Entre todas las promesas y esperanzas que los ciudadanos de Samaná podrían tener en cuanto a su futuro social, cultural, económico y político, la mayor de ellas es poder contar con un líder político que las haga realidad.
El senador Catrain se perfila como la mejor posibilidad en tiempos recientes a juzgar por las iniciativas que ha tenido y que continúa teniendo a favor de la provincia. Comparativamente, en menos de año y medio, las acciones del senador Catrain parecen indicar un desempeño que supera en muchos aspectos al de su predecesor en doce años de senaduría. Las acciones de beneficio económico para la población ya sean individuales, a través de juntas de vecinos o de organizaciones, o a través de propuestas de resoluciones, o de respuestas a situaciones provinciales, denotan capacidad de acción e intención de acción prometedoras.
La mayor de las promesas, sin embargo, no radica en el uso del barrilito para beneficiar a personas necesitadas o a organizaciones de la sociedad civil, ni en las conocidas iniciativas relativas al peaje sombra, a la obtención de visas de trabajo temporal en los Estados Unidos y Puerto Rico, ni en el plan de regulación de la pesca en Sánchez, ni en la reciente propuesta de crear un área protegida y parque nacional en Las Garitas. La mayor promesa no es en lo hecho sino en lo que falta por hacer.
Para nadie es secreto que la mayor maldición en Samaná ha sido la falta de unidad de propósito entre los poderes políticos provinciales a todos los niveles. A través de años y décadas, a Samaná han llegado millones de dólares, decenas de organizaciones con fondos externos, una multitud de proyectos iniciados e innumerables promesas ministeriales y presidenciales. Sin embargo, en su mayor parte, las tales no lograron frutos y algunas ni arrancaron, resultado principalmente de la falta de concordia, de claridad de propósito y del tradicional “tira y jala” entre los poderes económicos y políticos en la provincia.
Los tiempos han cambiado y es por eso que lo que el senador Catrain tiene en sus manos es una oportunidad única. Claro, es más fácil tener un desempeño de obvia preferencia a su partido y a sus partidarios, como bien sabe hacerlo todo político tradicional. Claro, es más fácil reconocer y dar méritos solamente a sus seguidores. Claro, es más fácil el acostumbrado desempeño político que muchas veces se adhiere directa y exclusivamente a los que están del lado del encumbrado. Claro, es más fácil inclusive violentar parámetros y procesos establecidos para proteger a los de su partido o a sus simpatizantes.
La oportunidad única, sin embargo, está en “el cambio”, en hacerlo distinto, en ser un ente aglutinante, en fomentar el consenso, en identificar los puentes que deben ser construídos para acercar a la gente y en no levantar murallas que dejan a “los otros” del otro lado. En otras palabras, el senador Catrain, motus propio o con el consejo y participación de sus acercados, ha logrado construir suficiente energía e impulso como para dar el salto hacia una nueva forma de hacer política. Esa “nueva forma” es crucial para la provincia.
Una nueva forma de hacer política implica que de una vez y para siempre los líderes sociales, culturales, económicos y políticos buscarán el bien común, procurarán una clara concepción del propósito deseado y no traicionarán al sendero trazado una vez hayan comenzado a andar por el mismo. Una nueva forma de hacer política es establecer un desempeño marcado por el trabajo en equipo, lo que implica reconocer diferencias y obligaciones diversas. No es que cada persona abandone su paraje, sino que cumpla con lo prometido en aras de un bien común que beneficiaría a todos los parajes.
El senador Catrain es el primero de los líderes políticos recientes que llega a esa altura y a la envidiable posición de llegar a ser el más efectivo de todos los catalizadores. Junto a sus grandes logros ha dado resbalones y sufrido tropezones. Debió rechazar el barrilito y aún espero que lo haga, pero entiendo sus razones. Pero no hay nada que no pueda ser redimido con generosidad, cortesía y humildad. La bondad vale mucho y no cuesta nada, sólo el empeño. El senador no tiene que fracasar a destiempo, ni abrazar la ecuanimidad a regañadientes.
Por años el senador Catrain fue identificado como un “politólogo”, ahora falta por verse si también puede ser aceptado como un estadista, legislando para todos los ciudadanos samanenses, repartiendo bienes, propuestas, iniciativas, mejoras, cambios y, más que nada, distribuyendo la miel de una política constructiva, humanista, incluyente y servicial hasta que todos nos empalaguemos con un desempeño justo e imparcialmente efectivo.
Nada se compara al potencial viviente de la provincia de Samaná, con sus magníficas cualidades naturales y humanas, con una historia rica y diversa y con un patrimonio socio-cultural único en el país. Qué privilegio tiene Catrain de ser el senador de una provincia tal y qué honrados estaríamos todos si él lograra sentar las pautas y establecer el ejemplo de cómo lograr el anhelo de todos con todos y para todos.