Señores:

Candidata y candidatos a la alcaldía del Distrito Nacional.-

Me dirijo a ustedes en una misiva ambiciosa, ciertamente, y que no podría estar mejor intencionada, pues invita a la transformación de la ciudad, a mejorar la relación que tenemos con el espacio colectivo, a repensar nuestra cultura en el marco de lo urbano. 

Aunque escribo para el Distrito Nacional y a los candidatos que se disputan esta plaza, este documento puede servir de llamado de atención para todos los aspirantes a alcaldes del territorio nacional, y espero que así sea.

Desde el sector Vivienda estamos convencidos de que ya es tiempo que tengamos una ciudad sana, limpia, verde y amigable, como contemplan los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un compromiso abrazado por República Dominicana en la cumbre de Naciones Unidas de 2015.

El objetivo número 11 de este compromiso consiste, precisamente, en “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.

En 2016, durante la Conferencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Urbanístico Sostenible (Hábitat III), en Quito, Ecuador, especialistas de todo el mundo debatieron sobre cuáles criterios deben predominar en el desarrollo de las urbes para poder cumplir con esta tarea.  Por fortuna, tuve el honor de participar en este evento.

Se concluyó que es preciso que la ciudad, lejos de ser un obstáculo para lograr los objetivos que apuntan a mejorar la calidad de vida de los munícipes, funja como un medio para alcanzarlos. La ciudad debe jugar un rol social acorde con los objetivos que nos planteamos como comunidad: estimular la inclusión social, contrarrestar la pobreza, proteger la salud de los munícipes, fomentar el ahorro de energía, reducir costos en salud, desplazamiento, servicios básicos, etc. Es decir, la ciudad, que actualmente es parte del problema, es a la vez la mejor vía para solucionarlo.

¿Qué modelo de ciudad cumple con un perfil tan virtuoso?

En Hábitat III, entre otras ideas, prevaleció el criterio de que las ciudades densas o compactas son espacios con mayor capacidad para avanzar en esta dirección. Se debe a que ofrecen más servicios con menos infraestructuras, optimizando el uso de los recursos, dando oportunidades a más personas a vivir en la ciudad y reduciendo el impacto ambiental de la actividad humana.

Para que esto sea posible la ciudad debe fomentar el uso de transporte colectivo y bicicletas, así como contar con espacios amigables para que la ciudadanía pueda caminar.

Una urbe con este perfil debe tener suficiente espacio verde, más espacio verde significa más salud y calidad de vida para la población.

Las ciudades tienen que ser inclusivas. Tienen que mostrar respeto por las personas con limitaciones físicas, los migrantes, refugiados y minorías en general. Las ciudades tienen que garantizar el derecho a la ciudad. Hay que buscar mecanismos para que todos los ciudadanos tengan acceso a los servicios de la urbe, sin importar su condición física o social.

La ciudad tiene que ser planeada. Es completamente posible definir cuál es la ciudad que se quiere construir.

Tenemos que trabajar con aspectos específicos que ayuden a lograr estos objetivos. Podemos citar algunos de los que ya se están implementando en otros países:

-Ampliar las aceras, reducir carriles para tránsito vehicular. Podemos evitar el estacionamiento de ambos lados de las calles, de modo que sea posible ampliar las aceras y sembrar más árboles. Podríamos empezar con un piloto que impulse la iniciativa en dos o tres calles de cada circunscripción en los primeros meses de la próxima gestión.

-Junto a esta iniciativa será necesario construir estacionamientos. Esto puede hacerse bajo proyectos de alianzas público privadas. ¿Cómo serán rentables? Haciendo que se cumpla la ley, y evitando que la gente se estacione en las calles y aceras.

– Para mejorar el tránsito debemos hablar, no de construir más avenidas y calles, sino de reorganizar las que ya existen, aplicando el criterio de una sola vía siempre que sea prudente. De esa manera se agiliza el tránsito, se mejora el drenaje de las calles. También se puede estudiar la posibilidad de que la municipalidad ofrezca servicio de transporte de calidad a los estudiantes. Eso ayudaría a reducir el tráfico vehicular en horas específicas.

