Cuando las bandas se apoderen de todo Haití, su canciller Claude Joseph no debe cruzar la frontera huyendo con su familia para salvar el pellejo. Porque aquí será persona no grata.
Al parecer, ofendido con el pedido de ayuda internacional reclamado por el presidente Abinader para enfrentar la grave crisis del vecino país, el canciller quiso comparar a Haití con la Republica Dominicano, refiriéndose a la delincuencia y la inseguridad.
Hasta tomó prestado un informe del Departamento de Estado, advirtiendo a los ciudadanos estadounidenses que nos visiten por razones de seguridad. Sin embargo, es precisamente en Estados Unidos donde la inseguridad ha alcanzado niveles de pánico colectivo.
Un cohete tirado en un restaurante de Nueva York o Miami, lleno de gente, puede matar a varias personas del corazón o aplastados por la multitud. Y eso ocurre en cada rincón del territorio norteamericano, donde las matanzas colectivas y actos terroristas ocurren casi a diario y han causado miles de muertes.
En resumen, un ciudadano estadounidense esta más seguro en una playa de Samaná, Puerto Plata o Punta Cana que en cualquier ciudad de su país.
Por ejemplo, el fin de semana de Halloween, en Puerto Rico asesinaron a 14 personas, que si no es un récord es un excelente average.
Midiendo las tasas de homicidio por cada 100 mil habitantes en las capitales de América Latina para el año 2019, vean quienes la encabezan y en qué lugar estamos:
Caracas 76
Puerto Rico 53.5
Guatemala 42.5
Tegucigalpa 41
San Salvador 35
Puerto España, Trinidad y Tobago 24.5
Ciudad de Panamá 18.5
México 17.6
Montevideo 14.7
Bogotá 14.3
Brasilia 13.7
San José C.R. 12.9
Santo Domingo, R. D. 10.4
Lima 8
Asunción 6.3
Santiago de Chile 4.9
Buenos Aires 4.7
Nuestro nivel de inseguridad está muy por debajo de la mayoría de los países de la región y también por debajo de muchos de los llamados “desarrollados”.
Haití no aparece en la lista porque no hay estadísticas de nada. Tampoco hay gobierno, no hay policías, no hay instituciones y escasean los medicamentos, el combustible, la comida, el agua y la energía.
Un país donde la autoridad está en manos de bandas terroristas que dominan el 60% de su territorio. Un país que después de 4 meses de haber asesinado a su presidente nadie sabe quién fue el cerebro de esa operación, aunque ciertos informes vinculan al presidente actual como cabecilla de ese complot.
Ese es el país al que se refirió Luis Abinader cuando pidió al mundo que ayudara a Haití a superar la crisis de gobernabilidad que lo agobia. Y el canciller responde con una ofensa, con un desplante, con arrogancia y olvidando a que país representa.
Pero también olvidó quienes son sus vecinos, donde reside casi un millón de haitianos que envían remesas por más de 500 millones de dólares, ocupando el segundo lugar después de Estados Unidos.
Y esa ofensa no puede quedar impune, a pesar de que no todos los haitianos opinan lo mismo que su canciller y la mayoría de ellos quisiera ver esa ayuda internacional que lo salve de la catástrofe.