Tengo años escuchando a Carlos Demasi sobre la importancia de fortalecer los gobiernos municipales. Creo desde que llegó a vivir al país desde Buenos Aires hace quince años, con una vasta experiencia en desarrollar sistemas informáticos de gestión y cobro de servicios para ayuntamientos.  Los cabildos necesitan generar con los arbitrios a viviendas y empresas de la comunidad los recursos que requieren, por ejemplo, para una recolección de desechos sólidos eficiente.  La tarifa por la recogida de basura debe reflejar la naturaleza del negocio o el tipo de vivienda que la genera. Una mayor cobertura y frecuencia en la recolección debe sostenerse en un tarifario refleje esa equidad y un cobro efectivo con poca tolerancia a morosos.  Tema recurrente en varios de muchos de los asados con que gusta complacer sus amistades.

Los cabildos del país dependen demasiado de las transferencias gubernamentales para brindar servicios.  Le comenté a Carlos que es así, que se parece a la época de nuestra historia colonial donde todo dependía de lo que mandará en un barco la Madre Patria.  Para indicar que llegó “el situado”, un repique de campanas que alegraba la población.  En esta época el equivalente al toque de la sirena de los bomberos ordenado por el alcalde, cuando Banreservas le informa que ya entró la transferencia.

La situación de nuestros cabildos la conoce bien por trabajos de consultoría realizados al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Unión Europea, con extensas jornadas de trabajo por todo el país. Me comentaba de los resultados encontrados y de su convicción cada día más firme de las oportunidades pérdidas por ordenanzas municipales desfasadas y gestiones de cobro deficientes.

Recientemente tuve la oportunidad de participar con él en una reunión con el Alcalde de Nagua, Junior Peralta, y ser testigo de un esfuerzo decidido por un cambio.   El nuevo síndico está consciente que fue electo para resolver problemas a la comunidad superiores al monto de las transferencias recibe del Gobierno Central.  Cobrando un peso de cada diez que se gasta en la recogida de basura, por ejemplo, eso no será posible.

El joven alcalde ya empezó a poner esto en práctica con una reforma de los arbitrios que toma en cuenta  la estratificación por zonas de ingresos y clasificación por tipo de los comercios e industrias.  La tarifa de basura llegará más alta a una clínica que a un bufete de abogados; para el lavadero de autos y el gomero que tapa pinches se verá la diferencia entre agua y aire; letrero lumínico que sale al espacio público paga razonablemente más que uno sencillo sobre la pared.

Es una ambiciosa reforma que requiere implementarse con soluciones costo efectivas están siendo evaluadas, para que su impacto neto en las finanzas municipales sea positivo.  Estos dos expertos en gestión municipal coinciden en lo siguiente: si la comunidad percibe que mejora la cobertura y calidad de los servicios municipales, no hay duda que van a mejorar cobros soportados en un aumento de arbitrios razonable.