Desconozco quien dijo esta frase: Facebook acerca los que están lejos y aleja a los que están cerca, verdad tan diáfana como el agua.
Reconozco que no soy muy dado al mundo de las redes sociales. Todavía me resisto caminar por las calles y evitar mirar las personas o saludarle por la distracción de chatear en un celular.
Me gusta disfrutar de la sonrisa de un niño, de refrescar la mirada con los pasos acompasados de una mujer de ébano que insinúa indiferencia ante mi mirada mientras camina con candidez por el Conde de la nostalgia.
Amo el contacto y la vida sencilla, las miradas, el apretón de manos, el abrazo sincero de la amiga que endulza mi sonrisa al encontrarla. Todavía soy de esos. Facebook es una herramienta que me permite disipar la monotonía o expresar alguna idea que quiero se enteren más personas que las que usualmente conforman mi círculo de amigos, como mis artículos, por ejemplo.
Pero esta generación del chat quizás no lo ve así. Hoy la vida, y hasta la muerte, se anuncian en facebook. Constituyen las redes sociales un catalizador de la autoestima donde difícilmente haya cabida para los complejos. Nadie te dice que te ves mal, que has subido de peso u otra expresión que amargue tu día. Esos comentarios están prohibidos, y por ello tantas personas acuden a este medio.
Sin embargo ha comenzado a preocupar el hecho que también, a través de facebook, se permitan contenidos que aporten poco a la salud emocional sobretodo de los más jóvenes.
En un artículo publicado por la BBC de Londres se afirma que se ha generado un debate ante la posible decisión de facebook de eliminar videos y mensajes que muestren personas decapitadas y de diseñar una política más amplia en relación a censuras.
En el mismo artículo La sicóloga Lynne Jordan observa que diariamente e indiscriminadamente se publican contenidos en Facebook y, a través del "me gusta", se difunden sin tener en consideración los derechos de los menores de edad y de otras personas que no quieren verlos. Jóvenes o viejos pueden verse afectados negativamente al observar episodios violentos, ya sea en pantalla o en la realidad.
Las redes sociales constituyen el mundo de las caricias, esas que no importan de quienes vengan si nos expresan el halago que deseamos. Quizás sea lo más positivo que le veo a este mundo del chat, aunque muchas de esas caricias no sean sinceras a mucha gente les hace bien.
Sin embargo me preocupa que recientemente personas de diferentes edades anuncien su muerte en facebook y terminen quitándose la vida.
En facebook la vida pasa sin que observemos sus tragedias y quizás por ello las tragedias han comenzado a llegarnos. El facebook que nos eleva la autoestima se está convirtiendo en el que nos hace partícipes de las miserias humanas, de esas que convierten la vida en nada y que motivan incluso al suicidio.
Algún mensaje debe dejarnos esta ola de suicidios que se están volviendo cotidianas y hasta moda. ¿Qué nos está pasando?
Pareciera que es facebook el único lugar donde nos prestan atención. Nos hemos olvidado del ser humano cercano y estrechado la cercanía con el distante a tal punto que el cercano vuelve a importarnos cuando ha provocado una tragedia quizás para llamar nuestra atención.
Espero no llegue el día que para recordar personas que nos importan y a quienes les importamos vayamos a twiter y facebook, si no es que ese momento ha llegado ya.