Su excelencia, Lic. Danilo Medina Sánchez, viejo amigo y otrora militante político de izquierda, y por ahora presidente de la República Dominicana.
Su elevada excelencia, permítame en esta oportunidad dirigirme a usted por medio de este artículo, -ya que personalmente sé que no podría hacerlo -, para compartirle una necesaria reflexión.
Y es que, ciudadano Presidente de la República, jamás ha existido en el mundo un presidente eterno, porque el creador del universo en su libre albedrío quiso que todos los hombres fueran mortales.
Sí, todos tenemos un día señalado, pero que no sabemos cuándo será, para partir de este mundo. Y cuando ese día nos toca solo llevamos a la tumba con nosotros la poca indumentaria con la cual nos hayan ataviado. Así de fría es la realidad del ser humano, por endiosado que parezca.
Es por lo anterior, señor Presidente, que yo no alcanzo a comprender cómo un hombre como usted, al cual conocí en la Cámara de Diputados siendo una persona sencilla, humilde y afable, al haber tenido el privilegio de que las fuerzas tutelares de la nación le permitieran llegar hasta la presidencia de la República, se haya olvidado de que el primer deber de un presidente es ser compasivo y defender por encima de todo a su pueblo. Aclaro, que a los indefensos primero, -porque son los más vulnerables -, y después a todos los demás.
A veces, pasando balance, he recordado mis conversaciones con usted. Como cuando analizábamos la situación pesarosa del país. El porqué de tanta injusticia social en la distribución de la riqueza que el país produce, en nuestras coincidencias de acción para ayudar a disminuir la inequidad social. Y hoy ,con profunda tristeza yo me pregunto: ¿Qué será lo que tiene el Palacio Nacional que cambia radicalmente a los hombres que les toca gobernar desde ahí?
Recuerdo su discurso por ante la Asamblea Nacional, el día 16 de agosto del año 2012, cuando usted juraba en la toma de posesión para ser Presidente de la República. Dijo usted, cito: “El solo rumor de que un miembro de mi gobierno haya cometido actos de corrupción será suficiente para yo separarlo de su cargo, y hacer que éste sea sometido a la acción de la Justicia”. ¿Qué ha pasado, Presidente?
La sarta de escándalo de corrupción en su gobierno y en los gobiernos de su partido, son un desafío a la vida misma de la nación dominicana. Veamos:
Que si los parqueos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Que si los parqueos de la Superintendencia de Bancos. Que si la remodelación del Darío Contreras. Que si los Súper-Tucanos. Que si la autovía del Coral. Que si los terrenos de Los 3 ojos. Que si los túneles de la Av. 27 de Febrero. Que si los elevados de la Av. Kennedy. Que si la carretera Casabito a Constanza. Que si La circunvalación. Que si la OMSA. Y finalmente, el escándalo mayúsculo de las dos plantas en Punta Catalina, y el abultado financiamiento de la fatídica ODEBRECH, que usted la mantiene impertérrita aun, trabajando en nuestro país, siendo esto una vergüenza a nivel internacional, porque ha sido ya demasiado.
Señor Presidente, no termine su segundo mandato, dejando en la conciencia del pueblo que usted ha tapado a tantos delincuentes.