El capitalismo especulativo es todo lo contrario del capitalismo productivo.
El primero consiste en invertir en la bolsa de valores o en paraísos fiscales, sin promover fuentes de trabajo, viviendo de sus pingues intereses. El segundo, sin embargo, promueve el empleo y contribuye a la producción, aunque haya que esperar más tiempo para recuperar lo invertido.
“Tengo la mayor parte de mi capital invertido en Wall Street”, nos dice un inversionista billonario. “Eso de esperar cinco años para recuperar lo invertido no resulta beneficioso”. “Tengo invertido mis dólares en el Banco Central”, nos dijo un español dominicanizado que pasó treinta años trabajando en una empresa local.
Esa es una de las razones por las cuales el 1% de la población es más rica que el 99% restante. Mientras pasan los años, más grande se hace la brecha, sobre todo en estos tiempos de crisis financiera producida por los grandes bancos.
De acuerdo con Joseph Stiglitz, 16,000 inversionistas controlan al mundo. Son dueños de la mayoría de los recursos en un planeta compuesto por siete billones de seres humanos. ¡El 0.0002% dueño del resto del mundo!
“La pregunta no es si podemos hacer más por la igualdad, sino si podemos continuar no haciéndolo”, dice Stiglitz, Premio Nóbel de economía. “Lo Contrario sería un suicidio colectivo”.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el patrimonio del 1% de la población más rica del mundo ha aumentado (del 44% en el 2009 al 48% en 2014). Es decir, que para el 2016 la cifra subirá casi al 50%.
“El incremento de la desigualdad es muy peligroso”, declaró en Davos, Suiza, Winnie Byanyima, la directora ejecutiva del Foro Económico Mundial. “El alza de la desigualdad consumirá a la humanidad en una lucha fratricida”.
Barack Obama, en su Mensaje a la Unión Americana, el 20 de enero de este año, invitó al Congreso Estadounidense, hoy día controlado en ambas cámaras por los Republicanos, a gobernar hacia el bien común de los ciudadanos, específicamente de la clase media (que compone el 85% y es la que ha mantenido engrasada la maquinaria del consumismo constante de la economía estadounidense).
Barack Obama abogó por impuestos más justos, donde ese 1% contribuya con el nivel contributivo que le corresponde y al que está obligado por ley, reduciendo la carga de aquellos con menos ingresos. La respuesta fue obvia: los Republicanos se abstuvieron de aplaudir a las propuestas de Obama y dudamos mucho de que, en los dos años que le quedan de mandato, pueda lograr una colaboración bipartidista en el Congreso. Tendrá que seguir gobernando a base de cartuchazos (órdenes ejecutivas) como lo ha estado haciendo últimamente.
Robert Reich, connotado profesor de la Universidad de Berkeley, California, presenta la situación de esta manera: “La clase media y la clase pobre han sido las víctimas propiciatorias, mientras el 1% se ha hecho más rico. En la década de los 80, el 90% de la clase media era dueña del 36% de las riquezas de la nación. Hoy día (2015) apenas lo es del 23%, mientras las hipotecas, las viviendas y los préstamos han aumentado de manera desproporcionada con un dólar devaluado”.
Existe un dato muy significativo, de acuerdo a un estudio llevado a cabo por los profesores Adam Bonica, Nolan McCarty, Keith Poole y Howard Rosenthal:
“En 1980, el .01% de los más ricos contribuyó con el 10% de las campañas políticas en los EEUU. En el 2012, durante las últimas elecciones generales, el monto fue casi del 50%. Solamente dos personas, Sheldon and Miriam Adelson donaron 57 millones y 47 millones respectivamente”.Una parejita contribuyendo con US $104 milloncitos. ¿Quién controla a quién?¡La compra de los políticos!
La situación en la Unión Europea, específicamente en España, no es muy diferente, porque allí la mayoría de los bancos y de las empresas no pagan impuestos en relación con sus ingresos, forzando al gobierno central a recortes drásticos en los servicios sociales básicos, en la educación superior y en la salud ciudadana. A pesar de los esfuerzos, el desempleo continúa sobrepasando el 22%, aunque se pronostica un crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) del 2% para el 2015, a pesar de la corrupción política generalizada que ha minado los últimos años.
El PIB de Dominicana fue de 7.1% en el 2014, rompiendo todos los records de Latinoamérica y a pesar de que la riqueza distributiva deja aún muchísimo que desear. ¡La macro masacrando a la micro, como si fuera un maco pempén!
Sigamos con Stiglitz: “Un país donde todas las mañanas los niños recitan el “pledge of Alliance” (el juramento a la bandera), declarando que hay justicia para todos y, sin embargo,en la realidad, la justicia es solamente para aquellos que pueden comprarla”. Y continúa:“La educación, los servicios públicos básicos de salud y de vivienda y la garantía de un empleo dignoy permanente, son la clave para reducir la brecha de la desigualdad. No es un estado de bienestar general sino una deducción de simple lógica de supervivencia integral”.(“The Price of inequality” -El precio de la desigualdad)- AlterNet.com)
Las grandes corporaciones, en busca de paraísos fiscales, negándose a contribuir con sus respectivos países (capitalismo corporativo monolítico y hegemónico) son el peor enemigo del ser humano. De pagar sus impuestos correspondientes, solamente en los EEUU, entrarían 2 trillones y medio de dólares cada diez años, cifra que, al no estar entrando hoy día en las arcas nacionales, se podrían traducir en proyectos de infraestructura y en educación, preparando mejores técnicos y mejores profesionales. Esto reduciría el desempleo a su mínima expresión y, automáticamente, generaría más empleo calificado. Ya lo hizo Franklin Delano Roosevelt con su política del “New Deal” después de la Segunda Guerra Mundial.
Terminamos con las palabras de Robert Reich: “Si queremos saber lo que ha pasado con nuestra economía, sigámosle el rastro al dinero y éste nos llevará al 0.1% de los más ricos. Si deseamos saber qué ha sucedido con nuestra democracia, hagamos lo mismo y el 0.1% de los más ricos nos llevará a los políticos. Ellos son los que han vendido nuestra democracia al 1% de los más ricos”. Vivimos en una plutocracia bancaria donde se puede “comprar” la democracia.
Mientras tanto el futuro del planeta continúa siendo color de hormiga.