Desde hace algún tiempo, usted se ha dedicado con una voluntad verdaderamente franciscana a descalificar a mi persona. He leído el compendio de insultos zafios que ha dado a la estampa en varias ocasiones. Unas veces en forma de libro,  y otras en forma de artículo. En su  última entrega en Acento.com .do  se sulfura usted al interpretar una entrevista publicada en Diario a Diario y de la cual no se indica la dirección, para que los lectores no tengan la tentación de contrastar sus calumnias con el texto de la entrevista.

En pocas personas he columbrado tan sobradas muestras de intolerancia. En una sociedad democrática hay que  aprender a convivir con las cosas que desaprobamos, sin que por ello dejemos de desaprobarlas. Que alguien se sienta herido o se escandalice sobre lo que uno escribe, y que esa circunstancia lo lleve, como es su caso, a elaborar los monstruos   fabricados por su desacuerdo, y luego a horrorizarse  de sus espantajos, me parece una  extravagancia.

En todo caso, usted repite en todos los textos el mismo retruécano de insultos, y exhibe usted el mismo método: me atribuye cosas que no he dicho ni he escrito,  intenciones que no he tenido, y sobre sus propias invenciones y prejuicios, comienza usted a fabular. De ahí  saca usted un racimo de fórmulas y conclusiones, sin haber nunca aterrizado en el tema, sin mostrar competencia en la documentación e incluso olvidándose del tema, que es(debo recordárselo) la inmigración haitiana en el país. Pero dejemos, por el momento, su incompetencia  en las menudencias de tan espinoso tema, que los dominicanos ya, por fortuna, no suelen tratarlo con la superficialidad y la frivolidad que usted exhibe tan copiosamente.

Enumeremos los rasgos de su técnica de pensamiento.

Primero: todo su discurso se centra el dominio de un vocabulario: "evangelio de la xenofobia","trujillista" ", nacionalismo trujillista" "racista", "nacionalista de parroquia" "pensador de los tiempos de la dictadura", seguidor de Balaguer, etcétera.   Con esas palabras mágicas; sin argumentación, sin demostrar nada, usted supone que ya el mundo entero aprueba su  denuesto como una revelación- ¿Usted no se da cuenta, señor Rodríguez, que está empleando un pensamiento monosilábico? Que después del concepto, debe desarrollar  la argumentación. Porque si no lo hace lo que ha escrito es nulo y sin valor. Sus refutaciones son igualmente empobrecedoras. Por ejemplo, usted me ha atribuye sustentar el discurso de Joaquín Balaguer, y sobre esa mentira, sin que medien demostraciones se pone usted a delirar. Balaguer podría, si usted lo  lee con cuidado tener  más coincidencias con usted que conmigo. ¿Sabía usted que en La Isla al Revés  Balaguer llega incluso a barruntar la idea de una confederación entre la República Dominicana y Haití. Idea  que está mucho más cerca de sus socios ideológicos que de las posturas que he sustentado?

Entiendo que me tilda usted de trujillista, balaguerista, xenófobo para generar un apandillamiento.  Le está usted diciendo a los lectores ingenuos, estoy del lado de los buenos, tengo pasaporte para la gloria.  Y , tras esta maniobra maquinea, penetra usted en el terreno de la calumnia. No se me ha ocurrido contar las veces que me insulta usted en sus escritos latiguillos e inventivas que suponen demostrado lo que no está demostrado . Sobre esos cimientos falsos se construyen sus conclusiones.

Y aquí se echa de ver otra carilla de su pensamiento. Intuyo que esa aspiración de cazar balagueristas y trujillistas que usted ve hasta en la sopa, se deba al deseo de heredar el heroísmo de los que murieron combatiendo a Balaguer y a Trujillo. Probablemente quiera usted ser adorado por la fundaciones consagradas a la exaltación de los héroes y de los mártires. Es usted, señor Rodriguez, un auténtico mitómano. Pero dejemos de lado esas simulaciones . Yo no soy , señor Rodríguez, una reencarnación de Peña Batlle, ni  de Trujillo ni de Balaguer. No tengo comunicación con esos muertos, ni usted es un conjurado del 30 de mayo, aun cuando en su delirio quiera granjearse fama, escupiendo sobre tumbas y memorias.

Por lo demás, señor Rodríguez, su forma de escribir es fraudulenta.  Usted se queda en el argumento  ad hominen, contra mi persona.  "mal llamado intelectual" ,"intelectual del folclore nacionalista", y paro de contar. Vaya narcisismo el suyo. He leído a pocos petulantes como usted. Lo invito, sinceramente, a que deje usted de insultar y a que discutamos las ideas. Arriésguese, señor Rodriguez. Déjese de medias tintas. No se esconda tras el burladero. Póngase a defender las ideas de Solain Pie, de las ONG  que critico en mi entrevista, y que muy probablemente son sus socios ideológicos.  Déjese de vaguedades y complejos. Muéstrenos su pensamiento. Todavía  estoy esperando que me sorprenda con una tesis contraria a la mía. Que me demuestre que a la República Dominicana le conviene  la implantación de esta mano de obra extranjera para destruir los mecanismos de supervivencia de los dominicanos. Que le conviene importar enfermedades del país más insalubre del continente y  hacer añicos el sistema sanitario. Que le conviene importar  niños para hacer naufragar las descalabradas  escuelas públicas. Yo quiero que me demuestre que al país se le deben traspasar la pobreza haitiana y destruir  el porvenir, todo lo que nos es hermoso. Deseo ardientemente escuchar esos argumentos que justifican que al país se le traspasen problemas extranacionales y extra territoriales. Usted  habla de responsabilidades; asuma la suya.

Quien escribió la frase siguiente " Entre haitianos y dominicanos no es posible la fusión" fue Juan Pablo Duarte. No es una frase de Trujillo ni de Balaguer sino del fundador de la República. Sobre ella se construyó el ideal de la Independencia del dominio haitiano y los resultados históricos de 1844.

Finalmente, me permito hacerle una sugerencia. Déjese de meter miedo. Continuamente invoca usted al miedo. Miedo a la violencia que sólo está en su imaginación. Miedo a los fantasmas de Trujillo y de Balaguer. Miedo a las ideas ¿ Cree usted , sinceramente, que voy a dejar de sustentar  que 2+2 son  4,  porque, según usted, ya eso lo dijo  Hitler, Trujillo, Stalin o Balaguer? ¿ Cree usted, sinceramente, que me va chantajear a mí con ese pensamiento  propio  de una  traba de gallos? Para mí  la verdad es la verdad. Dígala Nerón o Santa Teresa de Jesús. Defender el derecho de los haitianos es  una causa noble, siempre y cuando, no se quiera con ello suprimir el derecho de los dominicanos a vivir  con independencia y en  paz.