Su Eminencia Reverendísima Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, sacerdote por más de 54 años y por 25 años sirviendo y representando tan distinguida y elevada dignidad Eclesiástica, logró a través del tiempo, ser vocero de una sociedad mayormente católica, que aún vive momentos aciagos. Con voz potente, vehemente, casi avasallante, inspira respeto generalizado y sabiduría nata. Su carácter, temple, coraje, firmeza y claridad de sus expresiones, mensajes y/o declaraciones de procedencia cuasi divino, atributos que deben ser inherentes a su prestancia espiritual, no dejan dudas sobre su visión más dogmática que razonada.
Sin embargo, a sus casi 80 años, sin perder su lucidez y acostumbrado estilo, alejado de las más elementales formas diplomáticas, desdiciendo su propia investidura y misión pastoral, muestra un abierto y tajante rechazo a la comunidad LGBT, de la cual su más conspicuo representante, es nada más y nada menos, que el Honorable Señor Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Los Estados Unidos de Norteamérica James “Wally” Brewster.
Su Eminencia Reverendísima, contradice: la Teoría de la Creación (que establece que todos somos iguales ante nuestro Creador) y la Teoría del Especismo (que señala que debemos tener consideración y respeto por nuestra propia especie). Además, nuestro Creador, no discrimina a ningunas de sus criaturas y como Pastor, está obligado a proteger y honrar a sus semejantes que Él mismo ha elegido por vocación ser su Pastor.
Los desvaríos del Cardenal López Rodríguez, se han salidos de sus linderos, obligación, responsabilidad y por mínima decencia, en representación de su Grey y del Santo Padre Francisco, que expresó recientemente que “quién era él para discriminar a los homosexuales”. Las agresiones y discriminaciones del Cardenal hacia la comunidad LGBT, han pasado de tener connotaciones religiosas, culturales y sectarias, para afectar los sensibles linderos de carácter político, entre varios Estados: El Estado del Vaticano, Los Estados Unidos de Norteamérica y al Estado Dominicano.
De su acostumbrada falta de humildad, ha pasado a la insolencia, irrespeto, falto de tacto y consideración a un grupo de seres humanos que buscan equidad para sus derechos que a estas alturas del desarrollo humano, le negamos: “Creemos que la Comunidad LGBT, ante todo, está reclamando los derechos culturales, sociales, económicos y políticos, que solo la injusticia de una sociedad no equitativa, le ha negado” (Por el autor, Artículo La Comunidad LGBT. Acento.com.do 16/7/15).
Debido a su errónea conducta verbal, López Rodríguez ha metido a su jefe jerárquico en tremendo dilema: mantenerlo como Obispo de Santo Domingo en la República Dominicana, o desagraviar a otro Estado (Laico) como Los Estados Unidos de Norteamérica, que han externado públicamente su desagrado frente a las inadecuadas, improcedentes y discriminatorias expresiones de tan alta autoridad eclesiástica, contra un grupo humano que merecen tratamiento igualitario a la luz de todos argumentos y justificaciones contrarias, verbigracia, que la Religion Catolica, carece de moral para tales señalamientos y mucho menos su Eminencia Reverendísima Cardenal López Rodríguez, que conoce muy bien lo que pasa en su iglesia con los seres humanos pertenecientes a La Comunidad LGBT, que son un escarnio público en la actualidad.
Entonces, cómo rezan las expresiones del pueblo, bien conocidas por su Eminencia Reverendísima: “Dimes de que presumes y te diré de lo que careces”; “Palabras traen contestas”; “Eres amo de lo que callas y esclavo de lo que dices”; “Quien dice lo que quiere, escucha lo que no quiere”. Su prepotencia, soberbia, incontinencia verbal, respecto a los suyos, obliga al Sumo Pontífice Papa Francisco a prescindir de su representatividad y colaboración activa, debido a que es un escollo para el proceso de reconciliación de la humanidad y la paz, política tan necesaria, que tan eficientemente propicia su Santidad Papa Francisco.