Cartas a Evelina es la obra literaria más popular de Francisco Eugenio Moscoso Puello (1885-1959). Es una colección de cartas publicadas en 1941 bajo ese título. Anteriormente las cartas habían sido publicadas en 1913, las cinco primeras, en Cuna de América; dos en San Pedro de Macorís en una revista llamada S.P.M y las demás en el Listín Diario, entre 1930 y 1935. Así nos los refiere el autor en una nota aclaratoria en la primera edición de la colección. Todas las cartas publicadas en Listín Diario se hicieron bajo el título de “Ideas”, aunque traían la dedicatoria “A…Evelina” como epígrafe.

La publicación de la obra no tuvo gran repercusión en 1941; pero sí en 1974 en su segunda edición. Del autor se conocían sus artículos y conferencias tan controversiales como sus cartas. Solo en 1942 Manuel Martínez Boog realiza unos comentarios laudatorios en el Listín Diario sobre el autor y la publicación. El psiquiatra Antonio Zaglul dice que Moscoso Puello fue apresado a raíz de esta publicación y que, una vez preso, intentó cortarse la yugular. Para la fecha, el autor de las cartas ya era un renombrado escritor, profesor universitario y un eminente cirujano así que fue dejado en libertad. Por el momento no he encontrado ninguna referencia a este hecho que respalden lo dicho por el psiquiatra dominicano.

Cartas a Evelina, y esto también lo comenta Martínez Boog, es un texto con mucha novedad para la fecha y para la tradición literaria dominicana. Es de escasa presencia en nuestras letras usar el discurso epistolar como un “género” o como una estructura narrativa; como se hizo abundantemente en el siglo XVII y el XIX. Era muy frecuente en Moscoso Puello este tipo de novedad a través de la recuperación de formas antiguas o del hibridismo entre formas modernas de escritura y géneros poco usados en nuestras letras. Es el caso de Navarijo y de Cañas y bueyes, dos híbridos literarios.

Mucho se ha dicho sobre Cartas a Evelina como un ensayo sociológico. Esto no me parece correcto. Si bien el ensayo es flexible en cuanto a formas empleadas para el discurrir del pensamiento; la obra de Moscoso Puello obedece más a la tradición medieval de las epístolas humanísticas que a los “essais” de Montaigne.

La cuestión no es solo la dedicatoria y la colocación de la colección bajo el grupo de “cartas” en 1941, sino que en cada texto hay un tratamiento de los temas que no tiene la unidad temática de los ensayos. Incluso, aunque las cartas comparten con los ensayos la reflexividad y la estructura argumentativa hay un tono subjetivo en las primeras que es más pronunciado que en los segundos.

El problema de nuestros estudios literarios es que son muy repetitivos de lo que los primeros lectores han dicho en torno a las obras que han marcado una época. Incluso, falta mucho en nuestro país en términos de estudios de literatura comparada, de estudio de los géneros y las tradiciones literarias y nuestras obras de principio de siglo XX. Por ejemplo, no se ha buscado la relación entre Vicente Blasco Ibáñez y nuestra literatura de corte social o la conexión entre José Cadalso y sus “Cartas marruecas” y la obra que nos ocupa hoy.

Regularmente encontramos en los comentarios o reseñas de Cartas a Evelina como un ensayo sociológico. Ciertamente que durante los años treinta del siglo veinte se usó la estructura epistolar para debatir ideas, pero eran cartas públicas sin destinatario ficcional y eran intercambios epistolares. Aunque, Rilke hizo un ensayo con estructura epistolar en Cartas a un joven poeta (1929), allí el destinatario tampoco es ficcional. Evelina es una ficción, por tanto, no hay intercambio y ya ese rasgo tiende más hacia la epístola humanística que hacia el ensayo.

En la nota aclaratoria, el autor dice que la obra se escribe para “los que se interesen por conocer la psicología del pueblo dominicano”. Estas palabras son importantes porque para la época se hacía diferencia entre los estudios sociológicos y esta búsqueda del “espíritu de los pueblos” al estilo Alfred Fouillée y el conde de Gobineau. Cartas a Evelina es una obra pionera de psicología social, como la trata Josefina Zaiter.