“Robustecer la democracia significa, por ejemplo, acondicionar la pluralidad de ideas y debate sobre la base de alternativas y propuestas divergentes” Renato Miguel de Carmo
El sistema político sobre el cual se ejerció el poder los últimos 16 años, previo al ascenso del hoy inquilino de la México con Delgado, se basó en la estructuración de un andamiaje perfecto diseñado con el fin de socavar las bases de una institucionalidad creada a sangre y fuego. Benefició a los cercanos al poder y produjo la crisis sociopolítica más importante de la democracia reciente.
Lo antedicho se basta por sí solo. Las pretensiones de instaurar un Estado defectuoso sobre la base de la partición indecorosa de los capitales públicos, ha dejado en evidencia a quienes creyeron poder perpetuar la corrupción como mecanismo de enriquecimiento ilícito. Todo ello, bajo la protección indiscutible de los que, haciendo uso incorrecto del poder, juraron cumplir y hacer cumplir las disposiciones vertidas en la Norma Fundamental y las leyes dominicanas.
El régimen político de ribetes morados, se elevó en contra de los preceptos que sustentan la Nación Dominicana y se desempeñó totalmente opuesto a la doctrina que sin frutos trató de infundir en ellos, un cibaeño universal olvidado eternamente en el Gehenna de su Vega Real. Se armó de jueces y fiscales con el fin de evadir responsabilidades judiciales, prostituyó guardias y policía y jugó a la garata con los fondos de salud y educación. Vendieron a precio de vacas muertas y compraron a sobreprecio.
Cayendo en cuenta y sin ánimos de distorsionar una realidad palpable e inmutable, los circulistas de la Independencia con Cervantes, son el reflejo del antivalor en el ejercicio del poder. "Cuatreros" de la "cosa pública" camuflados de servidores estatales de quienes solo recordaremos la falta de ética en el manejo de los fondos y la insaciable sed de acumulación originaria de dinero sin importar las normas que tuvieron que violar para llevar a sus bolsillos, recursos que debieron destinar a la construcción del Estado de bienestar social y político nacional.
Sin embargo, el balance para el nuevo gobierno, muy a pesar de lo que opinan los agoreros de las desgracias, se apuntan saldos positivos en materias tan básicas como la obtención de un seguro subsidiado por el gobierno a aquellos dominicanos que, por no tener relaciones con el aparato productivo, carecían de una herramienta fundamental para el desarrollo humano. La mitigación de la pandemia del Covid-19 con políticas sanitarias correctas, y la adquisición de vacunas en tiempo récord, son el espejo de una administración enfocada en brindar tranquilidad a los suyos.
En materia de justicia, las evidencias están en los procesados por corrupción. Asimismo, la búsqueda incesante a la solución definitiva contra una policía deficiente, decadente, mal entrenada y deshumanizada. El gobierno ha dado pasos concretos con el fin de lograr una profilaxis profunda que traiga como resultado, la devolución de la confianza del ciudadano en dos estamentos estatales que gozaban del descrédito y repudio de muchos. Los hechos marcan una ruta que, de no detenerse, pronto tendremos la justicia y la policía anheladas.
La recuperación del sector turístico, la producción agrícola, la intervención oportuna en la crisis provocada por fiebre porcina, la renegociación con los productores del campo, la desescalada de los precios de primera necesidad, el subsidio a los combustibles para evitar alzas insoportables. La viabilización y reapertura total del comercio, la franca recuperación y crecimiento vertiginoso de la economía, colocan frente al país y el mundo las mejores notas a la administración de Abinader.
Pasando cuentas, el cambio es real, y por primera vez en muchos años, se pasa de las palabras a la práctica, los saben y valoran los dominicanos de a pie, ampliamente beneficiados con políticas públicas que impactan de forma positiva sus vidas y la de los suyos. Lo saben los empresarios y la Sociedad Civil, pues han sido partícipes directos de las fórmulas adecuadas para echar adelante al Estado aportando “alternativas y propuestas divergentes” para el desarrollo social que todos anhelamos.