Tuve el honor de conocer al profesor Carlos Gaviria Díaz en el año 2009. Fue en la ciudad de San Francisco de Quito. Habíamos acudido allí, invitados ambos por la Corte Constitucional de ese país. El motivo: participar junto a un selecto grupo constitucionalistas de toda Iberoamérica, en el evento fundacional de la “Red Iberoamericana por un Constitucionalismo Democrático”.
Por entonces, de él sabía lo que sabía cualquier profesor de derecho constitucional preocupado por la adecuada formación de sus alumnos: que había sido parte de esa emblemática promoción de Magistrados que marcaron, en su origen, la posterior evolución de la justicia constitucional en Colombia. Que había llegado a ser Presidente de la Corte Constitucional de aquel país en el período en que se produjo el corpus jurisprudencial que mayorreflexión académica e influencia intelectual ha ejercido en nuestro ámbito latinoamericano: la eutanasia, el derecho al aborto, la despenalización de la dosis mínima para consumo personal de marihuana, la reelección presidencial, el derecho a morir, son solo algunos de los temas más espinosos que tuvieron como ponente al profesor Gaviria Díaz.
Él, con certeza, no lo imaginaba. Pero desde que escuché su ponencia en aquella sala abarrotada por estudiantes quiteños y especialistas de todo el continente, supe que en algún momento lo tendríamos en la Universidad, como Profesor invitado en la Maestría de Derecho Constitucional. Un ameno recital a dos voces, -de poemas de Borges- mientras regresábamos a nuestro hotel, me dio la confianza y la ocasión de extenderle la primera invitación.
Lo que no imaginé yo, en ese momento, fue que la natural inclinación a la academia de este profesor nacido en el año 1937, iba a llegar a los niveles de bondadosa y desinteresada colaboración que en efecto ha llegado. Entres ocasionesha acompañado e tres de las promociones de la Maestría en UNIBE, y en otras dos oportunidades nos ha acompañado en eventos académicos de primer orden en el país: el primero a iniciativa de la Fundación Institucionalidad y Justicia y el segundo a iniciativa de nuestro Tribunal Constitucional en ocasión de su puesta en funcionamiento.
Profesor a lo largo de casi 40 años, la academia ha sido la gran pasión profesional de Dr. Gaviria Díaz.Egresado de la Escuela de Leyesla Universidad de Harvard, tuvo oportunidad de seguir los seminarios de Teoría Política con Carl J. Friedrich, de Derecho constitucional con Paul Freund y de Jurisprudencia con Lon L. Fuller.
Su pasión por la libertad, por la prevalencia del imperio de la ley y su idea de que la igualdad es condición necesaria de la justicia, lo llevaron a participar activamente en el escenario político. En el año 1987, luego de un criminal atentado en cuya lista de objetivos se encontraba, se exilia en Buenos Aires para regresar, años después, a desempeñarse como Magistrado y Presidente de la Corte Constitucional de Colombia natal. Posteriormente llega a ser Presidente del Polo Democrático Alternativo, formación política por la que resultó electo Senador de la República en el año 2002 y que en el 2006 lo postularía como candidato a la Presidencia sobre una plataforma discursiva absolutamente coherente con los presupuestos liberales que han caracterizado su trayectoria académica y judicial.
Autodefinido como libertario, conocedor cabal de esa venerable tradición de la filosofía moral y política que, de Platón hasta Kant, atraviesa más de 23 siglos de civilización occidental, su ideario político se puede resumir en este autorretrato “Siempre he creído que las ideas son parte fundamental de la vida democrática. No puedo creer que podamos pensar los cambios que reclama la nación sin replantearnos con vigor el sentido de nuestras metas y aspiraciones colectivas. Tengo la convicción de que Colombia necesita pensar la política de otra manera; ejercerla a través de los medios de civilización y respeto que la humanidad entera busca anhelante. La ética, o, para decirlo de otra manera, la decencia pública, no es un adorno o sortilegio de la vida, sino que, por el contrario, expresa las realizaciones de la virtud ciudadana y la fuerza de la democracia, viva, actuante y participativa”.
La pasión por la enseñanza en el profesor Gaviria Díaz va de la mano de su irreductible pasión por el aprendizaje y el saber. Así, considera que los argumentos orientados por la razón pública son la mejor manera de arribar a acuerdos políticos en consonancia con los presupuestos de una sociedad pluralista, donde sea la coacción sin coacciones de los mejores argumentos la que determine esos acuerdos.
No quería dejar pasar más tiempo sin decirle lo mucho que le debemos y le agradecemos los cultores del derecho público en nuestro país por sus desinteresados aportes al debate de sus temas más espinosos y apasionantes. ¡Salud, maestro!