Las últimas semanas han puesto en evidencia nuevas maneras en que las mujeres vamos avanzando en un camino que evidencia nuestras fuerzas.  Una marcha como la iniciada en Chile en contra de las violaciones y las violencias a las mujeres muy probablemente no se hubiese celebrado hace tan sólo 40 años.  De hecho, a principios de la década de 1970, la política israelí Golda Meir fue la primera que lanzó una frase equivalente al pegajoso estribillo de “Y la culpa no era mía, ni donde andaba, ni cómo vestía”. En esa época, ella era primera ministra y, al llamar la atención sobre el número de denuncias sobre violaciones en su país, a algunos expertos en seguridad de su gobierno se les ocurrió proponer un toque de queda para las mujeres, de manera que así quedaran protegidas. 

Desde entonces se ha escrito mucho evidenciando que la mayoría de las violaciones tienen lugar en el ámbito inmediato y hasta familiar, con lo cual la medida no contribuía para nada a la prevención de las violaciones.  Pero, en esos momentos, la reacción antes de investigación de la máxima dirigente fue de señalar que si se pensaba en un toque de queda, era más apropiado aplicárselo a los varones que a las mujeres.  El logro del siglo pasado consistió en no incluir represiones para las mujeres.  Hoy día no tiene que ser la primera ministra, ni la del interior, ni la de la mujer la que defienda esta postura. Han sido miles de ciudadanas normales en varios países las que han reclamado una postura más razonable.

En el mismo tenor de alegría de las fuerzas de nuestras congéneres, muchas amigas me hicieron llegar la noticia del inminente nombramiento de Sanna Martin como primera ministra de Finlandia, tercera mujer en ocupar ese puesto.  Más hermoso es el hecho de que se trata de una elección entre cuatro otras dirigentes.  Que, en estos momentos, la máxima dirigencia de los principales partidos políticos en Finlandia está ocupada por mujeres. 

Ya para el mes de enero 2020, Roula Khalaf asumirá funciones como directora del Financial Times, sumándose a la tradición iniciada por Harriet Martineau, continuada por Elinor Ostrom (hasta ahora la única ganadora del premio Nobel de economía) o Carmen (Castellanos) Reinhardt, cubana de origen y una de las voces que mejor explican la crisis de 2008 y 2009. Leyendo sobre ellas, me acuerdo que Audur Capital, el único banco que sobrevivió la crisis del 2008 y 2009  en Islandia estaba dirigido por Halla Thomasdöttir, quien le otorgaba una fuerte atención al riesgo en la gestión de sus activos.  Audur Capital posteriormente fue adquirido por otra entidad financiera y, al realizar esta transacción, su directora, Thomasdottir se postuló como candidata a la presidencia de su país, puesto que no obtuvo.  Su trayectoria, como la de cualquier persona política normal, ha tenido momentos más gloriosos que otros.  El camino no es solo ascendente, pero está poblado de mujeres muy interesantes.