Nathalie García surge a la literatura con un libro de méritos indudables. Casi cuentos (así se llama) es un texto refrescante, moderno en cuanto a las temáticas que aborda y a la forma de hacerlo.  En este libro hay cuentos, casi cuentos, historias de amor y desamor, de muerte, de infidelidad, problemática social y económica desembarazadas – por suerte- de todo sectarismo ideológico-político.

Pero tal vez lo más importante a resaltar en Casi Cuentos es el manejo diestro, agudo, de los temas abordados, aunque para algunos el lenguaje sencillo con que se enfocan no lo refleje así. Con prosa directa, sin artificios retóricos y con seductora sinceridad, la autora se nos revela una narradora del presente, pero sobretodo de gran futuro en un género de innegables y bien establecidas dificultades.

En Casi cuentos no hay nada arrastrado por la fuerza o traído por los cabellos; no hay nada artificioso; todo fluye natural como la vida, con sus encantos y sus pesares cotidianos, con sus trágicas paradojas y sus coincidencias fatales.

Con un discurso narrativo de alta dosis poética, este libro es un pequeño pero significativo muestrario de como la realidad y los sueños (a veces convertidos en pesadillas) se dejan seducir por la imaginación ficcional y producen ese fenómeno espiritual, esa magia a la que llamamos arte literario.

Tengo la certeza de que Casi cuentos es solo el despegue luminoso de resplandecientes aciertos futuros de su autora, siempre que ella asuma el quehacer literario con el grado de exigencia que este demanda.

La ex (relato de Nathalie)

-Buen día ¿En qué podemos servirle?

-Gracias señorita. Mire, yo vine a cancelar mi tarjeta de crédito, pero ante todo quiero que no trate de convencerme de lo contrario. Yo respeto su trabajo, usted respete mi decisión. Aquí le doy mi cédula, con ella tendrá mis datos personales, lo demás que tenga que saber lo tiene ahí en el sistema, porque yo sé que ustedes saben más de mí que yo misma.

La joven empleada del banco se quedó desconcertada ante tales alegatos y al tratar de articular palabra la tarjetahabiente interrumpió:

-Si es un requisito decir el motivo de la cancelación, entérese que ya no puedo seguir tomando dinero prestado. Quizás sí puedo tomarlo, lo que no puedo es pagarlo. Ustedes han aumentado la tasa de interés por retiro en efectivo y no quiero imaginar lo que me cobran por sobregiro. Sepa también que no deseo pagar el seguro de vida que me  descuentan todos los meses, pues no tengo quien lo cobre cuando yo muera. ¡Ah! Tampoco quiero pensar que tengo dinero disponible, cuando en realidad lo que tengo es un dinero por pagar.

"Ahora  la empleada del banco tecleaba con rapidez frente al ordenador. Ya no intentaba hablar; sobreentendía que la mujer desesperada no le dejaría. Y en efecto…"

La encargada recogió la tarjeta de la mesa y abrió la boca para enunciar una frase, pero la otra interrumpió nuevamente:

-Usted, al igual que yo, es empleada y no tiene la culpa de las políticas de este banco. A pesar de ello, le ruego no trate de convencerme, porque además de que no lo logrará, desperdiciará el valiosísimo tiempo de los clientes que esperan por usted en esa fila. No intente convencerme, porque aquí sólo el funcionario del gobierno evade impuestos. Yo no puedo, y si pudiera no lo haría y sé que usted tampoco, porque se le ve que es una muchacha seria, y además inteligente; apuesto a que usted no tiene tarjeta de crédito.

Ahora  la empleada del banco tecleaba con rapidez frente al ordenador. Ya no intentaba hablar; sobreentendía que la mujer desesperada no le dejaría. Y en efecto, la clienta seguía manifestando:

-Quizás usted no sepa de necesidad, pero yo ahora mismo me olvido de todas mis precariedades y me concentro en cancelar esta tarjeta que, con su ilusión comercial de facilitar las cosas, me viene absorbiendo todo el sueldo desde hace mucho. Así que tome mi tarjetita por favor y córtela en cuantos pedazos quiera. Mire que estoy que si no la corta usted me la como yo; no se imagina el hambre que traigo. No he pasado nada por esta boca hoy, y aunque me estoy tragando un cable, créame: no quisiera que lo próximo fuera un plástico.

La empleada del banco, con voraz decisión, recortó un trozo triangular que calló al zafacón. La ex tarjetahabiente se aseguró de que estuviera bien rota y fue entonces cuando en su cara de hambre se dibujó una sonrisa feliz. Se fue por todo el pasillo saludando con extrema cortesía y con inquebrantable decisión abrió y cerró al salir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nathalie García nació el 24 de mayo de 1986 fruto del beso que le dio Delfín García a Ana García y creció  bajo el abrazo de Francisco Taveras en la comunidad de Mata Larga, San Francisco de Macorís.

Desde siempre se interesó por el trabajo grupal y la labor social, por eso en su adolescencia coordinó por varios años el grupo “Adolescentes hacia el futuro” y participó activamente en el “Programa con Jóvenes” de Profamilia.

Sus estudios universitarios iniciaron a los dieciséis en la Universidad Autónoma de Santo Domingo donde se graduó CUM LAUDE en Educación mención Filosofía y Letras. Actualmente tiene pendiente tesis de la maestría en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Español.

Trabajó durante tres años en el colegio “Los Amiguitos” donde formó las bases de su experiencia docente. Luego de haber tenido éxito en el concurso de oposición para el cargo de maestra del Ministerio de Educación pasó a formar parte del equipo docente de la escuela Julio Plata de la Rosa, en la sección de Güiza, donde por cuatro años impartió Lengua Española.

Actualmente labora en el Liceo Ercilia Pepín y en el Ramón Marrero Aristy como maestra de Español y Educación Artística.

Otras publicaciones suyas: Efecto Sinergia, La Lengua como Factor Social, en la revista La Tinta Lingüística; Diego (relato), en el boletín Ícaro del taller literario Domingo Moreno Jimenes.

La apasiona la actuación; es madre de Fráyelin y casi madre de Franciany y Franchesca Taveras; hermana de Isamar García, Enmanuel y Emmy Jesús Alberto.

Casi se escapa una parte de ella, pero quedó atrapada en estas letras.