La algarabía y vistosidad de las máscaras, sus personajes emblemáticos y la música que alegra nuestras ciudades, nos muestran las primeras imágenes del carnaval que irrumpe en nuestras calles, como pregón de la apertura a la temporada carnavalesca. Nueva vez disfrutaremos de los “lechones” de Santiago y el casi mítico carnaval de La Vega.
A la par de estos festejos, el próximo día 18, el mundo cristiano romano conmemora el “Miércoles de Cenizas” y da inicio a su período de Cuaresma. Tiempo de recogimiento espiritual y alguno que otro sacrificio que los creyentes retoman. Entre otros – y desde tiempos inmemoriales se cumple- destacamos la no ingesta de carnes blancas o rojas, los viernes, hasta el término de la misma.
Tal cual la cara opuesta a esta práctica, no olvidar el festín que a nuestros paladares significa degustar las apetitosas habichuelas con dulce – postre típico de la cuaresma- y sus infaltables galleticas de leche. ¡Viejas costumbres de nuestras abuelas que debemos conservar!
En este período, el incremento de un mayor consumo de pescados y mariscos, entre ellos: la aguja, pez vela, barracuda, dorado y el mero, pueden conducirnos a padecer la ciguatera, desagradable enfermedad que en algunos casos puede resultar mortal. Sobre la experiencia de haberla padecido en dos ocasiones, quiero referir su inolvidable proceder.
Aunque se tiene la creencia de que solo en los meses que incluyen la r en sus nombres: febrero, abril, marzo, etc., la intoxicación por ciguatera podemos padecerla en cualquier mes del año, debido a un conjunto de toxinas (algas marinas).
Dentro de esta especie, destacamos entre otras: la ciguatoxinas, saxitoxina y otras originadas por un dinoflagelado, de la especie Gambierdiscus toxicus, descubiertas por los doctores Raymond Bargnis y Yatsumoto, en las islas Gambier (Polinesia Francesa. Su condición lipídica, permite que la toxina permanezca firme e inalterable, aun sometida a procesos de congelación, cocción y/o, salados.
La ciguatera es un padecimiento endémico en las zonas tropicales y subtropicales, localizándose en todas las islas del Caribe, (destacar a Cuba y República Dominicana), Golfo de México, Japón y otros lugares de nuestro planeta.
Los hábitos de alimentación de los peces herbívoros, inmunes a las toxinas, y que incluyen la ingesta de otros herbívoros que consumen estas algas, además de algunos mariscos e invertebrados que pueden acumular tóxicos y transmitirlos – así como los que forman parte de su cadena alimentaria (los piscívoros)- devorados por los depredadores que a su vez se comen los herbívoros, concluyen con el hombre como elemento final del referido proceso alimentario.
Luego de haber ingerido pescado “aciguatado”, la sintomatología suele iniciarse entre 1 y 6 horas posteriores, con sensaciones primarias de malestar gastrointestinal, náuseas, vómitos, diarreas y cólicos abdominales; los neurológicos como parestesias (sensación anómala provocada por trastorno del sistema nervioso), calambres y debilidad. En algunos pacientes se presentan alteraciones cardiovasculares y entre ellas la hipotensión e hipertensión arterial.
Conforme a los investigadores del tema, para el tratamiento se aplican antieméticos, vitaminas, antihistamínicos y el manitol al 20%. Este último es la única terapia que revierte los síntomas en los pacientes afectados con la ciguatera.
Como experiencia personal puedo decir que con el manitol, además de los medicamentos antialérgicos, desaparecieron los síntomas más desagradables e impertinentes, ¡recuperé mi normalidad al contacto con metales e ingerir líquidos sin molestias bucales y de garganta, además de la normalización de la inversión térmica (frío-calor) corporal!
Vamos a disfrutar del carnaval y las ceremonias propias de la cuaresma. Y si en alguna ocasión las señales descritas le dan la voz de alerta– ¡ojalá que sea una falsa alarma y no tenga que vivir o narrar esta experiencia!- no se descuide, sin pérdida de tiempo busque ayuda médica, que le inyecten el milagroso manitol, y los galenos sabrán las dosis para administrárselo.
Nada más resta desearle vivir un carnaval muy alegre, en el que pueda gozarse plena y satisfactoriamente; y un tiempo Cuaresmal conforme a las íntimas creencias de su fe y de su corazón.