No. Por favor. Quédense sentados. Tranquilos. No pasa nada. Pusieron muchísimas películas nuevas en Netflix. Loguéense. Kanye y Kim se casaron en una boda por todo lo alto; alquilaron Versalles… ¡Imagínense! Hay un especial de madres en Jumbo. Abrieron Forever 21en Ágora Mall. La vida es bella.
Que nada perturbe tu paz ni tu descanso. Cógelo suave. Imita a los muy muy pobres, que en su desidia les vale madre lo que suceda o deje de suceder. O imita a los muy muy ricos, que en su desidia les vale madre lo que suceda o deje de suceder. A ninguno de estos dos grupos los toca realmente lo que pasa en la República. A aquellos los cubre la misma escoria y el mismo abandono de siempre, hagan lo que hagan; a estos, guarecidos en su burbuja de lujos bizantinos, ninguna variación en el panorama social alcanza a inquietarlos, equipados como están con una escafandra de Mistolín en la cabeza y una película de gel antibacterial en las manos cuando tienen que salir de sus fortalezas ala pocilga en que se les convierte la nación. Imiten a uno o imiten al otro: el resultado es igual. A los únicos que sí afectan los vaivenes de esta podrida arca de Noé es a ustedes, colocados como van en la proa que se abre camino en la tormenta. Quizá el truco está en no pensar en eso.
Que el silencio de ustedes consolide el poder monetario que sirve de ideario al país; que su parálisis avale la violencia de los sindicatos choferiles que trazan sus más importantes políticas. Que su cobardía ponga laureles en las cabezas de los diputados que,por sus cojones, reparten entre las “madres” de sus electores (y obedeciendo criterios que no han sido puestos a disposición del público) ciento cincuenta millones de los pesos que ustedes mismos les pagan para que levanten y vigoricen las instituciones sociales y democráticas que harían innecesaria tal repartición… Que la paciencia con que se abanican las guaretas santifique a los senadores que premian a sus votantes con lavadoras, secadoras, carros 0 kilómetros y juegos de box spring.
¿Qué hay de malo en que nuestro país se convierta en una tienda? ¡Dale! Que todo pueda comprarse y que todo pueda venderse. Incluidos ustedes. La moneda simplifica las cosas, ¡y cuánto! ¿Y qué si nos corremos el riesgo de que los mayores acumuladores de monedas tengan prioridades distintas al bienestar de la nación? Dejen eso así. Cumplan su anhelo de convertirse en mercancía y sonrían.
Ignoren también el desastre ecológico y social que los líderes políticos haitianos (de los que tampoco sabes un carajo, porque ¿pa qué?), han armado en su mitad de paraíso, esa hecatombe que poco a poco alcanza su punto de caramelo y que vierte en nuestra mitad de la isla miles y miles de refugiados y desplazados que, con todo derecho, buscan sobrevivir. Ustedes tienen mucho que hacer en el día como para ponerse a contribuir a una solución; basta con algunas vociferaciones xenófobas y racistas para tranquilizar la consciencia. De solucionar realmente el dilema, conociendo al hermano país, que se encarguen los hijos de ustedes, ¿no?, o sus nietos, en el erial masticado y deforestado que heredarán. Después de todo, hoy comienza una nueva temporada de Scandal.
En resumen: no te involucres. No te metas. No protestes. Sigue como vas: arrullado por periodiquitos gratis; roncando al son de las nanas que te cantan las putas radiales que empeñaron sus lenguas al régimen; feliz con las pendejaditas y pequeñitos conforts que tu dinerito puede comprar. Que nada ofusque tu tripeo de millonario. Sigue aportando tu granito de arena para que nuestra República Dominicana sea gobernada por el dinero, sabiendo que vas a tener que darte prisa en alcanzar a los que tienen más que tú, si quieres que te dejen sentar en la mesa de los que mandan. Permite que las cosas sigan su curso lógico, como el agua que busca el mar por el camino de menor resistencia. Aparta de tu mente el monstruo que estás ayudando a engendrar con el óvulo de tu quécarajo y el semen de tu semeimpolta… eso no es por ahora; hasta los monstruos tardan en nacer.
Pero nacen… Nadie cree en ellos hasta que se sueltan y empiezan a comer gente. Por eso, cuando, digamos, un Karim Abu Naba’a se convierta en presidente de los dominicanos, cierra el pico y cómete tu doble ración de bazofia en silencio.