El prerromanticismo en Italia preparó el fenómeno literario mayor no sólo allí, sino también en toda Europa, a tal punto que el Viaje a Europa de Goethe pulsó las cuerdas de la libertad del sujeto ideal, democrático, rebelde, sentiente, laberíntico y creacional. En la Lección XV, Max Henríquez Ureña se refiere a una etapa de Italia en la cual lo social, la libertad y la creación crearon nuevos derroteros.
Los signos que entre el siglo XVIII y el siglo XIX aceleran la vigencia del espíritu del tiempo y la presentificación del sentimiento individual, van cobrando valor como consciencia epocal, traduciendo y adoptando a su vez los estros y ritmos de la modernidad como aurora de cuerpos amparados en el deseo de ser y crear como puntos de inserción en una geografía poética y estética prestigiosa por sus grandes autorías y obras.
Fóscolo, Monti, Cesari Arici, Melchiore Cesarotti y otros que prepararon el momento romántico, las utopías del presente y el futuro. El texto sobre la libertad de creación.
Según MHU:
“Ya el romanticismo, que se originó en Alemania a fines de siglo XVIII, se extendía gradualmente a toda Europa. En Italia la moda romántica encarna en un alto poeta y novelista, Alejandro Manzoni (1785-1873). Su fama se hizo universal cuando en 1821 escribió una oda en estrofas esdrujulicas (sic), en cuyo empleo [ilegible] sobresalía con el nombre de Cinco de mayo, con motivo de la [ilegible] de Napoleón. El renombre que alcanzó fue excepcional, y al punto el genial Goethe la tradujo al alemán”. (Ver, Obra y Apuntes XI, op. cit. p. 75)
Max, hace un trazado panorámico del contexto en cuanto a obras, autores y un termómetro literario del momento. Refiriéndose a traslados de Manzoni a otras lenguas, nuestro autor informa los valores de otras traducciones afortunadas:
“Otra traducción alemana, igualmente afortunada, se debió después a Paul Heyse. Y en español hay no menos de doce traducciones de esa Oda, la mitad de ellas hechas en la América española”. (Ibídem. loc. cit.)
Max compara las odas de Manzoni (la de El cinco de mayo y Pentecostés, reproduciendo fragmentos de dicha Lección (Ver, pp. 75-76). Como poeta, Manzoni logró pulsar una poética donde sueño, sentimiento y espíritu fueron elementos de constitución estética de su obra:
“Primero se acreditó Manzoni con los Inni sacre (sentimiento religioso finamente expresado: La resurrección, La Navidad, La pasión. Pentecostés es uno de esos Inni sacri). Manzoni innovó –al decir de MHU- también en el teatro, inspirándose en los procedimientos de Shakespeare, para sus dos grandes tragedias históricas: El conde de Carmagnola y Adelchi, incluyendo los coros”. (Vid. pp. 76-77)
Señala Max, a propósito de la introducción del coro en la dramaturgia de Manzoni que:
“(Dijo Manzoni, frente a ciertas críticas, que había introducido los coros para poder hablar a título personal, y no cabe duda de que esos coros no entran en el desenvolvimiento de la tragedia, y hasta suspenden bruscamente su proceso. (Adelchi o Adalgisa)”. (Ibíd. loc. cit.)
En cuanto a la narrativa, escribe su obra maestra Los novios (I promessi sposi) que marcó un momento literario importante:
“En novela, escribió I promessi sposi, cuya acción se desarrolla en Lombardia de 1628 a 1631. Siguió los métodos de Walter Scott, e hizo una obra amena e interesante, pintando las condiciones generales de la sociedad de aquel tiempo, que sirven de marco a los acontecimientos a los que se mezclan las aventuras de dos jóvenes aldeanos cuyo matrimonio se dificulta y posterga por la violencia y el capricho de un libertino”. (Ibídem.)
