I.-  Poder formal y poder real

1.-  Los grupos de poder tienen distintas formas para conquistar la voluntad del pueblo,  ya sea por medios de halagos; ideológicamente metiéndole gato por liebre, o cautivándole el ánimo para incitarlo a idealizar  como verdad lo que es falso.

2.-  A las masas populares dominicanas, se les ha hecho creer  que es lo mismo el poder formal, que carece de capacidad de mandar y de decidir, que el poder real, que  además de disponer de las palancas de la vida económica, política y social, cuenta con los mandos y poderes militares y policiales.

II.-. Sociedad, clase dominante y vicios sociales

3.- Policías, militares,  legisladores, magistrados, sacerdotes, pastores y empresarios; trabajadores del campo y la ciudad; profesionales en general; estudiantes, intelectuales, maestros, catedráticos, chiriperos, etc., constituyen  en su conjunto la sociedad dominicana, y su proceder está ligado a la  clase dominante de la organización política-social.  Las taras generadas por el sistema son asimiladas de diferentes formas por el mosaico clasista del país.

4.- Porque la sociedad dominicana está enferma, los grupos humanos que en ella inciden, también están afectados por vicios sociales que los dominan en mayor o menor grado, dependiendo de la condición de clase y  la formación ideológica adquirida en el hogar y en la escuela.

III.- La Policía y su función dentro del Estado

5.-  En los países atrasados y dependientes como el nuestro, los miembros de los cuerpos armados y policiales,  están integrados por mujeres y hombres que provienen de los estratos más bajos de la escala social, y arrastran profundas deficiencias fruto de las  desigualdades sistémicas.

6.- Al pueblo dominicano, con falacias se le ha vendido la mentira de que la Policía Nacional, es un organismo al margen de la superestructura que gira alrededor de la base económica, que sirve de sostén  al sistema económico predominante en nuestro país.

7.- Históricamente, la policía  no siempre ha existido,  como tampoco tiene como objetivo poner el orden y la observancia de las leyes. El órgano policial surgió cuando fue necesario que un grupo de personas aplicara la represión a la gran mayoría del pueblo, para sojuzgarla.

8.- El Estado, como núcleo político y aparato de control, cuenta con la policía para que ejecute función represiva y cuantas medidas sean necesarias para que siga vigente el Estado de dominación.

9.- En nuestro medio, como en cualquier otro de igual naturaleza, la policía no está organizada para repartir bondades y flores; tiene como misión fundamental, mantener el orden establecido, que no es otro que el statu quo. Ella forma parte del Estado, no del Episcopado Dominicano.

10.- El agente policial no está  educado, encauzado, aleccionado, ni de ninguna forma instruido para acariciar ni cuidar a ciudadanos y ciudadanas, sino adoctrinado para contener, apaciguar, reducir, torturar y matar. Nada de tolerar, conciliar ni estar de blandengue. Una de dos: utiliza la macana, o el plomo.

11.- El órgano policial dominicano, está formado para actuar contra los  más activos opositores al sistema, y los delincuentes de cuello sucio, a la vez que defender a los delincuentes de cuello blanco y el orden social establecido.

12.- Los operativos policiales son odiosos para aquellos a quienes van dirigidos porque, por lo general, motivan indignación, repugnancia  y antipatía. La obra de los policías es fastidiosa, detestable y despreciable. Casi nunca se va a ver la ejecución policial como atractiva, simpática ni adorable.

13.- Los marginados de la sociedad, las víctimas de las desigualdades de oportunidades, y todos los oprimidos por un sistema social injusto, tienen su fuerza en la movilización, en el accionar,  cuando con bríos reclaman  su derecho al pan, a la educación, a la salud y a una vivienda  digna.

14.- Pero, ante el accionar de los sectores depauperados,  la policía hace de muro de contención para que los explotados no logren los objetivos  perseguidos en sus demandas. Aunque algunos ricachones no lo crean, los agentes policiales no salvaguardan  sus intereses personales, ni los del pueblo, sino el  100% de los patrimonios económicos de la minoría rapaz e insaciable.

IV.-  Dañadas están la sociedad y la policía

15.-  La sociedad dominicana está degradada en lo ético, moral, social e institucional, y la generalidad de sus miembros están viciados, dañados por taras sistémicas.  De ahí que,   desde  el mismo centro de las instituciones del Estado, sin distinguir  entre ejecutivo, legislativo o judicial, en su momento han salido los peores escándalos de corrupción, y  otras tantas operaciones  propias del hampa de la politiquería. La criminalidad ha estado, desde siempre, alojada en los diferentes resortes estatales.

