Desde los primeros signos primitivos del arte practicado en la isla de Santo Domingo, se puede observar cierta hibridización en las formas artísticas o figurales, de tal manera que, en los signos pictóricos, escultóricos  o dibujísticos, así como en la  señalización gráfica primitiva y las muestras  pictográficas de los siglos XV y XVI, donde encontramos representaciones zodiacales y elementos de un bestiario primitivo taíno.

Artistas como Geo Ripley, José Perdomo, Alonso Cuevas, Elvis Avilés, Jorge Severino, Paul Giudicelli y Ramón Oviedo, entre otros, trabajan y acentúan cada vez más el carácter sincrético y simbólico del arte dominicano. Se trata en este sentido de leer formas, lenguajes, detalles artesanales que implican la búsqueda de expresiones artísticas, de tal manera que los órdenes culturales en la representación artística puedan constituir un tipo específico de creación, ligado de manera directa a un arte comunitario  y festivo. De esta manera existe en las artes visuales dominicanas un registro donde lo gráfico acentúa lo cultural desde la interioridad y la exterioridad del signo artístico y cultural.

Toda una serie de relaciones técnicas y lenguajes de recuperación han logrado desarrollar una invención artística analizable desde el punto de vista de una arqueología de lo mítico y de la representación totémica  insular. Se trata, pues, de incorporar los signos de la cultura en su proceso y evolución hacia otras formas de lo artístico, integradas a su vez al teatro mítico y carnavalesco donde se observan el cuerpo y la máscara como vida de las raíces, esto es de la profanación, el gesto iniciático, la  transgresión y el  rito evidenciado mediante el cuerpo sacralizado o desacralizado.

Las travesías comunitarias y la historia epocal se pueden generar y constituir de manera genética y sincrónica en las actuales producciones  artísticas dominicanas. Estas alusiones y provocaciones se pueden interpretar también en artistas como: Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo y Yoryi Morel, entre otros. También artistas como: Ramírez Conde, Norberto Santana, Rincón Mora y Silvano Lora evocan y proyectan en sus creaciones artísticas cierto simbolismo, tanto en la forma como en los contenidos.

El carácter simbiótico y polisémico del arte dominicano tiene su base en la cultura de los signos; pues los signos gráficos funcionan en su expresión como depósitos culturales y como memorias visuales e históricas. Lo que implica un tipo de productividad artística que se reconoce en el desarrollo humano y social de sus creadores; las diversas instancias de la articulación y creación de formas visuales o híbridas, tienden a fusionarse haciendo posible las metáforas ejemplares del arte dominicano. Se pueden explicar las reminiscencias y simbolismos en una representación artística auténtica fundada en la identidad nacional.

Con el desarrollo de las bienales de artes visuales surge una expresión artística sincretizada que asimila los elementos autóctonos representativos. Dichos elementos se expresan en las manifestaciones artesanales y artísticas desde el siglo XIX en adelante. Estos signos y símbolos junto a las pictografías encontradas en ciertos espacios rurales y urbanos retomados por algunos artistas contemporáneos, constituyen la materia simbiótica, esto es, combinatoria del arte dominicano.

Pero no solamente desde el punto de vista temático se puede observar dicho carácter simbiótico, pues también se puede observar lo combinatorio en el contexto de la forma y el  lenguaje. Algunos creadores contemporáneos evocan los signos y símbolos fundamentales mediante un lenguaje particular que se perfila en el arte dominicano. La esculto-pintura, los ambientes e instalaciones, el videoarte y los objetos estetizados convergen en un arte simbiótico, esto es, un arte de síntesis de lo diverso, pero a la vez un tipo de comunicación basado en un nuevo modo de ver lo artístico y la artisticidad.

Se trata, pues, de la búsqueda de un lenguaje formal y su funcionamiento en los diferentes órdenes de la comunicación artística donde tanto el productor como el consumidor de este arte recuperan los diferentes modos de producción de subjetividad en el contexto de la cultura y sus cruces estéticos, lo que permite entender una nueva valoración junto a nuevos desarrollos en las artes visuales dominicanas. Artistas de diferentes generaciones abarcan la pluralidad expresiva como tipo manifestativo, lo que conduce a una nueva expresión y a ciertas convergencias en el arte dominicano.

En la fotografía, la pluralidad y el video se observa la asimilación y la instrucción de nuevos lenguajes cuya motivación es la apertura tanto técnica como el proceso integrador. La obra de arte en este caso se constituye en manifestación ideo-estilística y poli-estilística. La primera parte de la idea de creación abierta y la segunda parte de una pluralidad de códigos que intervienen en la expresión artística. En la convergencia, expresión y contenido se puede observar que el carácter simbiótico del arte dominicano, implica el conocimiento de la cultura de los signos. Estos en su dinámica abierta materializan la diferencia y la subjetividad del artista dominicano.

En las artes visuales dominicanas, existe la posibilidad de integrar formas culturales representativas que permiten nuevas lecturas en el orden del significado. La necesidad de materializar nuevos contenidos es indicadora de un modelo real y al mismo tiempo de un modelo significativo. El orden de la forma en el caso de la escultura puede devenir materia y volumen en fase dimensional y antropomórfica; en el caso de la pintura los elementos temáticos y los recursos formales asimilan el modelo real. Cabe la observación de que la artisticidad se pronuncia como elemento de síntesis formal, pero además, como particularidad cultural abierta y expresiva, pues el artista individualiza los diferentes niveles de significación de la obra, siendo así que la imagen se automotiva, respondiendo así a un orden de lectura individual.

Como lo pictórico, lo dibujístico y lo escultórico son formas significantes, ello implica, una expresión registrada de forma segura en el soporte elegido, esto es, en la tela, en el papel, en la piedra, en la madera o el metal.

El carácter simbólico del arte dominicano tiene su punto de partida en modelos etno-arqueológicos, pero también en la mixtura de las diversas artes visuales. Como en el fenómeno de la hibridación artística de estos fenómenos tienen su base en las diferentes posibilidades del lenguaje artístico y en las hiperfunciones de la lectura artística. Esto explica las diferencias que impone la realidad a los diversos tratamientos que realiza el artista en el contexto de su producción estética.