Entre los 70s y los 80s, que es cuando el término sostenibilidad se comienza a establecer con fuerza, sólo se manejaba un enfoque genérico de la idea del equilibrio entre los recursos obtenidos del planeta y las proyecciones futuras de conservación de estos recursos.  Vale aclarar que cuando nos referimos a esta situación lo hacemos desde el enfoque del manejo de los conceptos por parte de las masas y no tan solo por una élite del conocimiento.

Hoy en día cuando se habla se sostenibilidad, se debe abarcar una definición más amplia, una que englobe -a partir de aspectos ambientales y sociales- muchos otros factores. Sería más correcto hablar de desarrollo sostenible y definirlo como:  la necesidad de ejercer el uso y disfrute de los recursos actuales sin comprometer  la disponibilidad de los mismos para las generaciones venideras.

Lo cierto es que desarrollo sostenible, como definición, está en constante evolución y podríamos referirnos a una interrelación directa entre los  distintos enfoques de la sostenibilidad (sostenibilidad ambiental; sostenibilidad social, sostenibilidad económica, etc.)….pero eso es materia de otro tipo de análisis. Si podemos decir que el Índice de Desempeño Ambiental o su predecesor el Índice de Sostenibilidad Ambiental son dos de los diversos marcadores y medidores para la sostenibilidad con que hemos contado y contamos al presente y allí las definiciones están claramente establecidas.

Desde nuestro enfoque,  la sostenibilidad ambiental –necesariamente- pasa por los principios de la eficiencia energética. Unificar los criterios  sostenibilidad energética (sea esta ambiental, social, política o económica) y eficiencia, sigue parte de los objetivos de quienes buscan mejorar la relación entre procesos energéticos y medio ambiente.

La eficiencia energética es aplicable a la mayoría de las acciones que llevamos a cabo diariamente. Quienes trazan la pauta en este campo la enfocan desde cinco puntos de vistas: la industria, la agricultura, el transporte, los servicios públicos y la construcción/edificación.

La eficiencia energética – como hemos dicho otras tantas veces y como se define a grandes rasgos- trata sobre la reducción del consumo de energía sin perder los niveles de calidad de vida, manteniendo el abastecimiento, protegiendo el medio ambiente y fomentando la sostenibilidad, ambiental, social y económica; es decir que el objetivo fundamental -para la estructura de la sociedad al completo, (personas, organizaciones, etc.) y como consumidores somos- es reducir el gasto energético en todos los procesos de vida.

Todo esto tiene un gran fin que es reducir los GEIs (Gases de Efecto Invernadero) que producen el cambio climático…y el sector de la edificación es un gran productor/emisor de GEIs…Seguimos la próxima semana.