Juan Domingo Perón desarrolló una meteórica carrera militar. Siendo teniente coronel el 10 de marzo de 1943 participó en la creación del Grupo de Oficiales Unidos GOU, intentando mantener la neutralidad de Argentina en la Segunda Guerra Mundial e impedir que los trabajadores fueran captados por el comunismo.
En septiembre 1943 el GOU derrocó el gobierno de Ramon Castillo. Perón desempeñó altas posiciones y en junio 7, 1944 el presidente, General Edelmiro Farrell lo nombró vicepresidente, complementando sus otras funciones: Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión Social. Junto al teniente coronel Domingo Mercante, su más cercano colaborador, Perón tomó decisiones que le generaron simpatías obreras sin precedentes y que también le provocaron el rechazo de grupos de poder tradicionales.
En octubre 8, 1943 hubo una manifestación multitudinaria organizada por opositores políticos y empresarios que repudiaban a Perón y demandaban su destitución. Pugnas internas dentro del gobierno militar culminaron el 9 de octubre exigiéndole al coronel Perón renunciar a todas sus funciones. Perón se despidió de los trabajadores con un histórico discurso y el día 13 fue llevado detenido a la isla Martín García. Amargado, y sintiéndose traicionado, Perón se negó a ser revisado por un célebre médico y en la madrugada de octubre 17 fue trasladado al Hospital Militar en Buenos Aires. En esos momentos tristes Perón escribió con “letra Palmer” impecable dos cartas: a Domingo Mercante y a su compañera sentimental, Eva Duarte, que le había sido presentada por Mercante.
La de Mercante está fechada en octubre 13 en la Isla Martín García y la dirigió a “Mi querido Mercante”. Se quejaba de que estaba “incomunicado”.
“A pesar de las palabras de honor que me dieron en su presencia”. Prosiguió: “… Cuando llegué aquí supe lo que vale la palabra de honor de los hombres”. “Sin embargo, yo tengo un amigo fiel y una mujer que me quiere y yo adoro”. “Yo he escrito al General Farrell pidiéndole que me acelere al plazo mínimo el retiro del Ejército que solicité y le ruego que usted tenga la generosidad de ocuparse de ello a fin de terminar de una vez con eso. Si el General Farrell se ocupara pudiera salir inmediatamente”. “Hoy le escribí a Evita pidiéndole una radio para no estar tan aislado…”. “Le encargo que arreglen con Subira, para plantear mi caso en forma legal pues yo no he cometido delito alguno, ni militar ni civil” … “Sería interesante que me informara cuál es mi situación pues aún no sé de qué se trata”.
La de Eva la dirigió a: “Mi adorable tesoro” … “Ahora sé cuánto te amo y que no puedo vivir sin ti” … “Escribí hoy a Farrell, pidiéndole acelerara mi excedencia y, tan pronto salga de aquí, nos casaremos y nos iremos a vivir en paz en cualquier sitio…” … “No pierdas los nervios ni descuides tu salud en mi ausencia hasta que vuelva…” … “Dile, por favor a Mercante que hable con Farrell para saber si autorizan que nos vayamos a Chubut. Creo también, que tendrías que poner en marcha algún tipo de papeleo legal” … “Si se acepta mi excedencia nos casaremos al día siguiente… pero sea lo que sea pondremos fin a tu vulnerable situación”.
Aislado y derrotado, como lo expresan sus cartas, Perón no imaginó que el día de su traslado al Hospital Militar ocurriría una histórica movilización de trabajadores y “descamisados” que pautaría la vida de su país hasta hoy.