Con el surgimiento del Teatro Show, el Teatro de Cámara, el Cine-Teatro y el Poema-Teatro, en la Europa moderna y en la América Latina de finales de siglo XX, empezó a gestarse un nuevo camino y una nueva fase de la Teatrología que dio paso a nuevas investigaciones en torno a la concepción de lo que ha sido y aun presenta como base y forma de acción el teatro en la actualidad.(En tal sentido, ver para más y mejor comprensión de este argumento, Patrice Pavis: El análisis de los espectáculos, Ed. Paidós, Barcelona, 2000).

A partir de los años 50 y, sobre todo, en la segunda mitad de la década del 60, se llevó a cabo una distancia teórica, y un nuevo trabajo en torno a las posibilidades del espectáculo y a la problemática de la relectura de textos teatrales, escritos de manera colectiva para servirle a un teatro cuyos responsables eran ( y aún hoy lo siguen siendo), el actor, el director y el público.

Se llegó a hablar en muchos casos de un teatro sin dramaturgia, esto es, de un teatro que prescindiera del escritor o autor de textos dramáticos. La crisis del texto dramático generó una dramaturgia del director teatral y del actor, siendo así que el texto denominado teatral era creado por ambos en su relación intrínseca con la escena.

Los niveles de transformación del texto teatral se asumían y aun hoy se asumen como parte de un influjo y de una fluidez representacional, unida a la visión de un nuevo espectáculo y de nuevas teorías espectaculares que se extendieron por toda la América Latina, por los Estados Unidos de Norteamérica, el Medio Oriente Asia y Africa, tal y como lo muestra Richard Schechner en sus Estudios de la representación. Una introducción (Ed, Fondo de Cultura Económica, México, 2012)

Con la teoría del desencanto propia de la posmodernidad, han surgido y siguen surgiendo aún hoy, nuevas perspectivas de creación y construcción de nuevas imágenes que suponen variadas posibilidades en los campos de fuerzas de nuevos productos o productividades teatrales.

En efecto, todo ese proceso de construcción y deconstrucción solicita por lo mismo un nuevo hombre de teatro, un nuevo autor, un nuevo espectador y una visión integradora de fases críticas de creación y extensión de la teoría y la historia del teatro de los últimos 20 años. Asistimos, en este sentido, a lo que se entiende como un nuevo fundamento de la institución teatral, a partir de vertientes que caracterizan y materializan una nueva imagen del teatro, y por lo tanto, una travesía que facilite las líneas de un trabajo metacrítico y posicional en el marco de nuevos relatos, microrrelatos y macrorrelatos teatrales tardomodernos.

De ahí la fusión y las transformaciones textuales y accionales provenientes de nuevos usos tecnológicos en la puesta en escena, de nuevos recursos y nuevas mediaciones artísticas utilizadas en el tejido teatral de nuestros días.

Si bien es cierto que el nuevo espectáculo reclama dominios, co-dominios interpretativos y comprensivos, nuevos medios, nuevas estructuras, metaestructuras, funciones e interfunciones escénicas, implican un nuevo capítulo que se abre a la representación e inclusión de nuevos instrumentos, metacódigos y posiciones del teatro entendido y aceptado como conjunción,  campo de fuerza y ejecución de acciones espectaculares.

Es así como la teatrología, entendida en tanto que  formación, estudio general y particular de las partes integrantes del teatro, se reconoce como una disciplina integradora, decodificadora y transcodificadora de todo aquello que aporta al conocimiento del teatro y  la teatralidad.

Argumento y práctica de la teatrología.

Un programa que involucre la institución teatral dentro de la producción espectacular, implica necesariamente el conocimiento del fundamento de la práctica teatral ubicada en tiempo, espacio y comunicación. La disciplina teatrológica en tal sentido nos muestra cómo las formaciones escénicas se articulan en base a tramos y conjuntos justificados en sus expresiones específicas denominadas: teatro griego antiguo, teatro romano, teatro religioso, medieval,  renacentista, teatro barroco, teatro alegórico y otros. Toda la función de la teatrología entendida como estudio direccional y sobre todo como estructura ideológico-espectacular, permite comprender aquello que hace visible las raíces del espectáculo y el vocabulario  escénicos. El concepto de espectáculo ligado a la práctica social e institucional, tiene un componente socio-teatral que permite unificar el criterio en torno al teatro entendido como expresión, escenificación y texto cultural toda vez que la tradición espectacular se reconoce en las dramaturgias nacionales y universales.

La evolución de las formas escénicas, así como la historia del texto dramático ofrece un estado, a la vez que una visión que se autoproyecta como transformadora de una estructura estética y visional de la teatralidad. Esto implica el hecho que la tradición del espectáculo ofrece como  tradición cultural constituida por representaciones de diferentes teatralidades surgentes en sociedades tradicionales del oriente y del bajo y alto occidente. (Ver, Jean Duvignaud: Sociología del Arte, Eds. Península, Barcelona, 1988).

