- 1. Antecedentes. Bruno Rosario Candelier fue electo como director de la Academia Dominicana de la Lengua (ADL) en julio de 2002, en razón de que el titular, Mariano Lebrón Saviñón, declinó la reelección con el argumento de que se necesitaba inyectar sangre joven y nueva a la institución.
- 2. Bajo ese predicamento, entramos como miembro de número entre 2002 y 2003 Andrés L. Mateo, Manuel Núñez, Manuel Matos Moquete y el suscrito y, posteriormente, Pedro Vergés y Guillermo Piña Contreras. Esa sangre nueva intentó introducir un cambio en la gestión personalista y autoritaria con que Rosario Candelier dirigía la corporación. En las elecciones de julio de 2005 nos propusimos viabilizar ese cambio con una nueva directiva encabezada por el suscrito, pero como informé en el artículo anterior, mi candidatura perdió por un voto (9 a 8), porque el día de las elecciones el cardenal López Rodríguez decidió votar por Rosario Candelier, pese a que se había comprometido ante Irene y ante mí a votar por mi candidatura cuando le visitamos para recabar su voto. El presidente de la Comisión Electoral, Andrés L. Mateo, anuló el voto de Suro, muy enfermo y con Parkinson, porque su firma había sido falsificada por el director y su voto rellenado a favor del director.
- 3. Pero lo que vino a alertar a don Mariano Lebrón Saviñón y a los colegas de su antigua directiva acerca de la deriva autoritaria y fraudulenta de Rosario Candelier fue la reforma estatutaria ilegal que este operó el 13 de enero de 2006 mediante la cual cambió las funciones del Secretario Perpetuo, eliminándole lo de perpetuo, y las funciones del Tesorero, eliminándole la facultad de firmar junto a él los cheques, y, además, atribuyéndose la facultad de crear una cuenta bancaria separada sin que el Tesorero tuviera acceso a su manejo. Esta conducta y acción del director llamó a los académicos a sospechar, aunque en derecho se supone la buena fe y la inocencia hasta que no se pruebe la culpabilidad del delito, que el director Rosario Candelier deseaba, y lo logró hasta hoy, dotarse de poderes dictatoriales para gobernar a su antojo la Academia Dominicana de la Lengua.
- 4. El conflicto estalló luego de celebradas las elecciones de julio de 2005, tal como llevo dicho, cuando aquel 13 de enero de 2006, Rosario Candelier se inventó una reforma de los estatutos sin que los miembros de la junta directiva y otros miembros de número participaran en la inexistente asamblea estatutaria y cuyos resultados publicó, contra viento y marea y desafiando incluso a los académicos que le habían encumbrado en el cargo de director, en el Boletín 20 de 2008, órgano de la ADL, que vio la luz en junio de 2009. En los Estatutos publicados en ese Boletín quedan eliminadas las atribuciones del Secretario Perpetuo y del Tesorero y se las confiere a sí mismo el director. O sea, una verdadera dictadura. A partir de ahí, los académicos de número que han enfrentado esta dictadura de Rosario Candelier, muy parecida en sus métodos a la de Trujillo que todo lo designada de dedo, según su voluntad omnímoda, solo reconocen la validez de los estatutos de 2002 y los nombramientos de académicos de número propuestos concorde a estos estatutos y por los cuales el director y sus secuaces nunca votaron. Nos reservamos el derecho de contratar a juristas que nos evacuen una opinión autorizada para que nos digan si las acciones emprendidas por Rosario Candelier son todas o no nulas de pleno derecho. Y por la presente instancia solicitamos al Tribunal Administrativo, sito en el edificio de la Procuraduría General de la República, o a la Cámara de Cuentas si es de su atribución, y a la oficina que dirige Milagros Ortiz Bosch sobre Ética y Transparencia Gubernamental, con el objetivo de que sea realizada una investigación o auditoría sobre el manejo de los fondos aportados por el gobierno a la ADL, así como el destino de otros recursos internacionales recibidos por la corporación y para que se determine si los referidos dineros públicos o privados han sido manejados, desde 2002 hasta hoy, con pulcritud y transparencia.
