Aurora, gracias por invitarme a tu colegio; te veías muy bella vestida de “Anacaona”. Sin embargo, me sentí el dominicano más ignorante e hipócrita cuando el público aplaudía y mi frágil persona rodeada por padres pendientes a sus hijos y no al mensaje que se promovía “El descubrimiento de América”. No movía mis manos para seguir la complicidad de la multitud al legalizar el engaño histórico que nos han vendido por todos estos años.

Aurora,  fue en este instante que sentí vergüenza, porque debí decirte días antes de dicho evento que nadie descubre a nadie. Debí decirte que Cristóbal Colón no vino a celebrar el día de la raza hace 500 años. Debí decirte que lo que debemos celebrar es la resistencia indígena. Debí decirte que nuestros libros de textos están viciados, con una historia tridimensional. Debí decirte que no existe una cultura mejor que otra. Debí decirte que Dios no llegó con los europeos; con ellos llegó la injusticia, la explotación, la religión elitista y anti humana, estos europeos que marcaron profundamente nuestra historia y nuestra identidad. Te pido aun así  que no rechaces ninguna cultura actual por un pecado ancestral. Debí decirte que Dios estaba con los taínos porque Dios no es un objeto para ser traído, Él ya estaba.

Sabes lo más triste de todo esto Aurora?, que hasta el día de hoy, ningún ministro de educación ha tenido las suficientes agallas, audacia o valentía para co-crear un libro de texto que recoja los hechos tal como fueron, justo a nuestra historia, no para promover el odio, más bien para prevenir que la historia se repita en otros ámbitos o contexto.

Gracias Aurora por invitarme, espero que el próximo año esta celebración se convierta en una expresión de orgullo de la resistencia indígena; te prometo que estaré contigo si así fuere, y mis manos se sumaran a los aplausos de los demás, con orgullo impregnado en una esperanza transformadora que genere una nación más estable y con raíces étnicas definidas.