La ansiedad, para muchos estudiosos de la psicología, es un término general que toca varias formas diferentes de un tipo de enfermedad mental caracterizada por el “miedo anormal” a determinadas situaciones que en muchos casos, suele convertirse en una patología.

El ser humano, en la medida que va tocando las realidades de la tierra y sus falsedades, desarrolla sin querer algunos miedos que en la medida de lo posible va sorteando dentro de sí para poder vivir y respirar junto a los seres que ha decidido amar. Esos miedos pueden tener varios nombres, los cuales a menudo lo encontramos vinculados a las bajezas del ser humano, y al tuyo sueles llamarle “traición”.

Para muchas personas “la traición” es una constante negación especialmente con acciones a un compromiso de lealtad contraído hacia una idea, persona, grupo, asociación, nación, país o Estado, y quien la sufre en carne viva o recibe un espejo de la misma por medio a otra persona, desarrolla muchas veces sin querer, algunos vestigios de algún tipo de miedo vestido de ansiedad, la cual desestabilidad, intriga, debilita y sanciona el ser.

La traición, dormida en “sueños con serpientes”, es mucho el dolor que ha generado en diferentes episodios históricos y hasta el mismo Dante en La Divina Comedia la nombra como “el máximo pecado que se pueda cometer y amerita la peor de las condenas”, y no creo que nadie en el mundo con cierto uso de razón o conocimiento, no haya escuchado hablar de la traición de Judas a Jesús el hijo de Dios.

En el aspecto político, el término "traidor" ha sido usado como un epíteto entre disidentes de un mismo partido y entre opositores de distintos organismos del mismo objeto, con el objetivo de anular el capital político ajeno, y peor aún, no son pocos los funcionarios que han sido desleales a la almas de la patria por amar más los dineros en sus bolsillos, y en esta ocasión, me reservo las citas para no viciar la técnica.

A nivel mundial de forma concordada y similar, en el aspecto legal la traición es sancionada con la muerte o prisión en los casos de sublevación en contra de la autoridad del Estado, conspiración contra el gobierno, terrorismo o colaborar o asociarse con estados declarados "no gratos" o enemigos de la nación.

Y finalmente en el amor, son muchos los caídos y penetrados en contumacia.

Es decir mi querido Gustavo que, la traición ha existido siempre en lo más profundo de la miseria del ser, la cual nunca puede infectar a quien la sufre y mucho menos a quien no la ha sufrido, y aunque “es más fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto”, debes de cerrar los ojos, amar a Dios y seguir confiando, que El nunca pondrá en los hombros de sus Hijos una Cruz que no puedan cargar, sin dejar de recordar que, la traición sólo “la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura”, tal y como estableció Vicente Espinel.

Con aprecio suficiente,

Yo mismo.