Porque: “Por la buena cambia el paso, o por la mala, coge el surco”

“Y aprendí a desaparecer de

donde no me quieren, no como un

acto de magia, sino, como

un ejercicio de dignidad”.

Cansado, o quizás hastiado, tratando  de buscar un razonamiento plausible que nos permita hacerle frente al increíble acoso moral y ético que lleva a cabo la gran mayoría de políticos en contra de esta fantasiosa democracia cuando en ocasiones se reúnen “honorablemente” en busca de legislar para el provecho del pueblo. ¡Mentira del diablo! Solo conocen un pueblo y en un tiempo específico, es decir, cuando necesitan el voto para convertirse en nuestros “dignos” representantes, después – como dice el pueblo-, a lo que vinimos.

Solo en el papel aquel somos iguales todos, porque en cuanto a los privilegios y bondades estos representantes no tienen hiel. Legislan para su propio beneficio y cuidado con todo aquello que atente contra esto. Y fue que en medio de esta búsqueda, y consultando hasta a tío Google, se me prendió un bombillito y pensé: ¿Por qué nuestros honorables, cuando se trate de beneficios hacia ellos, no establecen que los mismos entraran en vigencia dos periodos después? En ese momento me di cuenta de cuánto me ha estado afectando la cuarentena. ¿Cuchillo para su garganta? No señor, que continúe el derroche del erario, total, para eso se meten a la política.

Desde un principio supe que el “quédate en casa” no era cosa fácil; traumático de por si, como un arresto domiciliario, pero con características muy especiales, dependiendo de la cárcel o domicilio asignado, pero preso al fin. Quizás sea esto la causa principal por las cuales notamos hechos que ordinariamente, acostumbrados ya a lo mismo, nos pasarían sin siquiera darnos cuenta. Hasta la desvergüenza nos avergüenza al darnos cuenta del cómo estábamos viviendo y bajo qué clase de dinosaurios lo estuvimos haciendo.

La tan cacareada honorabilidad es solo de palabra y lo han demostrado con creces. Ahora dicen, los mismos de siempre, que el pueblo tomó un camino errado, que dimos un cambio de reversa con este gobierno y, claro, tienen sobradas razones para decirlo, no para decirlo en sí, pero si para dar a entender a lo que se refieren. ¿Reversa? Claro que sí. Se cambió el rumbo de la perversidad que estábamos deambulando, se acabaron los apañamientos, las siempre corruptas “malas percepciones” y, sobre todo, la impúdica corrupción.

Sin necesidad de poseer una bola de cristal, o ser un gran prestidigitador, los hechos que se están produciendo hasta el momento, uno a uno, van hilvanando un camino, una realidad, muy diferente a la recién pasada gobernación de un ser indolente, obtuso y acomplejado. Sí, después de tantos años, tienen razón, el pueblo puso reversa para salir de ese malogrado proyecto de gobierno.

“Por sus hechos os conoceréis”, y ya que el obsesivo nunca hace pausa en pos de sus vedadas o manifiestas intenciones, no habrá asombro frente a sus actitudes. Y el por qué es palpable aun en el aire ya que la existencia de esta democracia se ha convertido, desde hace unas décadas, en una lucha entre depredadores y presas, siendo nosotros los segundos y los políticos los primeros.

“Quod erat demontrandom que esas acciones, encabezadas por la mayoría del fatídico Comité, no fueron fortuitas y hoy ya ha salido a flote el artífice del desastre institucional heredado por este gobierno, y que continuará por los próximos, el cerebro y jefe del pandillerismo de un otrora orgulloso partido, hoy señalado como lo más corrupto que hasta ahora nos haya gobernado. Y esto lo digo sin saber las cosas que ignoro, razón por la cual necesitaría conocer muchas interrogantes que están vedadas para poder dar con posibles soluciones.

Por todas esas amenazas que aún continúan es que debemos conocer que la capacidad para tomar las decisiones cruciales que se necesitan se llama valentía moral, por encima del estrés político que puedan causar, ya que la disuasión funciona siempre y cuando la capacidad para actuar es tomada en serio y es por eso que no han valido los esfuerzos de disuasión ante los embates de estos corruptos frente a la autoridad. ¡Sí señor!