En los últimos 10 años hemos visto como en muchas ciudades – sobre todo del norte de Europa- han ido proliferando los carriles habilitados exclusivamente para la circulación en bicicleta.
La bicicleta ha ido evolucionando a través de los años, experimentando transformaciones tanto en la optimización de sus materiales como en la implementación de nuevas tecnologías en su diseño. Aún con todos estos cambios, su principio básico ha prevalecido: se mueve si pedaleamos.
Como medio de transporte, la bicicleta no puede competir en cuanto a velocidad con los automóviles o las motocicletas. Aún así, con una bicicleta se puede llegar a un destino de distancia media con cierta comodidad y en tiempo aceptable.
Además como ventaja palpable, el uso de la bicicleta nos proporciona el placer del ejercicio (moderado si se quiere) y la posibilidad de no contaminar el medioambiente.
Contado así, llevar bicicleta en nuestros desplazamientos diarios sería la solución a todos los problemas de movilidad de la ciudad; pero no es tan sencillo. Andar en bicicleta en muchas de nuestras ciudades es un auténtico acto temerario, que en muchas ocasiones atenta contra nuestra propia seguridad. En la mayoría de los casos, las vías de circulación rodada de nuestros centro urbanos no están adecuadas para el uso de la bicicleta; no podemos pedalear sin que ello no suponga un peligro para quien lo haga.
Lo cierto es que plantear la sustitución del automóvil, la motocicleta, la guagua o hasta el metro por la bicicleta es sencillamente utópico. ¿Quién quiere llegar sudado y contaminado a su cita o a su trabajo? Realmente pocas personas.
Utopías fuera.
Lo que no es utópico para nada, es plantear el uso de la bicicleta como medio alternativo y complementario, que nos sirva como una opción a la que tendríamos derecho si quisiéramos. Hoy por hoy eso no es posible. Bajar en bici la Jiménez Moya en Santo Domingo, la Gran Vía en Madrid o tirar recto por La Restauración en Santiago, no es factible en las condiciones de tránsito actuales. La razón de esto es la ausencia de un carril habilitado para el uso exclusivo de la bicicleta; educación vial a parte claro está.
La implementación de carriles bici que crucen nuestras ciudades y que nos permitan circular libremente y sin temores ha sido una demanda urbana latente en muchas sociedades occidentales. Algunos de los argumentos contrarios que se han sacado son: que si la topografía no ayuda, que si no es una inversión prioritaria, que si el trazado urbano y las secciones de vía (disposición y tamaños de calles) no lo permiten, que si no existe una demanda real de la ciudadanía, etc., etc., etc. Contra este último argumento – el más subjetivo de todos- se podrían decir dos cosas, primero, que dentro del papel de las autoridades está el identificar las necesidades de su población, aún antes de que esta misma puede percibirlo; segundo, que si se crea una buena oferta, no se tarda en obtener una buena demanda.
Lo de si es prioritario o no tiene mucho que ver con las prioridades que tenga el gobierno municipal y desde luego de su plan de trabajo sobre el planeamiento urbano. Devolver la ciudad al peatón – en este caso ciclista- es algo que ciertamente es prioritario para los planes de gobierno de las ciudades que quieren elevar el nivel de vida de sus ciudadanos.
Sea como fuere, ninguna propuesta aislada tiene posibilidades de éxito. Hacer un carril bici sin que sea parte de un ordenamiento general del tránsito es un poco una tontería. En algunas ciudades como Amsterdam, la circulación en bicicleta por el centro obedece a un plan de descongestionamiento de esta zona del casco urbano, con el consiguiente beneficio medioambiental. Estacionar un vehículo en el centro de la capital de los Países Bajos durante un día, si se pudiera acceder, puede significar un buen pellizco al sueldo por una jornada de trabajo…….así cualquiera va en bicicleta..!!!!
La verdad contrastada es que los carriles bici si están asociados a un incremento en la calidad en vida de las ciudades. Fomentar el uso de la bicicleta entre los ciudadanos es bueno por donde quiera que se mire. Evidentemente habría que garantizar ciertas cosas – como la seguridad ciudadana- que deberían formar parte de un plan municipal estratégico.
Soñar no cuesta nada…….