La tradición de uso de los cuerpos y de las texturas epocales del texto dramatúrgico, necesita un conocimiento de los principales signos y símbolos de la tradición  que el espectáculo legitima mediante el concepto de significación- en-la- historia cultural.

El actor, el director, el dramaturgo o libretista, el constructor-escenógrafo, el utilero, el vestuarista o figurinista, el maquillista y el sonidista, entre otros oficios del arte del espectáculo, le otorga a dicha actividad el valor como praxis, tomando en cuenta las condiciones de producción, comunicación y recepción de formas, mensajes, fórmulas actorales, de dirección y escritura que se corresponden en la síntesis teatral. Para la teatrología es importante analizar y comprender las diversas condiciones materiales y artísticas de los géneros y prácticas teatrales, así como la condición de representación desde la perspectiva de un autor espectacular.

Por ejemplo, las nuevas lecturas de tragedias de Racine, de las comedias de Moliere, el teatro prelopesco, lopesco, la evolución de los corrales, el drama de palacio, el recorrido que va del corral al palacio, el teatro alegórico alemán de los siglos XVII y XVIII, el espectáculo callejero en la edad media latina, el drama romántico y la puesta en escena monumental en el siglo XX, así como otras fundaciones cuyo valor encontramos en prácticas, técnicas, ideologías de la institución teatral, sus efectos, desarrollos y decadencia.

Así las cosas, la teatrología examina también la naturaleza psicológica y cultural de la actuación, la dirección, el dispositivo escénico y el texto dramático, entre otros oficios. El historiador Silvio D’Amico ha estudiado en su Historia del teatro dramático (vols. 1,2 y 3), las diversas formas constitutivas del teatro, la teatralidad y “lo” teatral como actitud, visión y práctica.

A la vez que la teatrología se nutre, como disciplina, de las diversas texturas, formas de realización, forma de producción y formas de aplicación de determinadas tecnologías activas en el teatro, se propone también atender  la crítica, la teoría y la historia los diferentes contextos de producción, acción, comprensión y grado de correspondencias espectaculares.

Todo lo anterior encierra el hecho de que la teatrología es una disciplina que dialoga con los demás dominios de las ciencias humanas y sociales; lo que conlleva al entendimiento de una instrucción unificable en las posibilidades mismas de la creación, internalización, contextualización y recepción de obras teatrales. Lo que se concibe en el contexto teatrológico como productividad función y campo de interpretación es el objeto y el objetivo mismo del teatro en la cultura.

El estudio de la teatrología admite también una investigación comparada de los elementos que testimonian una visión de la escena, las relaciones míticas, sociales, hechos religiosos y representacionales, entre otros. La investigación teatrológica remite  a una iconografía del cuerpo y la palabra donde lo teatral se convierte en un  conjunto de relaciones que en el fondo revela los orígenes y sus proyecciones antropológicas. El campo de la teatrología está ligado también a los orígenes mismos de la institución teatral, desde el momento en que el texto asegura, junto a los demás representantes de la institución social o teatral, los valores de la existencia social, trágica, cómica y dramática.

La escena griega, la escena romana, la escena latina, medieval, renacentista, moderna y contemporánea pueden ser documentadas a partir de la estructura material, la estructura funcional y la estructura estético-fundacional de la representación en sus diversas direcciones expresivas y artísticas.

El orden teatrológico, el orden antropológico y artístico revelan capacidades perceptivas, sensoriales y pulsionales donde el mundo se convierte en escena, tiempo espectacular y acción socializada de fuerzas donde los personajes actúan en el marco de un ritmo cultural y escenológico asumido. Los actores, los textos y los personajes adecúan y conforman la visión, según la cual, el teatro es “teatro del mundo”.

El campo de fuerza de una interpretación de lo social, lo ceremonial y lo originario remite siempre  a una escena emblemática y alegórica. Los gestos primitivos y el uso del cuerpo en la representación actual, constituyen el motivo de estudio de una teatralidad manifestante, esto es, replicante en el orden de los signos, símbolos y acciones de la cultura misma. Se trata en este caso de explorar, medir, confirmar y traducir los principales relatos que han dado forma a la cultura de Oriente Y Occidente, donde los diferentes espacios de la representación construyen el “habla teatral” y el cuerpo como texto y escritura.

La teatrología y la investigación metodológica del teatro remiten siempre a un conocimiento puntual de lo que han sido todas las historias del del espectáculo ubicadas en tiempo, cuerpo, espacio y relatos.Todo lo que ha servido de fuente a los estudios teatrales de hoy, obliga a una interpretación de los gestos teatrales en concordancia con las visiones representacionales, donde se articulan los movimientos recurrentes de lo espectacular. Entender que la teatrología es un campo de aceptación del lugar etnográfico de la representación, implica entender los diversos niveles de la “concienciación” del teatro en el ámbito de la cultura de los signos artísticos.