Hijo bienamado, espero que te lleguen mis palabras y, aunque lejos, tú y tu madre perciban mi infinito amor en cada letra.
Continúo en esta isla bella llamada Quisqueya. Nada puedo decirte de los nativos, tal vez que algunos son jabaos de apellido Rosario, por favor lee a Brodsky: "A un errante las caras de todas las islas se parecen una a otra". Sí te diré que atrás quedaron mis días de rey, donde mi caminar, mi voz y mi mirada revelaban a un hombre acostumbrado a dar boches. Aquí he sido ebanista; he vendido flor de caña brava calle arriba y calle abajo; he tocado El Cóndor Pasa con una flauta dulce en la Atarazana; he cuidado un loco que se creía Zeus, que tal vez era Zeus; he sido camarero en el Palacio de la Esquizofrenia; he sido, soy, un infeliz. Cansado de guerrear, arrepentido de mis crímenes, sabio después del naufragio, humilde ante este insolente azur caribeño, pensé en pedirles a ti y a Penélope que vengan a vivir commigo en un pueblito llamado Sabana de la Mar, donde podíamos ser pescadores, pero los sucesos diarios me hacen comprender que esta isla está en guerra y debo continuar mi viaje. Es que la guerra, bien lo sé yo, trae dolores inmensos: los padres son asesinados por hombres asquerosos; las hermanas son violadas por hombres asquerosos; los hijos son secuestrados por hombres asquerosos; la sociedad se destruye por hombres asquerosos.
Esta isla está perdiendo esta guerra contra la delincuencia batalla a batalla. Los ciudadanos honestos compran viandas, comprueban las raciones de agua para pasar la semana, aseguran puertas y ventanas, con verjas hasta en la ventanita de un baño en el décimo piso, y como quiera el enemigo penetra sus murallas, y como quiera los dominicanos son asesinados por dominicanos en una concurrida avenida bajo la mirada indolente de un inclemente rayo de sol.
Los clamores no cesan, la venta de ataudes florece, las letanías son infinitas: "Hoy asaltaron a mi tía y la arrastraron por toda la calle El Conde por una cadena de plata"; "mañana mutilaron a mi suegro exigiendo un rescate de millones"; "ayer violaron a dos mellizas primitas mías en un cañaveral de Bayaguana"; "pasado mañana mataron a mi sobrino estudiante de la UASD robándole 53 pesos y un calendario del 2004″.
Esta isla está en guerra, y cada día hay más armas en las calles, armas que sólo sirven para caer en poder de los delincuentes tarde o temprano.
Esta isla está en guerra, y la solución no es el famoso grito de "MANO DURA" que hace eco en la policía para abusar de los ciudadanos; la solución no es instaurar la pena de muerte, como alegan los sin sesos, que los guíe definitivamente hacia la barbarie; la solución no es limitar la hora para vender bebidas alcohólicas. La solución es vasta y complicada con base en mareos a largo plazo, como la educación constante, la no impunidad y la igualdad social pero, si reformaran a la policía en serio, caiga quien caiga, el crimen bajaría, ipso facto, como un 60% mínimo (de cada 10 atracos conocidos la policía está involucrada como en 6, y de cada 10 desconocidos como en 15).
Esta isla está en guerra, y las autoridades forman parte de la delincuencia, dejando en las anónimas manos de una turba la estrategia para la justicia.
Esta isla está en guerra, y no luchan contra un invasor, no luchan contra los troyanos o los tártaros o los hunos o los gringos o los haitianos. No, es una lucha entre hermanos, es una estruendosa guerra civil donde la victoria no significa el fin de la esclavitud, no significa el derrocamiento de un tirano, no significa el retorno de un hermoso amor verdadero. No, la victoria, es decir, el premio por la muerte de un ser humano, muchas veces se reduce a un Nokia usao.
Esta isla está en guerra, hijo bienamado, y los que pagan impuestos están perdiendo.
Telémaco, antes de despedirme, una cosita. Menelao me escribió un mail diciéndome que tú le comentaste que no me perdonabas por ponerte ese nombre. Telémaco, no fui yo, fueron tu mamá Penélope y tu tía Clítorimestra (en honor al desafortunado tío, de nombre Telémaco Trajano, quien les llevaba limoncillos cuando ellas eran niñas en Esparta y el cual murió de repente cuando le cayó un rayo en Tebas). Yo les dije que no, que lo pensáramos bien, no le pongamos Telémaco ni Trajano, que uno tiene maco y el otro ano, no le hagamos esa maldad a ese niño, mejor vamos a ponerle Uladislao, pero antes de que tú nacieras me fui a guerrear para Troya y no pude supervisar el bautizo ni el registro.
Dímele a Penélope que la adoro, que cada yola que tomo la tomo hacia ella, que pronto estaré en Puerto Rico y de ahí hacia un continente de nieve, más cerca de ustedes; que ya he terminado mi tiempo en esta isla que está sola. Por favor lee a Brodsky: "Una isla no sabrá cómo deletrear la palabra 'hija', ellamisma una huérfana".
Tu padre que te ama,
Odiseo