Manzoni colmó las expectativas, debido al éxito de la novela y hasta Goethe favoreció la importancia celebrando la novela con marcado interés:
“El éxito fue extraordinario (anota MHU en su Lección): Goethe celebró la obra sin reservas. Y Walter Scott, deseoso de conocer a quien de manera tan brillante entraba en el campo de la novela histórica, aprovechó un viaje a Italia para hacer que le presentaran a Manzoni. Era Manzoni en verdad modesto, y al ser elogiado por Scott, le dijo muy sinceramente: “Lo bueno que haya ahí se lo debo a Ud”. Y Scott respondió: “En ese caso, me hará Ud. creer que Los novios son (sic) mi más bella obra”. (Ibídem.)
Según muestra MHU, Manzoni escribió un Discorso sul romanzo storico (Ensayo sobre la novela histórica), donde destacaba que la novela histórica era género híbrido y donde condenaba “el género como híbrido”. (Vid. Ibídem.)
Todo este proceso preparó el momento Carducci en el siglo XIX. Momento renovador del romanticismo. El carduccismo, según Max: “… llega a ser literatura oficial, casi doctrina del Estado, contra la cual se produce una reacción al comenzar el siglo XX. Manzoni dominó la literatura italiana de 1840 a 1875. Carducci, de entonces a 1905,pero ambos pasan. Ambos representaron en su momento la expresión nacional de Italia unificada, pero poco a poco va extendiéndose el regionalismo y otros factores entran en liza”. (Ibídem. pp. 77-78)
El ideal estético de Carducci se forjó entre los elementos de la forma clásica y la moderna. Pero el poeta italiano de familia florentina y nacido en Val di Castello en 1835, adoptó ideales académicos y “de respeto a las tradiciones y la disciplina clásica. Esto es: la naturaleza más primitiva y excesiva y una estética libresca”. (Ver, MHU, Obra y Apuntes, op. cit. p. 78)
Según relata Max, Carducci:
“… Pasa su infancia en un pueblo de Pisa, después pasa a Florencia, donde el padre va en 1849 y él acaba sus estudios de humanidades con los escolapios. Va becado a la Normal Superior de París (1853), a los 18 [años]. Dr. en Letras en 1855. Vuelve a Florencia, se casa, y vive del producto de ediciones clásicas. En 1860 es profesor de literatura italiana en Bolonia, donde enseña hasta 1903. Muere en 1907, un año después de recibir el Premio Nobel. Tuvo vida política agitada, entre violentas polémicas, porque fue republicano, y se ligó a la monarquía en 1878. Senador en 1890”. (Ibídem.)
En efecto, el enmarque biográfico puntual de MHU presenta, en síntesis, datos que orientan su vida, obra y formación intelectual del escritor, quien ciertamente renovó la poesía italiana de finales del siglo XIX y de comienzos del XX. Los acontecimientos sociales y las transiciones operadas en el paso del siglo XIX al siglo XX, lo obligaron a contraer compromisos políticos y sociales en una Italia atravesada por crisis y cambios ideológicos y estructurales en pleno período romántico.
Max estima que Carducci fue:
“Romántico por naturaleza, era por la disciplina un clásico. Empieza en las Juvenilia (1850-57)y él mismo se declara escudero de los clásicos. Un poco pedante, con muchas citas y epígrafes griegos y latinos e imitaciones evidentes de Parini, Alfieri, Monti y Fóscolo, y muchas alusiones mitológicas”. (Ibídem.)
Carducci era émulo de una tradición poética no sólo clásica, sino también romántica y liberal; no sólo lírica, sino también épica y filosófica. Según Max:
“El poeta cívico o civil, y nacional surge, después de proclamado el reino de Italia (la unidad no se completó hasta 1870), pero ya en sus Levia Gravia (1857-1870) se anuncia el político civil, que ruge en los yambos y épodos (1882). Culmina en sus Odas bárbaras (1877-82-89), reunidas en el 93. Además: Rime nuove (87) y Rime e ritmi (98). Se hizo enormemente popular y venció al manzonismo literario. (El calificativo de bárbaras no califica el contenido, sino la métrica. A la manera de algunos latinos, su prosodia reposa sobre un solo acento rítmico. Es la métrica greco-latina utilizada por un bárbaro en una lengua bárbara y de ahí el adjetivo)”. (Vid. Ibídem. pp. 78-79).