Estamos a finales de febrero del 2019, a unos días del mes de marzo y hasta este momento no se sabe nada de los resultados del Concurso literario Letras de Ultramar VIX 2018. Algunos estamos preguntándonos qué ha sucedido en el interior del Comisionado Dominicano de Cultura que no ha informado al público, sobre quiénes son los ganadores de ese premio tan importante en las áreas correspondientes a Poesía, Cuento y Novela y otros géneros. Yo creo que la comunidad internacional debe enterarse. Alguien debe divertirse a costa de nuestro dolor y deslizarse en la nieve de los signos de interrogación.
Algunos se preguntan desde esta burbuja colectiva, si pasó algo que no debiera ser del dominio público. Dígannos, si se perdió el barco ebrio con los manuscritos del futuro de la literatura dominicana. ¿Hay algún misterio doloroso que genera tanto miedo a la información? ¿Sabe alguien cómo se llama ese cíclope o ese Robocop de la ternura? ¿Ocurrió algo misterioso, determinado por poderes que trascienden la política interna del Departamento de Cultura Dominicano, radicado en la ciudad de Nueva York; cuyo radio de acción se extiende a otras ciudades donde hay presencia importante de dominicanos y descendientes del mismo origen?
Debido a mis temores, he estado haciendo un sondeo, a través de llamadas y conversaciones directas con miembros de la comunidad para saber qué pasa que no se ha declarado quiénes son los ganadores del Concurso Literario Letras de Ultramar del 2018. Lamentablemente, nadie tiene información suficiente sobre este importante certamen que está llamado a darle vida a la literatura dominicana en los Estados Unidos y que debe ser un gesto que contribuya a cuestionar el anonimato de nuestra cultura y que sirva también para promover la imaginación cultural y el ejercicio literario fuera del país, puesto que en este concurso participan escritores que viven en el territorio continental de los Estados Unidos y en distintas partes del mundo.
Me he enterado vía rumores, conversaciones marginales, comentarios accidentales que oí o compartí como parte de otras preocupaciones que no entran en el territorio temático de esta primera carta. El CONCURSO HA SIDO CANCELADO O CERRADO, ESTANDO ABIERTO. Si se me desmiente categóricamente, también pediría disculpas de manera pública y me retractaría por este inconsolable abuso de confianza. Si protagonicé una puñalada a traición, creyendo haber actuado con derecho y en legítima defensa.
Mientras espero esa aclaración, debo decir que no se le ha comunicado a la comunidad ni en cartas específicas, a los escritores participantes, absolutamente nada, con relación a este asunto tan serio. No conozco un país donde haya sucedido eso antes. Ojalá que mañana o esta misma noche, llegue la noticia rectificadora de que HAY UN VEREDICTO IMPARCIAL Y TRANSPARENTE, Y SI LOS NOBLES JURADOS RECIBIERON CARTAS sobre las obras que juzgaron y si aún no han recibido el pago para entregar el resultado.
No sabemos nada. Se cree que vivimos en una sociedad donde nosotros carecemos de derechos humanos. La constitución de la República Dominicana parece que no nos protege. Debe haber otra que sí lo haga. Es urgente que el Lic. Carlos Sánchez, el Magnífico Comisionado Dominicano de Cultura, nos haga llegar, por esta misma vía, una respuesta clara y contundente, a la mayor brevedad posible. Mi memoria recordó el tono medieval de la presentación del Rector Magnífico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. No voy a hablar en esta carta sobre la ola de rumores sobre una crisis en el interior de los aposentos de la cultura dominicana en el exterior. Lamentablemente, ya el mal olor cruza el Puente de la 225, el de la 207 y el de la 181. Cuidado si cruza el de la 145, la calle histórica o el de la 155. Pronto regresan los peloteros. Hay algo maligno en las aves de rapiña que remodelan el Bronx y desalojan la isla de la fortuna sospechosa. No quisiera pensar que la única documentación con la que contamos es la penitencia del rumor. Esta carta no debería ser tomada como ficción provocada por la impotencia. NO ES ÉTICO. AMO A MI PAÍS, pero más amo la verdad. Por favor, tengan el valor de ponerse de acuerdo.
Hablar sobre rumores puede servir de excusa a quienes creen que no nos compete lo que pasa en LA OFICINA QUE NO ES ni por asomo LA CASA VERDE, novela que le dio fama al novelista peruano, Mario VARGAS Llosa. Tampoco es EL BOHÍO DE LOS ESPÍRITUS (la de Isabel Allende) que financia el pueblo dominicano del exterior con sus remesas bendecidas por la virgen de la Altagracia.
¿Saben ustedes cuánto aportamos anualmente al bienestar económico de los beneficiarios de una economía que no para de crecer? Hay que buscar unos binoculares para imaginar el globo de la risa y el olvido que busca rescatar el doble del planeta Júpiter. Según datos del 2018, las remesas aumentaron un 10,6%. De acuerdo con informes del Banco Central, los dominicanos que vivimos fuera del país aportamos 3,215 millones de dólares por concepto de remesas enviadas, producto del trabajo como docentes, home attendant, taxistas, poetas, jueces, abogados, directores de escuelas, narradores, astronautas, brujos del infortunio, etc. ¿Sabemos nosotros cuánto se invierte en financiar el Comisionado de Cultura? ¿Cuál es el salario de hambre de sus funcionarios? ¿Sabes tú, querido lector, cuántas auditorías se han hecho en estas gestiones infinitas y si ha habido información pública para satisfacción de quienes son los verdaderos dueños de LA CASA VERDE? Discúlpeme. Digo verde por el delicioso olor de los billetes del financiamiento y no por la novela a la que hice referencia.
Cuando me enteré de que el Concurso Letras de Ultramar fue clausurado, estando abierto, me pareció la inauguración de UN MACONDO FLOTANTE, una jungla transnacional y me sentí más desnudo que un Dreamer. Me arrebataron el Daca de las manos y no fue la ideología de la presente cruzada de la America’s First. Sentí que me deportaban hacia una República que alimentábamos con nuestra ausencia para que nos deshonrara.
El tren Bestia no se quiere hacer cargo de mi desesperación intrascendente. ¿Quiénes me acompañan en este viaje seductor hacia la Divina comedia del terror cultural? Es este el grito de gloria de un género colectivo. La complicidad arrastra una tormenta silenciosa. Si esta carta no es más amable o diplomática, debe ser porque nunca se comunican con nosotros como comunidad, salvo si hace falta jugar al público o aumentar la audiencia. O somos el flash back de una narrativa silenciosa. No hay diálogo. Ustedes son los personajes de esa disfuncionalidad y yo, por supuesto, uno de los sonámbulos. Un diálogo supone alguna noción de elegancia civilizada y cierta dosis de valentía para reconocer que somos emisores y receptores. No somos patriotas de los bustos en ruina con una banderita cómica en las manos. ¿Somos además hermanos reescribiendo el mito de Caín y Abel, en esta aldea vertical de la blancura más salvaje? Somos otra isla bipolar con ínfulas de independencia. Las islas interiores que nos deshabitan, todavía no entran en razón.