Los entramados virtuales dominicanos, que van y vienen en las redes sociales, no solo contienen cuentos variopintos, de memes light, y de palabrerías de sonajero, sino además de encuentros y desencuentros de amigos, familiares y de un torbellino de ensayos literarios, artículos de interés social o memes políticos o filosóficos que invitan a la reflexión. Por lo que no todo en las redes es pura chabacanería antisocrática.
La búsqueda de información y conocimiento forman parte de los sujetos cibernéticos (que van desde una cibernauta ama de casa hasta un hacktivista). Estos sujetos se construyen o se destruyen en el ciberespacio; naufragar en navegaciones virtuales es lo más común, no todos tienen la misma estrategia, el perderse por los confines del ciberespacio es del sentido común (Gramsci). Los programadores o diseñadores siguen tejiendo las redes de Internet, y en nada tienen que ver con los forjadores cotidianos de ese espacio virtual, entre los cuales se encuentran los movimientos sociales de hacktivistas y de ciudadanía, que van por el buen sentido común (Gramsci).
Las últimas encuestas que se han realizado en la República Dominicana, tanto en el sector público o como en el privado, evidencian el incremento del poder de las redes, y el miedo de los políticos tradicionales hacia estas, como rizomas cibernéticos. Las redes dominicanas se expanden, se han posicionado en puntos específicos contra las instancias de un Estado que no seduce a quienes desean expandir sus libertades.
Esta visión de las redes como espacio virtual del hacktivismo nada tiene que ver con los espectáculos, las payadas o los rejuegos cibersexuales en donde queda entrampada una amplia franja de los sujetos cibernéticos dominicanos.
En nuestra sociedad ha estado dándose un giro de conciencia ciudadana hacia qué rumbo se ha de navegar por las redes del ciberespacio. De los cinco millones de sujetos cibernéticos dominicanos existentes, una parte lo hace con fines educativos, culturales, políticos y sociales, en cambio otros se pierden en las catacumbas de las vulgaridades y las ciberbasuras.
. Sin embargo, como resultado de una toma de conciencia ciudadana, poco a poco los sujetos cibernéticos dominicanos se han estado empoderando del ciberespacio como estrategia de indignación ante el aire de corrupción e impunidad que se vive en la nación dominicana, tendencia que seguirá acentuándose en los próximos años.
Si en el proceso electoral de 2012 las redes se manifestaron como un temblor de intensa magnitud, en este 2016 será de un terremoto de proyecciones más allá del proceso electoral, pues en el presente está hirviendo las indignaciones de los nativos digitales, su irreverencia contra la corrupción va en aumento. Esto es debido a que se ha incrementado la participación de los sujetos cibernéticos en cuanto lucha y conciencia sobre los males sociales que aquejan a la nación dominicana. Las redes producen e inducen no solo a nichos de “soledad” sino también a encuentros empáticos con las multitudes inteligentes. Es ahí donde reside el miedo de los políticos.
Estamos viviendo una cotidianidad que si no se manifiesta en las redes del ciberespacio, pierde valor, ya que en la era del cibermundo, lo virtual cobra significado y degrada lo real. Lo que no significa necesariamente que está mal. Lo terrible sería si lo virtual no pasara de nuevo al plano de lo real, como más acción y más indignación. Lo virtual y lo real, el espacio y el ciberespacio forman un híbrido en este siglo XXI.
Es de ahí que la combinación de acciones virtuales y reales han estado articulándose en lo que son la cadena humana contra la corrupción en la OISOE, las redes de movimientos de luchas contra la mafia y el entramado de corrupción que brota de las Altas Cortes, sobre todo de la Justicia, de la Policía Nacional, de la lucha por el 5 por ciento a la UASD, así como el movimiento contra el clientelismo y el patrimonialismo que se respira en la tradición política dominicana.
Estos escenarios van más allá del proceso electoral 2016 y se colocan en un plano de lo impredecible, ya que seguirá su rumbo en unos años más donde nada está escrito, como resultado de la aceleración de los acontecimientos en el cibermundo. En la sociedad dominicana los sucesos históricos de los últimos cinco años se han enredados en redes virtuales y han ido cambiando el rumbo de lo real.
Es por eso que lo que está hoy en juego en la sociedad dominicana no es quién es o será el presidente el próximo 15 de mayo de 2016, sino las demandas insatisfechas en el plano social, económico, educativo y jurídico que por décadas se expresan en los rostros de los dominicanos. Por lo que dicha demandas trascienden cualquier coyuntura electoral y se colocan más allá de la ceguera al cambio