Con asombro he visto cómo en las redes sociales, especialmente Twitter, la intelligentsia actual plantea que Cartas a Evelina es una obra actual y que debe ser leída con carácter de «obligatoriedad» para entender lo que somos hoy como país. Como ninguno de lo que han propuesto esta actualización de una obra que, precisamente este año, cumple 80 años de publicada, no puedo refutar las proposiciones que sostienen tal juicio; así que solo plantearé por qué esta obra de Moscoso Puello, si bien hay que leerla, hay que colocarla en su justo lugar; por tanto, solo una lectura crítica de ella podrá ver cómo no retrata la dominicanidad.

Ciertamente, esta es de las obras literarias de Francisco Eugenio Moscoso Puello que más se han reeditado; pienso que va por la quinta o sexta reedición y, con certeza, se preparan otras como parte de políticas editoriales que intentan rescatar las grandes obras dominicanas. Lo cual aplaudo, solo que me gustaría que no olvidaran otras obras importantísimas de autores que no causaron tanta polémica en sus escritos y que muestran alternativas más tolerantes y menos racialmente prejuiciadas en el afán de entender la complejidad que somos. De igual forma, que alentaran la publicación de ensayos de interpretación social más actuales y menos en la línea de un esfuerzo por renovar la visión negativa hacia el pueblo dominicano.

Primero, ¿qué es Cartas a Evelina? Esta obra de Moscoso Puello es una colección de cartas dirigidas a una entidad ficticia, Evelina, y publicadas previamente, en su mayoría entre 1930 y 1935, como artículos de opinión bajo el título de IDEAS en el Listín Diario. Según nos confiesa el autor en nota aclaratoria a la primera edición, las publicaciones fueron pensadas como un esfuerzo de realizar una obra de psicología social, al estilo de los pensadores franceses del siglo XIX. Esta psicología social del pueblo dominicano se supone que mostraría las características del «alma dominicana», un eufemismo interesante para designar la cuestión crucial sobre la identidad colectiva, pero al médico dominicano este último concepto le es ajeno, o se hace que le es ajeno, y utiliza conceptos propios al siglo XIX como «alma», «unidad nacional», «carácter», «espíritu de los pueblos». Todos conceptos más afines a los pensadores que usaron las ciencias sociales como ideología racista para justificar el proyecto de dominación de unos pueblos, civilizados/blancos, sobre otros menos civilizados/negros.

En las lecturas y comentarios que se realizan sobre Cartas a Evelina, se le tilda de ensayo sociológico y no lo es. Es una obra de psicología social en la que se pretende describir los rasgos del alma dominicana bajo una idea fundamental: el fracaso de la nación dominicana. Moscoso Puello está en la línea de García Godoy en El Derrumbe (1916) y en la línea de José Ramón López y otros pensadores decimonónicos en torno a la inviabilidad de la nación dominicana dada su composición étnico-social. En todos ellos, hay una visión negativa del pueblo dominicano, del pobre, del campesinado dominicano. Pero ¿cuál es la razón para este fracaso de la nación dominicana y esta visión negativa sobre el pueblo dominicano? En el caso de Moscoso Puello hay una amalgama de factores étnicos, históricos, sociales, geográficos que inciden y determinan nuestro fracaso en la ruta hacia la civilización.

Si usted es de los que piensa que la identidad de una nación es una sustancia permanente o que hay una especie de tara étnico-social que se transmite de una generación a otra, le encantará la lectura de Cartas a Evelina. Pero si piensa que la identidad de una nación es un complejo cultural en diálogo permanente con las diferencias, leerá críticamente esta obra y verá cómo es una continuidad con un discurso de poder racialmente prejuiciado y clasista.

El discurso de Moscoso Puello es polémico en todas sus obras literarias. Por sus constantes recursos a la ironía y a la exageración se puede no estar seguro en qué tomarle en serio y qué tomarlo en burla. Yo le tomo todo en serio, sobre todo sus líneas constantes de argumentación montadas sobre los determinismos geográficos y biológicos del siglo XIX.

Cartas a Evelina es una obra para leer críticamente, no actualizarla.