Cantar victoria es una sutil manera de darse por vencido. Cuando, en la periferia del éxito, bajamos la guardia, bebemos de antemano el champán del optimismo, nos felicitamos por un logro que creemos al alcance de nuestras manos, lo estamos poniendo todo en juego, sin saberlo.
De ello hay ejemplos por doquier. En la literatura: La liebre dormida en sus laureles (derrotada por la tortuga tortuga tenaz); la cigarra que lo cogió suave (en lugar de coger granos antes del invierno, como hizo la hormiga)… En la sabiduría popular, que nos habla de camarones somnolientos, de peligros disfrazados de confianza, de habichuelas que ya no se enternecerán… Finalmente, en la historia: El naufragio del Titanic, la tragedia del Maracaná, los soldados que se fueron alegres a la guerra del catorce, seguros de que volverían a sus casas en cuatro meses después, justo antes de las navidades…y nunca más volvieron…
La euforia del triunfo, o su sed, nos llena la cabeza de humos, nos ciega con ese brillo que aún no es oro, nos anestesia con el bálsamo de los ungidos. A pocos metros de la meta, damos por sentado lo que bien empieza, bien acaba. Entonces renunciamos al esfuerzo final, al más necesario. Confundimos la realidad con los deseos, nos morimos en la víspera.
Puede darse el caso que logremos lo que anhelamos. Nos embriaga nuestra propia potencia sin darnos cuenta de que nuestro triunfo debe mucho al azar. Pero las más de las veces, el castillo de arena se nos derrumba y nos quedamos lelos, sin entender nada, sin darnos cuenta que hemos saboteado nuestros propios sueños, que el vientre de un espejismo deslumbrante ha parido la debacle evidente para todos salvo para nosotros.
Reflexiono pensando en las sombrillas cerradas, en los juicios populares, en los mítines recientes contra la corrupción y la impunidad. Es cierto que han sido logros, victorias, éxitos… pero no han sido sino batallas o escaramuzas…La guerra apenas acaba de empezar…
Jóvenes: Libren la lucha en silencio. Arrebaten la victoria, pero no la canten: Cantar victoria es en realidad cantar derrota.