Honorables Senadoras y Senadores

Diputados y Diputadas

A pesar de que en este momento el Proyecto de Código Penal para conocer las observaciones presidenciales se encuentra en la Cámara de Senadores, dado la historia del conocimiento del Código, me permito dirigir esta carta a todo el Congreso.

La no penalización de la interrupción voluntaria del embarazo, es un tema tan polarizado y tan debatido en la República Dominicana que podría pensarse que no hay nada nuevo que decir. Ahora bien, parecería que, aunque sea para decir asuntos ya establecidos, hay que volver sobre el tema, porque sigue la indecisión.  Les solicito encarecidamente como ciudadana de este país al que amo, que puedan regalarme un momento de su tiempo y leer esta comunicación.

Me parece importante reflexionar sobre algunos rumores esparcidos, en los que se cuenta, que un gran número de ustedes han expresado que no pueden apoyar las observaciones presidenciales, por un asunto de relaciones primarias con los curas que se oponen. De ser esto cierto, es vital, es necesario, es urgente, volver sobre características intrínsecas a la función legislativa.

1.De ser cierto, legisladores y legisladoras, eso de que no pueden apoyar las observaciones del Presidente Medina, por amistad con los curas y eso les compromete individualmente. Quisiera con mucho respeto y deferencia recordarles que su responsabilidad al legislar no es con sus amistades, es con la población. La solidaridad en la amistad es del ámbito privado; yo estoy segura que están al tanto más igual quisiera recordarles, que la gestión pública y la responsabilidad de legislar trasciende las relaciones primarias. Por otra parte, me permito asegurarles que si porque ustedes apoyen la observación presidencial un cura le retira su amistad, no se preocupen, yo les entrego la mía. Y como vivo en Santo Domingo, si usted es de Provincia y realmente le interesa una amistad territorialmente más cercana, me ofrezco a buscarle una legión de amigas y amigos que les visiten y compartan con ustedes. Y no me cabe la menor duda, de que incluirá feligreses.

No es un secreto para nadie las altas cifras de aborto clandestino que hay en el país, y comparando estas cifras con la cantidad de mujeres dominicanas que asisten a iglesias, puedo asegurarles que una gran parte de ellas han interrumpido un embarazo en algún punto de sus vidas. Y que muchos hombres de iglesia han apoyado esta práctica. Situación que les debería hacer conscientes de la hipocresía de continuar penalizando la interrupción del embarazo en todas las circunstancias y de obligar a las mujeres con medios económicos limitados a hacerlo en condiciones de riesgo, en ocasiones extremo. Yo pienso que hasta los curas están enterados de esa realidad, porque ellos brutos no son. Así que de verdad no me parece necesario tener miedo, apoyen la observación presidencial, fíjese que el Presidente no se ha quedado sin amigos por observar el Código. En el supuesto de que el Presidente pierda amistades, sería por otras situaciones.

2. Quisiera también recordarles que no hay conciliación posible entre la posición de las iglesias y las personas que supuestamente son “pro vida”, y solicitan la prohibición del aborto en todas sus circunstancias. Y las personas que realmente son “pro vida”, (la vida de las mujeres), y abogan por la despenalización del aborto por causales. Fíjense bien, despenalización, no inducción, no obligación. Como puede notarse, son posiciones irreconciliables.  Está clarísimo que quienes alegan “defender la vida” y niegan cualquier posibilidad de interrupción del embarazo, tienen una posición basada en fundamentalismos religiosos, no en el derecho. ¿Cómo se concilia si se parte de epistemologías cuasi antagónicas?

Recuerden por favor que el Estado legisla desde el derecho y no desde la religión. Es más, yo considero que está bien tener religión. La libertad religiosa es un derecho consignado en todos los instrumentos nacionales e internacionales que reconocen derechos humanos. Precisamente en nombre de esa libertad, es que se hace imposible que alguien exija que el Estado imponga credos y convierta “el pecado” en delito o crimen. La religión es del ámbito privado, el delito y el crimen del ámbito público. No hay conciliación posible, porque la oposición al aborto en todas sus circunstancias busca imponer credos religiosos a toda la población. La lógica del derecho establece que ningún derecho es absoluto, y establece los juicios de ponderación para decidir cuál debe privilegiarse frente a otro, incluso con el derecho a la vida. Esto nos lleva al último punto de esta carta:

3. No me voy a referir a la Constitución, porque ya está bastante evidenciado que, en un juicio de ponderación, el derecho del nonato, no puede privilegiarse frente al derecho de la persona, en este caso la mujer, que es quien se embaraza, el Profesor Eduardo Jorge y otros juristas lo han explicado de forma magistral. Quiero referirme al Código Civil, y su asignación de derechos de personalidad a partir de nacer vivo y viable. Y en los casos que reconoce algún derecho desde antes, lo condiciona a la esta condición. Fíjense bien, el Código Civil vigente, establece que el natimuerto, se reconoce como tal a partir del quinto mes de embarazo. Quinto mes, no antes.

El Código no se refiere al feto entre el mes uno y el cinco, por la sencilla razón de que no es viable fuera del vientre de la madre. Y esto no significa que el embarazo no esté protegido desde su origen. Pero como en el caso civil, lo que está en juego es el patrimonio, ahí está bien, ahí se acepta que sea a partir de los cinco meses que se inicie la presunción de vida y viabilidad. Ahí se tiene una claridad meridiana no controvertida, sobre la cuestión del derecho a proteger.

En el derecho penal, no está en juego el patrimonio, sino la vida de las mujeres, ahí no es importante proteger el reconocimiento y condicionarlo a la vida y viabilidad del feto. Es otra manera de evidenciar que no es una lucha a favor de la vida. Es una lucha mediatizada por la oposición feroz a reconocer a las mujeres como sujetas de derecho en capacidad de tomar sus decisiones.  Parecería que se persiste en la idea de las mujeres como ser humano de menor valor, que vale en tanto y cuanto es la reproductora de la especie. He caído en la recurrencia del tema de los derechos de las mujeres, porque es evidente que el reconocimiento dogmático a la vida del feto, tiene como correlato la valoración de las mujeres solo en su función reproductora. Si es por salvar al proyecto de vida, no importa que pierda la vida quien lo tiene adentro y ya es persona y esta viva. Es más importante “el fruto en su vientre” que la vida de la niña víctima de incesto. Parece que la vida de las mujeres sigue siendo de menor valor, la lógica para seguir penalizando la interrupción voluntaria del embarazo por causales, es esa lógica perversa que nos cosifica en nombre de “la preservación de la vida”, es decir lapidariamente, que las mujeres para lo que servimos es para parir.

Podría mostrarles cifras de las muertes por abortos inseguros, podría mostrarles evidencia de que no es más traumático un aborto, que un embarazo forzado, podría hablarles de cómo las investigaciones cada vez más, desmontan el mito de que las mujeres que han tenido que abortar por alguna circunstancia se convierten en seres tristes y pesarosos, pues en un tema de sugestión religiosa, en consecuencia, si se elimina la sugestión se elimina el pesar. Y con esto no estoy diciendo que sea una decisión fácil, porque no lo es. También podría hablarles de la teoría que alega que esto no es tema para el Código Penal, sino de la ley de salud, postura que podría ser válida, si desaparece la palabra aborto del código, en consecuencia, no se penaliza; y la ley de salud regula las condiciones para realizarlo y los casos en que se permite.

En fin, es un tema con tantas aristas, que parece inagotable, como no es posible desarrollarlos todos en esta carta , solo quiero recordarles que les he ofrecido mi amistad sincera, así que podemos conversar si les quedan dudas.

Atentamente,