CARTA ABIERTA A LUIS ABINADER, RAQUEL PEÑA, GONZALO CASTILLO, MARGARITA CEDEÑO y demás candidatos en las próximas elecciones a propósito del MATRIMONIO PARA TODOS.
Señores,
Extrañado por las declaraciones de muchos candidatos en las que manifiestan su negativa frente a la posibilidad de unión legal entre personas del mismo sexo les dirijo estas reflexiones en las que señalo puntos que les pido reflexionen como ciudadanos de un país al que pertenecemos todos.
El matrimonio es un contrato entre dos personas que afirman su consentimiento ante la sociedad laica y republicana (Sé que la Ley dice entre un hombre y una mujer). Sin embargo, no veo lo que le quitaría al creyente que dicha unión civil fuese entre personas del mismo sexo, puesto que en este caso se trata de un acto civil, no religioso. Apelo aquí a la capacidad de amar al prójimo y respetarlo. Ese contrato DA derechos civiles y protege a los contrayentes. ¿Habría que agregar algo más? ¡Pues sí! El pendiente de dicho contrato es el divorcio (El divorcio es la disolución del vínculo legal del matrimonio).
En la República Dominicana existe una ley especial sobre divorcios que es la 1306-Bis del 21 de Mayo de 1937, que regula todas las disposiciones concerniente a los diferentes procesos en esta materia y sus requisitos). En este caso lo religioso no parece incidir y sin embargo me imagino que los mismos guardianes de la moral religiosa deberían manifestar para que esa ley se anulase. Aquí dejo de lado lo que es “el divorcio al vapor” que deja claro el poco respeto concedido a la institución matrimonial en nuestro país. De por sí aquí les cito este caso como jurisprudencia en lo que concierne la separación entre ley laica y tradición religiosa. A veces me sorprende el deseo de aplicar preceptos religiosos por ley. ¿Dónde comienzan los derechos individuales, dónde terminan?
Además agrego que un contrato ante un juez civil nada tiene que ver con una ceremonia religiosa. En la última existe la entrega simbólica de las arras que la mayoría asimila indebidamente a «la «compra de la mujer por el hombre».
Si es la palabra MATRIMONIO que molesta, les propongo una salida honorable para todos y ésto tragándome la saliva: Sin tener que modificar la LEY No.3931
QUE TRATA VARIOS ARTÍCULOS DE LA LEY SOBRE ACTOS DEL ESTADO CIVIL (DE LOS MATRIMONIOS CIVIL Y CANÓNICO) se podría pronunciar otra ley que definiese una UNIÓN CIVIL con las mismas características que el matrimonio como existe en muchos países.
En todo caso les digo a los creyentes practicantes que en sus religiones vinculadas con Moisés -Moshé, Musa, la fornicación es un pecado y en tal caso si la ley religiosa se aplicase a la ley civil, me (les) preguntaría cuántos entre regidores, presidentes o curas se salvarían de la cárcel. Pero no voy a ceder a la enumeración de detalles sórdidos que nosotros como ciudadanos observamos perplejos cuando aún sin quererlo asistimos a comportamientos licenciosos de muchos de los que se presentan como bastiones morales.
Para terminar es necesario que les informe que estoy casado con mi compañero de casi cuarenta años desde que la Ley sobre “el Matrimonio para todos” fue pronunciada en Francia, mi país de adopción. Nuestro Matrimonio fue el primero en nuestro distrito. Fue celebrado públicamente por las autoridades municipales quienes aceptaron la modificación del simple acto republicano convirtiéndolo en una fiesta en la Sala de Matrimonios de la Alcaldía. Agrego que una fiesta se celebró en la residencia de mi madre en Naco pocas semanas después, a la que asistieron familiares de todas las confesiones y amigos del mundo de las artes. La Prensa dominicana nos honró con varios artículos. Somos para muchos un ejemplo de estabilidad pues mucha gente de nuestro entorno ha tenido menor suerte de pareja y han divorciado. Disfruto clamar que milito por el derecho a la INDIFERENCIA pues considero que es la única vía para que todos tengamos los mismos derechos a formar parte de una mejor nación. Cambiar un país es saber escuchar las voces que proponen otros caminos y que hermanan con el siglo en que vivimos. El Levítico hay que leerlo, es una referencia religiosa, un código pero cabe preguntarse cuántos entre ustedes estarían dispuestos a asumir sus dictámenes sangrientos en nombre de un Arca de la Alianza hecha de maderas, gemas y metales preciosos.
Nelson Ricart Guerrero, artista visual, escritor.
París, 26 de junio 2020