16.- No es más que pura ilusión, o hipocresía politiquera, querer tener hoy en nuestro país una policía con una conducta distinta a la de la sociedad de donde provienen los hombres y las mujeres que la componen.

17.- Hablar de reformar la Policía Nacional dominicana,  es lo mismo que servirle un calmante a un paciente cuyo cuerpo  está afectado  de un  cáncer que ya ha hecho metástasis. Ninguna institución  u órgano del Estado dominicano tiene salvación, porque  están como nacieron, dañados.

18.- Las  medidas de profilaxis   social que hay  que tomar en nuestro país, deben estar dirigidas contra todo el Estado, sus instituciones y órganos. Lo que manda la realidad es renovar, no remendar. La obra ha de ser de transformadores sociales, no de apagadores, de bomberos  de crisis.

19.- Hasta tanto no se cambie su base  de sustentación,  nuestra  Policía Nacional, continuará siendo la misma que, en diferentes gobiernos, ha servido para tener en su seno a los miembros de La Banda de Tony el Pelú;  La Banda Colorá y La Banda que asesinó a los jóvenes del Club Héctor J. Díaz; así como a  generales bajo cuya jefatura fueron asesinados, por ejemplo,  Amín Abel, Chapó, Otto Morales, y desaparecidos, entre otros cientos, Andrés Ramos Peguero,  Pablo Liberato Rodríguez, Henry Segarra y Narciso González.

20.-  La actual Policía Nacional, es la que tenemos, y no otra, compuesta por dominicanos y dominicanas de esta época; nacidos, formados  y desarrollados aquí, y con las taras de que adolece el presente orden social.

21.- Los agentes policiales  dominicanos, sufren  de las mismas lacras  que sus connacionales. Ni más ni menos.  Los cambios  que necesita  el órgano policial, también  los requieren  de manera urgente la Cámara de Diputados, el Senado, el Poder Judicial, el Ejecutivo, en fin, el Estado dominicano entero.

22.- La sociedad dominicana está formada, entre otros,  por sacerdotes, pastores, monjas, políticos, abogados,  médicos, magistrados, empresarios, etc., y entre ellos y ellas los hay honrados y ladrones, decentes e indecentes, honestos y corruptos. Si queremos hablar de cambios en la Policía Nacional, cambiemos la sociedad que es la que no sirve.

23.- Se impone un amplio y consciente movimiento de opinión  pública, con el fin de, mediante la acción de las masas, demandar para lograr un cambio completo en el Estado dominicano, en sus  instituciones y órganos.

24.- Lo ideal fuera que al momento  de  contar  con una nueva Policía Nacional dominicana, la misma no sea adiestrada para  torturar y matar,  como es la que hasta ahora hemos padecido, hechura de asesores norteamericanos.  Aquel que ponga en duda de que la criminalidad en la policía dominicana fue obra de instructores  norteamericanos, que lea la obra La guerra sin fin, de la autoría de Michael T. Klare, en su primera edición de octubre de 1974.

Razonamiento final

25.- El execrable crimen contra los esposos en  Villa Altagracia,  como ahora el de la arquitecta Leslie Rosado, ha  conmocionado al país y ha puesto a la Policía Nacional, en el centro de la censura  y la indignación popular.

26.-  Es duro decirlo, pero tenemos que dejarnos  de mojigatería, y con claridad y pesar expresar que nada quita que en el curso de  los próximos días ocurran  hechos que nuevamente  lleven lágrimas y luto a otros hogares del país.

27.- La sociedad  dominicana está dañada, averiada, podrida hasta el tuétano, pero en su seno hay gente decente, honesta, sensible y auténtica, lo mismo que la Policía Nacional, como cuerpo policial está dañado, pero cuenta con mujeres y hombres que simbolizan, aunque en minoría, la dignidad.

28.- Las fallas que presenta el medio social dominicano de hoy, es el resultado de la indiferencia  a las injusticias  generadas  por un sistema que ya no da para más. Corresponde a las fuerzas motrices más conscientes y consecuentes  cambiar  el presente estado de deterioro social. No olvidemos  que: “Hay un remedio para toda clase de culpas: reconocerlas”.