El pasado domingo 15 de julio se produjo una gran movilización en varias calles de Santo Domingo en reclamo de la inclusión en el código penal de la despenalización del aborto en tres causales fundamentales: violación sexual y/o incesto, riesgo de muerte de la madre y deformación congénita.

La caminata contó con una participación masiva de personas de distinto sexo, grupos de edad y estrato social. Se reclamó el respeto a los derechos de niñas, mujeres y adolescentes a decidir sobre su cuerpo ante una situación de riesgo de muerte como puede ser una de estas tres causales.

Esta participación masiva y plural tiene una historia. Por muchos años el movimiento de mujeres ha estado caminando y marchando con el reclamo del respeto a la decisión de muchas niñas, mujeres y adolescentes de interrumpir un embarazo ante una situación de riesgo o por ser víctimas de violaciones e incestos. Este respeto tiene que ver con que al llegar a hospitales públicos con sangramiento o situaciones de riesgo reciban la atención requerida como establecen los protocolos de salud pública.

No son pocos los casos que llegan a los hospitales de mujeres, niñas y adolescentes que con un embarazo de alto riesgo y/o desangrándose porque se han provocado un aborto producto de una violación y no son atendidas. Solo aquellas organizaciones vinculadas a esta realidad cotidiana conocen de esta realidad, que muchas veces se queda en el rumor en los círculos de relaciones primarias al interior de las comunidades y barrios urbano-marginales. No son visibles a los medios de comunicación ni a la sociedad en su conjunto.

Hoy este drama es más evidente y cuenta con el apoyo de una mayor cantidad de organizaciones de la sociedad civil, gremios profesionales y personas de distintos estratos sociales. Lo que se refleja tanto en la caminata como en las encuestas realizadas por distintas firmas (TOLD Research 2018) que muestran que el 75% de la población está de acuerdo con la despenalización del aborto por estas tres causales.

El reconocimiento de la autonomía del cuerpo de las mujeres hoy en esta sociedad es un paso importante para romper con la violencia de género. Las violaciones sexuales y el incesto son una practica cotidiana que muchas niñas, adolescentes y mujeres sufren en silencio. Con la despenalización del aborto en las tres causales esta situación se manifiesta y pueden establecerse algunos mecanismos de control y sanción hacia la misma desde las instancias pertinentes.

Si llega una niña, adolescente o mujer violada que se ha provocado un aborto no se le despacharía sancionándola sino que supondría una atención en salud integral acompañada de una investigación judicial sobre las condiciones en que sufrió la violación o incesto y la persecución del culpable.

Cuando se condena a la madre a morir o a ser juzgada por sus decisiones sobre su cuerpo se refuerza la irresponsabilidad paterna en su ejercicio o no de violencia con relación al embarazo y se legitima así la paternidad ausente e irresponsable.