- 5. Cuando estalló escándalo de la reforma fraudulenta a los estatutos por parte de Rosario Candelier, la junta directiva dirigió en fecha 16 de febrero de 2006 la carta siguiente a los miembros de la ADL: “LOS ABAJO FIRMANTES rechazamos categóricamente los acuerdos de la supuesta Asamblea celebrada en fecha 13 de enero de 2006 por las siguientes razones. 1) Las propuestas conocidas en dicha Asamblea no emanaron de la mayoría de los Miembros de la Junta Directiva, ni fueron sometidas al Pleno tal como lo establecen los Estatutos vigentes al momento de la celebración de dicha Asamblea. Sólo dos (2) de los siete (7) miembros de la Junta Directiva asistieron a tal reunión. 2) Los procedimientos de modificación de los Estatutos no cumplieron con la normativa que los mismos establecen para ese efecto, a saber: a) La debida convocatoria del Pleno acompañada de una copia de la propuesta de modificación estatutaria: b) La convocatoria del Pleno con la asistencia mayoritaria y personal, no por delegación ni carta firmada: c) la asistencia personal y mayoritaria de los Miembros de la Academia: d) discusión artículo por artículo de las modificaciones estatutarias propuestas: e) la votación deberá ser por mayoría absoluta, y si no asistiese esta se procederá a una nueva convocatoria con los que estén presentes. 3) En cuanto a la ampliación de nuevos miembros de número, se debió contar previamente con una modificación legítima de los Estatutos. En consecuencia, al no cumplirse con este requisito, dicha ampliación es nula de pleno derecho.
Por otra parte, nos extraña que las convocatorias enviadas a los Miembros de la Junta Directiva y a otros Miembros de la Academia se hagan de manera selectiva y se les entregue la comunicación días después de que se ha efectuado la reunión de la Junta.
Igualmente, hemos verificado la usurpación y obstrucción de las funciones de la académica Irene Pérez Guerra, Secretaria Perpetua de la Academia, del Tesorero, el académico Manuel Núñez, quien hasta el presente no ha firmado ningún cheque de los emitidos por la actual dirección, así como tampoco conoce ningún aspecto del desenvolvimiento financiero de la Academia, y del Bibliotecario Perpetuo, el académico Manuel Matos Moquete.
En tal virtud, en ejercicio de lo establecido por los Estatutos, convocamos al Pleno de la Asamblea de la Academia a la reunión a celebrarse el viernes 24 de febrero de 2006 a las 6:00 p.m. en la sede de la Academia, para que discuta el contenido y el procedimiento de las resoluciones de dicha comunicación, y para que el Director ofrezca las explicaciones que juzgue pertinentes sobre la misma.
Por la Junta Directiva: Irene Pérez Guerra, secretaria perpetua; Manuel Núñez, tesorero; Manuel Matos Moquete, bibliotecario perpetuo; Andrés L. Mateo, vocal. Y suscriben dicha convocatoria, los miembros de número: Víctor Villegas, Mariano Lebrón Saviñón, Lupo Hernández Rueda, Carlos Esteban Deive y Diógenes Céspedes.
El segundo documento es la contundente carta del académico Lupo Hernández Rueda, uno de los juristas, junto a Víctor Villegas, más sobresalientes del foro dominicano, dirigida a Rosario Candelier ante la flagrante violación de los Estatutos de la Academia. Dice así la misiva del poeta Hernández Rueda al director de la ADL, fechada el 20 de febrero de 2006, a propósito de la carta anterior firmada por la Junta Directiva y otros miembros de número: “Honorable Señor Director: Muy respetuosamente, me adhiero a la petición dirigida a Usted por algunos Académicos, de convocar al Pleno de la Academia, por entender que se les privó de su derecho a presentar candidatos a Miembros de Número de la Academia, sobre la base de que no se cumplió con las disposiciones de los artículos 4 y 5 de los Estatutos de la Academia ni en el Acta levantada el 13 de enero del año en curso, consta la comprobación del quórum estatutario y si las decisiones adoptadas fueron por unanimidad o votación dividida.
