Carolina Mejia tiene méritos y atributos sobrados para ganar y ejercer con eficiencia la alcaldía de la ciudad de Santo Domingo. Ninguno de estos méritos son derivados de su condición de hija de un expresidente de la República que es, a su vez, un político  con arraigo popular.

Al escuchar a “la hija de Hipólito”se advierte que tiene su propia luz. Demuestra buena formación, soltura  y seguridad. Con sólo hablar pone en evidencia su afán y disposición  de manejar los fondos públicos con la transparencia y pulcritud necesarias.

Llama  la atención que la candidata del PRM propone soluciones prácticas, sencillas  y originales para los ancestrales problemas de la ciudad. Seria muy fácil crear un catálogo de propuestas de gran atractivo con un costo en tiempo y recursos económicos que convierten tales planes en utopías irrealizables.

He oido a Carolina hablar, por ejemplo, de adquirir pequeños solares en ciertas zonas de la ciudad para convertirlos en áreas verdes; de entubar la estrafalaria alambrada para disimular esa afrenta, hasta tanto se puedan obtener los recursos para soterrarlos como en cualquier ciudad moderna.

Estas sencillas ideas nos convencen de que si bien el gobierno local no dispone de todos los recursos económicos requeridos, no significa en modo alguno que haya que quedarse cruzados de brazos frente a las imperiosas necesidades que sufre la histórica ciudad de Santo Domingo.

El gobierno local requiere una dirección inteligente, honesta y creativa. La Historia   nos ha enseñado que las sociedades paren sus líderes en los momentos que se requiere. Carolina Mejía parece ser la ejecutiva que Santo Domingo esperaba.

David Collado ha ejecutado una alcaldía positiva y con excelentes resultados, por eso creo perfectamente justificado que Carolina, que cuenta con su apoyo, haya decidido “seguir por el buen camino”