El economista Chanel Rosa, recién instalado en el Servicio Nacional de Salud (SNS), ha llegado con fama de excelente gerente del gigante Seguro Nacional de Salud (Senasa), cuya dirección ejecutiva ahora queda en manos de Mercedes Rodríguez Silver, médica y servidora pública de larga data que, hasta el día de su designación, fue viceministra administrativa de Salud Pública.

Chanel, timidón; Mercedes, extrovertida y empática. Ella y él, con reconocido “back-ground” como servidores públicos, pero llegan quizás a su mayor prueba de fuego con desafíos monumentales que les mantendrán en alerta cada segundo.

El Senasa navega con eficiencia y eficacia (cuatro millones de afiliados) frente a un mar de enemigos a muerte, privados y públicos; sin embargo, necesita lograr todavía la integración a su cartera de al menos 400 mil empleados de instituciones centralizadas y descentralizadas, comenzando por los ejecutivos que, en una actitud reprochable y antiética, a la vista todo el mundo, se han vendido a las ARS privadas, alegando cláusula de “libre elección”.  Ni siquiera las batallas legales ganadas por el seguro estatal han minado su traición.

La institución necesita abarcar la totalidad de los subsidiados, así como mejorar la cobertura de los servicios. También, arrancar definitivamente con el Régimen Contributivo-Subsidiado.

Los frenos abundan, sin embargo, y comienzan por la misma ley 87 de 2001 que crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social, injusta y excluyente, y por los jefotes inhumanos de bancos, superintendencias, ministerios y direcciones generales centralizadas y descentralizadas del Estado, indiferentes ante el mandato moral y legal de cotizar al Senasa para que éste, a su vez, pueda sostener la carga de millones de indigentes segregados por el sector privado.

Lo anterior es solo un filón del pastel de retos para la Rodríguez Silver.

PERO ALLÁ…

En el SNS, hechura del proceso de descentralización del Ministerio de Salud Pública bajo la actual rectoría de Altagracia Guzmán, las demandas son inconmensurables.  Tantas, tal vez, como el barril sin fondo que son los hospitales, la angurria de “contratistas” y sus cómplices internos, la presión de los gremios de salud, la falta de trato humano a los pacientes y el cáncer de la falta de servidores públicos reales.

Tendrá que lidiar Chanel Rosa con eso y mucho más, con poco dinero y un ambiente enrarecido por unas extremas declaraciones del saliente director, Nelson Rodríguez Monegro, quien ha dicho que ha renunciado por la falta de transparencia en el manejo de los recursos en los centros de salud, incompetencia e irresponsabilidad de los empleados de los hospitales y porque no se congració con todos los sectores. Tras sus chispazos, no pocos podrían inferir que si el entrante permanece mucho tiempo en el cargo, sería por permisimidad con los vicios señalados.  http://hoy.com.do/por-que-renuncio-nelson-rondriguez-monegro-.

Pero, “en lo que el hacha va y viene” y se implanta un cambio hacia un cultura de servcio y transparencia en empresarios y empleados públicos, hay cuestiones puntuales que el flamante director del SNS puede corregir. Puede trabajar un piloto con hospitales modelo en la frontera. Factible.

Ejemplo: Al comenzar diciembre de 2017, el Gobierno inauguró en Pedernales un moderno hospital, edificado –según se informó–  conforme los criterios de la Organización Mundial de la Salud. http://diariosalud.do/do/categoria-clinicas-y-hospitales/15393-inauguran-hospital-de-pedernales-con-54-nuevas-camas-para-la-region.html.

Este hospital provincial adolece, sin embargo, de dos graves debilidades: insuficiente personal médico y de enfermería, y falta de, al menos, dos ambulancias nuevas y bien equipadas.

El nuevo centro asistencial no puede depender, bajo ninguna circunstancia, del capricho de algún político demagogo, ni de la lotería que representan dos cacharros dignos de vertedero, para trasladar pacientes al desastroso hospital Jaime Mota, de Barahona, distante 124 kilómentros  por una carretera infernal que serpentea el Bahoruco. O a la capital, a poco más de 300 kilómetros.

El nuevo director del SNS debe de mandar ya a Pedernales dos ambulancias fuertes, nuevas y bien equipadas.

Resulta una vergüenza nacional, un atentado a la dignidad humana, que, nomás esta semana, en víspera de su designación, tuvieron que trasladar hasta Barahona, en una jeepeta, a una mujer de más 60 años, despedazada a machetazos. En el hospital no hay las capacidades ni los equipos para resolver ese tipo emergencia. 

El SNS puede lograr el envío de los cirujanos, cardiólogos, internistas, gineco-obstetras, bioanalistas y enfermeras que se necesiten en aquel rincón del pais. Y no solo allá, sino en el resto del frontera. Eso sí, tiene que pagarles lo que se merezcan y algo más, a cambio de un servicio celosamente vigilado por la autoridad. 

Con el cumplimiento de ese deber, Chanel Rosa aminoraría el océano de humillaciones estatales contra las provincias de la frontera.

¡Manos a la obra!