Sin otro particular, le saludo con sentimientos de alta estima y consideración, muy atentamente, Dr. Lupo Hernández Rueda, Académico de Número.”
El director Rosario Candelier desconoció estas dos cartas firmadas incluso por los académicos que le encumbraron a la posición de director y siguió, como era de esperarse del ejercicio de un poder dictatorial y usurpado, de violación tras violación, hasta el día de hoy, de los Estatutos de la institución y reeligiéndose, cada tres años, como en la era de Trujillo, con una junta directiva que funciona a manera del poder legislativo de Trujillo y con unos académicos nombrados de dedo y con los procedimientos de la violación de los estatutos de 2002, incluso de los fraudulentos que figuran en el Boletín 20 de 2008.
Desde 2002 hasta hoy, Rosario Candelier y quienes les han acompañado en esta aventura, han reído de primero, burlando todas las normas. Pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista y llegará el día en que otros rían de último y restablezcan la justicia y la institucionalidad de la ADL.
- Conclusiones:
1) Los académicos correspondientes no votan ni tienen que intervenir en disputa entre académicos de número. En los estatutos de 2002 esta figura del académico correspondiente no existe. Los Estatutos de 2002 son los únicos válidos que el grupo Pedro Henríquez Ureña reconoce, porque la reforma estatutaria de 2006 que nombra académicos correspondientes dominicanos es ilegal, como se vio por las dos cartas arriba transcritas.
2) El fraude y la ilegalidad implantados por Bruno Rosario Candelier en la Academia desde 2006 fueron siempre enfrentados por un grupo de académicos conscientes de sus responsabilidades. Si no se ha triunfado, ha sido por la construcción de una mayoría mecánica nombrada de dedo por Bruno Rosario Candelier, muy ligada a la mediocridad como forma de ascenso social y al clientelismo y al patrimonialismo como forma de hacer política.
3) En esta labor de construcción de su poder absoluto en el gobierno de la Academia, Bruno Rosario Candelier contó, como activista del peledeísmo, con el apoyo de los gobiernos de Leonel Fernández de 2004 a 2012, al grado de que se intercambiaron favores: Leonel nombró a Bruno Rosario Candelier como subsecretario de Estado de Educación, encargado de los asuntos culturales en 1999 y en 2000 le designó director general de Bellas Artes y Bruno Rosario Candelier nombró a Leonel, de dedo, como miembro de número de la ADL, cambalache al mejor estilo de Santos Discépolo. Leonel no reúne los 4 requisitos que se exigen para ser miembro de número: ser lingüista, filólogo, gramático o tener una obra literaria de trascendencia local o internacional. Al día de hoy también cuenta Bruno con la simpatía de algunos miembros del perremeísmo.
4) El grupo Pedro Henríquez Ureña por el Rescate y Adecentamiento de la ADL seguirá su lucha emprendida desde 2005 para institucionalizar nuestra corporación sin el clientelismo ni el patrimonialismo practicados por Bruno Rosario Candelier, lo cual le ha permitido gobernar la academia como un dictador perpetuo que no le rinde cuentas a nadie.
4) A Rafael González Tirado, secretario perpetuo que aspiraba en 2008 a director y a quien el grupo PHU le prometió su apoyo en esa faena, fue triturado por Bruno y, cansado, decidió renunciar cuando el director le eliminó lo de perpetuo al cargo en la reforma ilegal de los estatutos efectuada en 2006.
5) Los académicos de número que tengan ojos para ver, que vean y oídos para oír, que oigan. Ellos, que son los que quitan y ponen autoridades, son los únicos responsables de la situación de su ADL. No queremos activistas políticos en la dirección de la Academia Dominicana de la Lengua.