de regímenes de igualdad, que ofrezcan las mismas garantías a ricos y pobres. En este Estado, que centra sus esfuerzos en proyectos reactivos y obvia aquellos que por su naturaleza están destinados a la prevención de desastres de esa magnitud, por el simple hecho de no generar ganancias electorales.
Mientras persiste la ceguera: (Kimberly Adón, Rosalinda Yan Pérez, Emely Peguero y Dioscary Gómez) solo ocuparan un número más dentro de unas estadísticas maquilladas erróneamente por este gobierno, con el propósito de disminuir la ya exagerada alarma social. Y cuyas muertes, servirán para desnudar las debilidades una estructura estatal oxidada y un gobierno compuesto de autoridades que sufren de ceguera selectiva. Pues aquí en esta tierra de falsos profetas, la comida para los de abajo es extremadamente difícil, por no decir imposible. Así que aspirar a la seguridad de la gente es un sueño irrealizable, pues como diría -Antón Chejov- aquí: “aunque no quieras, resulta que todo es un engaño”