No soy de las que están conectada a las redes sociales porque no tengo ninguna de ellas, pero mi hijo de una forma muy generosa me ha dejado abierto su Facebook para que transite en ese mundo si quiero ver algo a través de él.
Carlos Calderón es su amigo y compañero de trabajo. Creo y aunque no estoy muy segura, su trabajo consiste en copiar, transcribir y organizar música. Usted puede ir y tararearle una melodía y sale de ahí con un pentagrama listo para ejecutar su música. También por medio de esta red me enteré que en un pasado él junto a otros amigos formaba parte de un grupo de rock, yo no lo conocí, pero lo documentó con una fotografía y un audio.
Los músicos son muy temperamentales y especiales. Recuerdo que muchos años atrás antes de casarse, Luicho, mi hijo, iba a la casa de Guillo, otro de la Sinfónica y debajo de una matica se ponía un grupo a jugar dómino. Siempre iba acompañado de Tabaré, un personaje muy conocido en mi sector, que murió hace tiempo. Hablo de más de trece años en que mi hijo se alejó, gracias a Dios, y dejó de ser discípulo de los dioses Baco y Dioniso.
Carlos Calderón por ser músico y vivir en ese mundo tan especial, también tiene sus amigos pintorescos.
Tiempos atrás yo seguía unas “aventuras”, como yo aún le llamo y que extraño, de “Peluka”. Este personaje cada día tenía sus corridas por Villa Miseria. Se paseaba por todos los colmadones y discotecas del barrio. Tenía su grupo de amigos que le acompañaban en esas aventuras. Por medio de él conocí la “Kuora”, discoteca que me sorprendió cuando salió a relucir César el Abusador. No fueron una ni dos las veces que Peluka se metió en problemas en algún colmado por un pote’ ron.
Nunca he sabido si el tal Peluka existe o es un personaje de ficción, lo que sí puedo asegurar es que cada día entraba al Facebook de mi hijo para leer ávida esas aventuras, quería saber qué de nuevo nos traía. Era una verdadera delicia el seguir sus pasos. Hoy en día no la he vuelto a ver. Siempre he pensado que cómo una editora no le compró los derechos de autor a Carlos Calderón y publicar diariamente estas historias tal como hacen con las caricaturas a diario. Hubiera sido lo que se dice “un palo”. Miles de seguidores hubiera tenido. Eso lo aseguro.
Pero Carlos Calderón no solo se ocupa de su oficio. Lo podemos ver haciendo comentarios de cantantes, sobre todo rockeros, así como también de cine y política. Le gusta filosofar y hasta cuando introduce las “malas palabras” más groseras en sus comentarios, resulta gracioso.
Carlos Calderón, soy tu fan.