A partir de ahora, el país podrá ver varias telenovelas políticas que entretendrán a los fans. Las dos principales son: “El PLD al rojo vivo” y “El PRM en la cuerda floja”.

El danilismo y el leonelismo se tornarán más irreconciliables, aunque el Comité Político todavía funcione. Hacia adelante, el danilismo no querrá soltar las riendas, y tiene un gran dominio del partido y del gobierno. El leonelismo, por su parte, no se rendirá sin echar más peleas. El danilismo no tiene aún un sucesor identificado para reemplazar a Danilo Medina en la candidatura presidencial. El leonelismo está enfocado en Leonel Fernández, ni siquiera en su esposa que goza de mayor simpatía. Pinta conflictos al rojo vivo.

La magnitud de los conflictos será mayor o menor en función del nivel de aprobación de la gestión del presidente. Si repunta la aprobación, Danilo podrá sofocar los conflictos intra-partidarios. Si sigue bajando, aumentarán inmediatamente los niveles de conflictividad en el PLD y en la política dominicana en general. Se abriría entonces una ventana de oportunidad para la oposición.

El PRM, formado al vapor para competir en las pasadas elecciones, tiene el reto de construir el partido y armonizar las diferencias entre las tendencias de Hipólito Mejía y Luis Abinader.

Si el PRD sigue siendo lo que es hoy, recorrerá el mismo camino que el PRSC. Ambos tienen dirigencias hábiles para buscar ventajas, pero han perdido el arraigo electoral.

Asuntos a dilucidar: ¿Quién tendrá el control del partido: Hipólito o Abinader? ¿Se enfrentarán o armonizarán? ¿Crecerá el partido? ¿Quién será el líder a encabezar la candidatura presidencial? ¿Se reorganizará la dirección? ¿Dominará la vieja guardia o se abrirán espacios de dirección a los jóvenes electos? ¿Logrará el PRM proyectar una imagen y visión de partido moderno, o sucumbirá ante el predominio de las viejas prácticas del perredeísmo?

Si el PRM logra articularse y crecer, entonces habrá un partido de oposición con posibilidades de llegar al poder en el 2020. Si fracasa en el intento, eso se traducirá en ventaja para el PLD. No hay que olvidar que el PLD lleva 20 años creciendo a expensas del PRD y del PRSC, y el PRM podría servir el mismo propósito si no administra bien sus conquistas electorales. Está en la cuerda floja.

En el PRD, aunque disminuido, se librarán también batallas. Los disidentes internos seguirán intentando despojar a Miguel Vargas de la jefatura, aunque no será fácil. Controlar la franquicia es fundamental para negociar con el PLD, o con cualquier otro partido, y lograr beneficios pírricos es lo único que puede hacer el PRD en estos momentos. No es posible desarrollar membresía ni simpatías propias en la condición de socio en una alianza donde otro partido es dominante. Si el PRD sigue siendo lo que es hoy, recorrerá el mismo camino que el PRSC. Ambos tienen dirigencias hábiles para buscar ventajas, pero han perdido el arraigo electoral.

Del PRSC hay poco que esperar. Es un partido electoralmente colapsado por múltiples divisiones. Sus dirigentes usan la franquicia para agenciarse posiciones electivas o designadas. Aliarse al PRM fue un golpe de suerte para asegurar el 5% de los votos que necesitaba en el 2016 para recibir muchos millones del financiamiento público de partidos hasta el 2020.

Muchos de los llamados partidos minoritarios seguirán haciendo negocios con el PLD; son parte del bloque gubernamental. Y los que abandonaron la alianza peledeísta (FNP, PQDC, PUN y APD), esperan que resurja Leonel para reintegrarse a la coalición peledeísta de la que tanto usufructuaron.

En todo este tejemaneje hay una evidencia clara: el Estado sigue siendo el gran botín de reparto y los políticos luchan por ser los agraciados. Falta una real esperanza.

Artículo publicado en el periódico HOY