-Es vital, para poder tener una ciudad compacta, que se modifiquen las ordenanzas que existen en cuanto a la altura, densidades y linderos de las edificaciones permitidas, en las tres circunscripciones. Con normas claras y sinceras.

-La ciudad tiene bellas edificaciones que son parte del patrimonio cultural de la nación, pero no podemos “castigar” a sus propietarios, no es justo que sus vecinos puedan demoler sus propiedades y construir torres de X niveles y ellos no. Proponemos que los propietarios de inmuebles de patrimonio cultural no puedan demoler sus propiedades, pero la alcaldía le dará “certificados de X cantidad de pisos de construcción” disponibles para ser vendidos a promotores que quieran construir en otros solares y zonas. Estos certificados les permitirán a los promotores construir más niveles que lo que permiten “la medida básica” en zonas específicas. Al vender estos “certificados de pisos de construcción” la alcaldía obtendría X pago a su favor. De este modo ganan todos: la ciudad, el propietario del patrimonio cultural, los promotores y los adquirientes de las nuevas construcciones. Todo esto en bases a normativas consensuadas.

-Las ordenanzas deben estimular las construcciones  ecológicas por parte del sector privado. Por ejemplo, si el constructor hace un “techo verde” totalmente, podría ser favorecido con el permiso para construir un piso más que lo contemplado en “la medida básica”. Igualmente, podría beneficiarse a las empresas que fabriquen edificaciones con mayores áreas verdes, o mecanismos para utilizar el agua de lluvia o aprovechar mejor la luz del sol. Incluso crear incentivos para empresas de construcción que apliquen “economía circular” en sus procesos

-El sector edificación, en general, requiere que se agilicen los procesos de aprobación de planos. Proponemos que se implemente la figura que en Colombia se llama Curador Urbano, que aquí hemos llamado Gestor Urbano. Se trata de una empresa privada que aprueba los planos en base a los lineamientos que disponga la alcaldía. De esa manera los procesos serán más sencillos y ágiles.

-Nuestros ayuntamientos, es claro, tienen pocos recursos. Es necesario idear nuevos mecanismos para aumentar su capacidad de ejecución de soluciones. En la mayoría de las demarcaciones del mundo el Impuesto al Patrimonio Inmobiliario (IPI) es cobrado por la municipalidad, aquí no pasa. Pudiera explorarse la posibilidad de reformar esa Ley para que el Impuesto pase a las alcaldías, esto facilitaría realizar luego alianzas pública privadas entre la alcaldía y los munícipes de tal manera que la alcaldía invierta en equipamientos urbanos de  X sector y por esa inversión las propiedades aumenta de valor y por lo tanto el cobro del IPI aumenta (beneficios para todos).  Demás está decir que ha sido imposible ejecutar la famosa legislación que designa el 10% de los ingresos del gobierno central para las alcaldías.

-Contribuir a la reducción de la delincuencia común: primero, volviendo a crear las escuelas de vocación para incentivar el empleo entre los más desposeídos; y segundo, iluminar adecuadamente todas las calles y avenidas, así como coordinar con las juntas de vecinos un adecuado patrulla de la policía municipal.

Para todo esto se necesita que el equipo que resulte electo tenga suficiente valentía y coraje para hacer lo que realmente requiere esta ciudad. Que conciba la transformación de la ciudad como un proyecto a mediano y largo plazo, que no se limite a lo que se le demanda para dentro de uno o dos años. Es necesario pensar en el largo plazo, en soluciones definitivas. “Pensar en las generaciones futuras y no en las elecciones futuras”.

No tengo la menor duda de que las autoridades presentes y pasadas han hecho su mejor esfuerzo para que nos acerquemos a esta ciudad que todos queremos; debemos continuar el esfuerzo para convertirnos en la ciudad con la que nos hemos comprometido.

A nivel mundial, el impacto ambiental y social que tienen las ciudades es inmenso. Actualmente ocupan solo el 10% del área del planeta, pero consumen 75% de la energía que se produce; y se espera para el año 2030, de cada 100 personas, 60 estarán viviendo en ciudades. Por lo tanto, se necesita, y urge, tener políticas claras para administrar una ciudad. El Distrito Nacional debe ir a la vanguardia de este proceso en República Dominicana. Confiamos que las nuevas autoridades irán en ese camino.