Lic. Ligia Amada Melo

Ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, MESCyT.

Distinguida señora:

Estas líneas no son para saludarle, ya que no le conozco y lo más cerca que he estado a usted, fue en un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional en la Basílica de Higüey, sino más bien para contarle la pesadilla que he vivido en estos últimos meses en el ministerio que usted dirige. Me limitaré sólo a contarle la causa, porque, aunque no interesa, ni viene al caso, contarle los días de angustia y noches sin dormir que llevo y conmigo mi familia, escribiría páginas tratando de describir todo, pero no resolvería nada.

Resulta que cursé una maestría en ciencias políticas, mención politología, en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, UNPHU, y después de la investidura, al día siguiente fui a solicitar a la universidad los documentos para que fueran enviados al MESCyT para ser legalizados. Enviaron todo y me dieron el número de oficio o envío, tal como solicitan ustedes para la búsqueda de la documentación. El 5 de junio pago todas las legalizaciones, tanto de grado, que pertenecen a la UASD, como la de posgrado, éstos pertenecientes a la UNPHU.

Al darme la fecha de entrega, pregunto qué es lo más pronto que me lo pueden dar, porque los necesitaba y aún los necesito con urgencia. Me dicen que me dirija al departamento correspondiente que allí me pueden ayudar, así lo hice.

Me ponen una nueva fecha de entrega y me voy. El día de entrega me dicen que los de grado me los pueden dar, pero que los de la maestría no, porque es usted quien está a cargo de las legalizaciones de todos los posgrados y que esa maestría no estaba aprobada por el ministerio.

Esto último sí que me preocupó, me dirigí a la UNPHU de inmediato, a registro específicamente, y expliqué la situación. También pregunté cómo es posible que oferten algo que no está aprobado. Ellos, muy sorprendidos, me dijeron que eso es muy extraño, que todo está aprobado, pero que averiguarían. Al otro día me dicen en la universidad, que en el ministerio le preguntaron quién me había dicho eso, porque esa información no es correcta y me refieren donde una persona.

Vuelvo al ministerio y me dicen una vez más que los de grado pueden salir, pero que la maestría no. Pregunto de nuevo y me contestan, cito: “Eso es asunto de la doña”.

En esto han pasado casi tres meses y en un momento ya no se sabía dónde estaba el documento. Lo más frustrante fue una mañana en que me piden una vez más mi recibo de pago, entran al sistema y se dan cuenta de que esa maestría sí está aprobada. Tres meses después, lo que pudo hacerse el mismo día que llegó el número de expediente, tomarse a lo más dos minutos y revisar para comprobar si la maestría estaba aprobada, o no, con todos sus programas y en regla. Tres meses mis documentos en una gaveta, por negligencia de una persona.

Lo peor de todo es que en las largas horas que he pasado sentado en la sala del segundo piso de dicho ministerio, he visto desfilar decenas de personas con el mismo problema. Desde personas con compañeros de la misma maestría, graduados el mismo día, unos con todo legalizado y otros no, hasta personas de los pueblos, que han sido mis acompañantes en la sala de espera y vienen días tras día.

No juzgaré, ni mucho menos calificaré de mala su gestión, porque sería injusto que por negligencia, ineficacia y falta de vocación de servicio de algunas personas, se ensucie una gestión. Pero tampoco puedo decir que está bien, porque si así lo fuere, nada de esto habría pasado.

Sólo me resta darle las gracias por el tiempo que se tomó en leer esta carta y esperar que usted misma compruebe lo que hoy le estoy diciendo.

Sin nada más que agregar, se despide;

Luis Augusto Martínez Guzmán.