Arropado por una extrema severidad y una furia incontrolable, un padre castigó a su pequeña hija de cinco años cuando viò que la niña trataba de envolver una caja de regalos, al entender que ésta estaba desperdiciando sin justificación un rollo de un hermoso papel de regalo.

A la mañana siguiente,  la niña le llevó un regalo a su padre diciéndole: "Esto es para ti, papá". El hombre se sintió avergonzado por su pasada reacción, pero volvió a sentirse sumamente molesto cuando viò que la caja que le daba su hija estaba vacía, entonces gritándole le dijo: ¿"No sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?".

La pequeña, asustada y apesadumbrada le dijo: "Oh papá, esta caja no está vacía, yo soplé besos dentro de ella, y todos son para ti". El padre se estremeció de tanto amor, puso sus brazos alrededor de su hija y le suplicó con vehemencia: “Perdóname”.

Enfoque da el CRD a lo citado:

Lo anteriormente citado, para el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), llama al cuestionamiento y a la profunda reflexión personal y colectiva, y sobre todo, a revisar nuestras tareas y responsabilidades, para permitirnos entender en su mayor plenitud, que si bien es cierto que en el mundo en que vivimos hemos avanzado en modernidad y tecnología, nos hemos olvidado de otros aspectos, no menos importantes, que necesitamos para realmente ser felices y crecer como entes sociales dentro de la familia y la sociedad.

Dentro de la referida realidad, aprecia que frente a los gravísimos males que en nuestro diario vivir nos acechan y golpean, es necesario que rompamos con la ceguera que impide darnos cuenta que tenemos nuestra cuota de responsabilidad en las causas que han generado los mismos, al  habernos cobijado en un egoísmo excesivo que dificulta el diálogo entre los humanos, de tal forma que cada vez tenemos más conocidos y menos amigos.

Tareas correctivas que sugiere:

Para subsanar la perjudicial problemática, el organismo de desarrollo, enmarca proponernos abrazarnos a la fuente principal de la realización del  amor para sí mismo y los demás, que lo engendra cultivar en su más alta dimensión la amistad solidaria y sustentable, uno de los más extraordinarios valores  y uno de los dones más altos de Dios, quien se presenta como amigo de los hombres por medio de los pactos que selló con Abraham, con Moisés y con los profetas, además de  enviarnos a Jesucristo para mostrarnos que, pese a nuestras debilidades y pecados, es nuestro mejor amigo, y por medio  de esa experiencia gratificante, mostrarnos que se pueden tener amigos leales y especiales.

Tras el referido objetivo, llama lanzarnos tras ella, entendiendo que  si bien es cierto que todo hombre o mujer necesita de la amistad, por ser una experiencia hermosa, enriquecedora y digna de los mayores elogios, resulta al mismo tiempo difícil y delicada. Difícil, porque no es una moneda que se encuentra tirada en la calle, ya que  hay que buscarla tan apasionadamente como un tesoro. Delicada, porque precisa de determinados ambientes para nacer, y cuidados especiales para ser cultivada, por medio de constantes esfuerzos  que permitan  que crezca y nunca se degrade.

Estima pues, que al  ser la amistad una de las más altas facetas del amor, la misma  nos  llama y obliga a dar  lo mejor de cada quien, y, sobre todo, a cosechar los beneficiosos frutos y resultados  de una vida en plenitud,  entregados  a  causas y objetivos loables y comunes,  que posibiliten el establecimiento de un orden social que asegure a todos sin excepción  un mayor grado  de paz,  libertad y  justicia social.

Lo que complementa, llamando entender que en el mundo débil y frágil en el que vivimos, debemos procurar por medio de la  fe y el amor que se profesan los verdaderos amigos, la implementación  en el mayor grado posible, del valor de  la amistad, como columna primordial de las familias, las instituciones y nuestras comunidades.

Al efecto, para el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), esta época de navidad y la llegada del nuevo año, nos debe servir a los componentes de la sociedad dominicana, como una ocasión propicia y un punto de partida para una mayor solidificación de los entornos sociales a los que pertenecemos, por medio del cultivo efectivo de la amistad, la confraternidad y los valores que Dios ha puesto a nuestra disposición, como una opción posible y herramienta necesaria para un mayor grado de felicidad y realización del hombre y la mujer.