Amigo León, permíteme llamarte amigo no porque lo seas ni sea de nuestro interés serlo, sino para reforzar el tono amigable con que te hablaré. Permíteme tutearte, no porque hay una cercanía entre nosotros (ni dios lo quiera) sino porque quien da un consejo amigable debe salvar las distancias de cualquier índole. Permíteme, por último, hablarte con la mayor simpleza posible, porque veo que se te vuelve tosca la lengua cuando pretendes apabullar con ella.

Ya debes saber a lo que me referiré… a ese desdichado comentario que nunca debiste publicar. Yo entiendo que la juventud es así de apresurada, o mejor dicho desesperada por ser oída, pero debes tener prudencia y no permitir que te ofusquen los deseos de hacerte sentir. Es sensato dejar reposar algunas ideas a ver si vale la pena mancharse el nombre haciéndolas públicas. Créeme, yo sé de rabietas, también fui niño deseando llamar la atención cueste lo que cueste.

El desatino principal de tu comentario fue “En fin, sea cual fuere la razón de que las creaciones poéticas de última data exhiban una persistente y notoria infecundidad” ¿acaso no te incluyes dentro de la “poesía de la actualidad” porque tus poemas son mejores? ¿O piensas que “actualidad” es un término que implica apenas días? (y esto último sería lógico en cualquier razonamiento infantil). No te ha convenido tomar esta distancia, carroñera si me lo permites, porque de ahora en lo adelante te has negado la posibilidad de publicar cualquier poema ya que si lo haces deberás responder ante tus propias despotricaciones.

Es obvio que te ha costado mucho disfrazar tu comentario y en esa labor se te ha ido la correcta articulación de los elementos propios de una oración. Tal vez deberías repasar alguna gramática básica y luego, si te alcanza el entendimiento, pasar a nuestros amigos Claude Shannon y Warren Weaver para comprender cómo debe embellecerse un texto. Podrá ser complicado pero te será muy útil si llegas a entenderlos y a su simpática teoría.

Y hablando de teorías ya debes ir sabiendo que en el Caribe no se han escrito Poéticas. Yo se que la juventud es muy osada y se puede ver que “quieres comerte el mundo” pero no debes andar hablando de cosas que sobrepasan tus estudios. No es decente que disfraces tu nada humilde opinión y la hagas aparecer como un dogma de algún buen estudioso. Es posible que en el apabullamiento hayas confundido a uno que otro incauto y eso amigo mío es imperdonable. Está bien que disfrutes “acariciando” tu ego pero ¡mesura, amigo mío, mesura! ¿No ves que puedes haber corrido el buen entendimiento de algún lector? Y todo para satisfacer tu ego…

Y te burlas diciendo “los sedicentes poetas de recientes hornadas, los cuales, sin ninguna compasión, publican uno tras otro, a expensas de nuestra urbanidad, paciencia y cortesía, poemarios de tan deleznable estofa que en modo alguno se les hará agravio al endilgarles el sambenito de "cementerio de lugares comunes" o "calvario de vulgaridades".” ¿Cuánta urbanidad o paciencia te ha costado el poemario de José Ángel Bratini? Que dios bendiga tu paciencia, muchacho, porque debes tener una enormidad de esa costosísima moneda. Pobres los poetas (porque tú no eres poeta) que deben mendigar tu urbanidad… ¿A dónde se reciben las limosnas de “los maullidos que los vates del moderno gay trinar insisten en que escuche”?

Debes leer también cuestiones básicas que se refieran a los géneros literarios porque veo que confundes, gravemente, ritmo con métrica o peor aun con rima: “el prosaísmo o, en otras palabras, la carencia absoluta de ritmo, de ese vaivén fascinante, hipnótico que a semejanza de la ola marina hace suya la frase poética, recurso que establece una radical diferenciación entre la expresión versificada de homogénea sonoridad y rigurosa estructuración reiterativa al que el decir poético se ajusta, y el discurso instrumental y fonéticamente sordo e indiferente a la cadencia de la prosa ordinaria.” La ignorancia es osada, mi amigo, pero en tu caso es un exceso. Hay que leer antes de soltar la lengua, pequeño, hay que leer.

Por último debo decir que está bien ufanarse del desconocimiento, de hecho si se sabe hacer hace quedar a descubierto a los vanidosos engordados en su propio ego. Pero no lo has sabido hacer y has quedado tú descubierto con tu hinchado comentario. El problema, a pesar de esto, no es que quedes o no desenmascarado, el problema es que además te jactas de mantener tu ignorancia: “Yo la detesto cordialmente; y cordialmente, siempre que la fortuna me lleve de su mano, persistiré en el propósito de no leerla, de pasar a su lado sin ni siquiera darme por enterado de que existe.” Ninguna persona juiciosa o equilibrada se ha enorgullecido de permanecer en la ignorancia. Con ese último intento de oración has dado el flanco para recibir la estocada, quedando como un necio.

Pero la juventud es así, muchacho. El tiempo y la lectura sesuda te darán, si dios lo quiere, la oportunidad para recuperarte de este desatino. Toma a bien mi crudo consejo, muchacho, no es ni será jamás por mal sino y más bien por una terrible vergüenza ajena.