El pasado domingo 7 de julio se realizó ( como todos los años) la caravana del orgullo de la comunidad LGTBI. Cada año observamos en la caravana un incremento de vehículos de personas y de organizaciones que apoyan esta actividad.
A pesar de las barreras culturales, del discurso de odio que se promueve en distintas redes sociales y desde algunos líderes de opinión pública, la caravana logró movilizar a cientos de personas que en sus vehículos recorrieron distintos sectores de la ciudad de Santo Domingo, luego del recorrido asistieron a un concierto en el Parque Eugenio María de Hostos.
El movimiento LGTB ha ido logrando su visibilización como movimiento social enfrentándose así a la discriminación y represión continua que viven muchos y muchas de sus integrantes.
La solidaridad que ha ido adquiriendo el movimiento LGTB de personas, grupos juveniles, organizaciones sociales, instituciones y líderes de opinión pública es importante, la barrera de la intolerancia sexual se va rompiendo más aun en las nuevas generaciones.
La caravana es una actividad festiva en la que personas con distintas orientaciones sexuales tienen la oportunidad de expresarse libremente sin temor a ser reprimidos, violentados o excluidos como se produce en su cotidianidad, así comentaron en diálogos informales que sostuvimos con muchos/as de ellos/as.
El recorrido por los barrios marginados del Distrito Nacional ofrece elementos significativos desde la perspectiva antropológica sobre la interacción social entre moradores/as de los barrios y la expresión de la diversidad sexual como son:
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- Conocimiento de la actividad en los distintos barrios como son: Cristo Rey, Villa Juana, Villa Consuelo, Villas Agrícolas, Villa Francisca, Mejoramiento Social, María Auxiliadora, Villa María y San Carlos.
- Expresiones de apoyo por población adulta de ambos sexos y jóvenes en los distintos barrios
- Ausencia de manifestaciones de amenaza o riesgos en barrios tradicionalmente estigmatizados como “violentos”.
La caravana a su vez favorece a la ruptura con la estigmatización de los barrios considerados como violentos y de riesgo. El recorrido por estos barrios de personas de estratos medios y medios altos que componían la caravana favorece a una mirada distinta a estos barrios y a romper con el miedo a transitar por los mismos. En estos barrios la gente en las calles festejando junto con la caravana el orgullo gay, un imaginario distante de la figura violenta que muchas veces se difunde en los medios de comunicación sobre estos espacios.
La culminación de la caravana en el concierto favorece a otra mirada a la celebración. El concierto congrega a muchísimas personas jóvenes (en su mayoría) de distintas orientaciones sexuales que libremente expresan su afectividad. Las manifestaciones afectivas entre parejas de un mismo sexo están muy sancionadas en nuestra sociedad y por ende difícilmente se pueda observar a estas parejas demostrarse afecto públicamente.
Este tabú se rompe en el concierto facilitando así a un espacio abierto en el que baile, expresiones de afecto e interacción social abierta son posibles en esta celebración con ruptura a los tabúes culturales existentes.
Estos espacios festivos y afectivos fortalecen la democracia y las libertades en nuestra sociedad. Convierten el espacio público en un lugar donde fluye la expresividad y la creatividad.
La lucha por el respeto de los derechos de las personas gays, lesbianas y transexuales no es un problema exclusivo de este sector, beneficia a toda la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos y libertades. Es un movimiento que reclama el derecho a la libre expresión de la afectividad, dimensión trascendental en todas las personas.
El respeto y la garantía de condiciones de equidad y libertad hacia las personas independientemente de su orientación sexual son condiciones fundamentales para el desarrollo humano y la vida democrática.