Finalizadas mis diligencias, al momento que me disponía salir del establecimiento comercial donde me encontraba, dos hermosas y educadas adolescentes, cuyas  facciones me dejaban entender claramente su procedencia de otras etnias,  llamaron mi atención para ofrecerme los artículos que venden.

Convertidas en perchas exhibitorias, en sus manos y dedos colgaron muñecos y pulseritas,  elaborados artesanalmente con materiales sencillos y vistosos.  Entrelazan cintas “colitas de ratón”, en diferentes colores,  a  piezas de madera de variadas formas y tamaños, logrando una buena terminación.

Próximo a la entrada de la empresa, sobre una mesa y en improvisado bazar o mercado de pulgas, mostraban otros objetos para venta. Buena amante de las miniaturas, no dudé en comprarles dos muñequitos – que  pueden utilizarse como llaveros-, modalidad que hacía falta en mi colección.

Conversando con las jóvenes, me comentaron que son voluntarias  de la Fundación Escuelita Rayo del Sol, y, entre sus metas, se proponen  vender muchos artículos  para lograr fondos destinados a mejorar las condiciones del  centro educativo.

Desconocedora de la existencia de la misma, solicité información y en su pequeño brochure,  obtuve datos sobre sus orígenes.  Empecé a leer: “La Escuelita Rayo de Sol de Santo Domingo, inició en el 1987, con 8 niños discapacitados, en una casita de la Parroquia San Juan Bautista, sector La Zurza”.

Interesada en el tema, continué leyendo: “En 1992, la Escuelita en Santo Domingo adquirió su propio local con la cooperación de las ayudas internacionales: Oficio Cristiano para Discapacitados Intelectuales (O.C.H), Amigos Alemanes, hoy Jacintas Kinder e. V., Caritas Suiza y Unidos Contra el Hambre”, igualmente otras organizaciones.

La Escuelita,  en su programa, contempla varios objetivos, de los cuales cabe  destacar:

“Ofrecer un ambiente humano y cristiano que favorezca un efectivo crecimiento de los estudiantes”.

“Facilitar la participación de la persona con discapacidad intelectual en actividades productivas apoyando su núcleo familiar”.

Imagino que si Freddy Beras Goico (q.e.p.d), estuviera vivo y leyera todo esto,  exclamaría por los cuatro costados de su programa televisivo: ¡Esta no es una Escuelita, esta es una Escuelota!

Si  muchos de nosotros pensamos que con el valor invertido  en un simple helado o una ración de pizza, enviándoles esos montos,  podemos contribuir a mejorar las finanzas de esta escuelota,   como en otras modalidades  lo hacen las instituciones internacionales antes citadas, colaboraríamos  en paliar las necesidades que enfrentan día tras día, en su misión de  formar mejores individuos para su  futuro y por consiguiente, el logro de una mejor nación. Para sus donaciones, puede llamarles a los teléfonos 809-684-8862 y 809-245-3218, en el Ensanche Luperón;  también al 809-559-3448, en Villa Altagracia.

Ante la precariedad de su situación, aplastante por demás, recordé el gran problema financiero para las compras de las canastas navideñas, las que resuelven  problemas  alimenticios no de por vida.

Reflexiono sobre el tema y por las quimeras  que surgen con estos aires otoñales, pienso  que  si algunos de los  pesitos  que se invertirán en la adquisición de las referidas cestas, los donaran a la Escuelita Rayo del Sol, para que conforme a su programa:  “Contribuir al desarrollo integral de niños y niñas con discapacidad intelectual de sectores de bajos recursos económicos, para que desarrollen al máximo sus habilidades y puedan incorporarse al proceso productivo de la sociedad”, con la simple acción de levantar el teléfono, marcar los números de la Institución y hasta  pedir las cuentas bancarias, que también las tienen, podríamos ayudarles.

De una u otra forma, estaríamos apoyando  una obra que dejará sus huellas, tal y como en su momento, Doña Renée Klang de Guzmán – ¡a su recuerdo saludo reverente!-, lo hiciera con su invaluable CONANI.

Además  de que  nuestras acciones solidarias, destinadas para los niños    discapacitados intelectualmente, nos reportarán un profundo  bienestar y alegría en nuestros corazones, finalicé la lectura del breve impreso.  Con su mensaje,  que no necesita mayores explicaciones, copio lo que ellos nos escriben: “Dios te pagará con muchas bendiciones la ayuda que nos ofrezcas”.